RELIGIÓN-ESPAÑA: La Iglesia Católica en las urnas

El arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, líder del sector más conservador y antisocialista de la jerarquía católica, regirá los destinos de la Conferencia Episcopal Española durante el próximo trienio.

Rouco venció este martes a su rival Ricardo Blázquez, hasta ahora presidente de la Conferencia, obispo de Bilbao y representante de la llamada "ala moderada".

El obispo, nacido en Lugo, Galicia, en 1936, se impuso por dos votos y sin sorpresas en el cónclave secreto celebrado durante la XCI Asamblea Plenaria de la Conferencia, que se lleva a cabo desde el lunes hasta este jueves.

Esta vez, Rouco movió con habilidad sus piezas, pues en la anterior elección había perdido por un solo sufragio la presidencia que ostentaba frente a Blázquez.

"La relación de la Iglesia con los políticos es siempre de colaboración leal, pensando en el bien común", dijo tras ser elegido.

Contó con el apoyo explícito de los prelados posfranquistas, del Opus Dei y de los que representan a los movimientos cristianos de base más conservadores, e implícito del papa Benedicto XVI, con el que mantiene excelentes relaciones personales.

El derrotado Blázquez (nacido en Ávila en 1942) es considerado mucho más conciliador y pragmático en las relaciones de la Iglesia con el Estado.

Los 78 obispos españoles con derecho a voto —los que tienen diócesis—, escucharon advertencias de los pocos prelados progresistas de España, de que la vuelta del arzobispo de Madrid a la presidencia de la Conferencia Episcopal abrirá una peligrosa guerra con el gobernante socialista José Luis Rodríguez Zapatero, quien, según todos los sondeos, ganará por segunda vez las elecciones generales este domingo 9 de marzo.

El primer voto celebrado el lunes, a modo de sondeo y ensayo, anticipaba un empate, a juzgar por lo que trascendió este martes en los medios de comunicación, incluida la revista católica Ecclesia.

Algunos anticipaban la posibilidad de buscar a un tercer candidato para apagar tensiones y dar una nueva imagen a una Iglesia deteriorada por su participación en manifestaciones políticas, del brazo del opositor y derechista Partido Popular (PP), liderado por Mariano Rajoy, presumible perdedor de los comicios generales.

"Los obispos españoles van a hacer lo que tienen que hacer, sin dejarse presionar por nada" dijo antes de comenzar la reunión José Antonio Martínez, obispo auxiliar de Madrid, portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal y hombre de confianza de Rouco.

Martínez saltó a la palestra siempre que fueron aprobadas normas progresistas en la última legislatura, como la ley de educación, la de reproducción asistida, la que regula el matrimonio homosexual, la de biomedicina, que promueve ensayos con células madre para combatir enfermedades incurables, o la ley de la memoria histórica, que condena, por vez primera, los crímenes del régimen de Francisco Franco (1939-1975).

Los comentaristas sobre religión y aquellos adscritos en España a la Teología de la Liberación, una corriente progresista nacida en América Latina, coinciden en que la pugna en el cónclave ha sido sólo entre conservadores, los más recalcitrantes, representados por Rouco, y los moderados, por Blázquez.

Los pocos obispos progresistas que permanecen en sus cargos, como los cardenales de Barcelona y de Sevilla, Luis Martínez Sistachs y Carlos Amigo, hoy se baten en retirada o permanecen callados, según esas mismas fuentes.

De hecho, Blázquez también se opuso a las mencionadas leyes del gobierno de Zapatero, sancionadas por mayorías parlamentarias en un país que no es confesional, según la Constitución, afirman.

En sus críticas al gobierno, el obispo de Bilbao sólo dejó fuera los acuerdos de financiación de la Iglesia y cuestiones relacionadas con el terrorismo.

Blázquez coincidió con el gobierno en el diálogo sostenido con el grupo separatista vasco ETA —un intento frustrado para que esa organización depusiera las armas— e incluso se ofreció indirectamente como mediador, por su condición de obispo del País Vasco.

Rouco, en cambio, pidió que no se votara a los partidos "que dialogan con la banda terrorista", en referencia a ETA, acompañado de una veintena de obispos en manifestaciones celebradas en Madrid contra la política del gobierno, olvidando quizás que diálogos similares fueron celebrados por gobiernos anteriores, inclusive del PP.

El ex presidente socialista Felipe González (198-1996) se lo recordó en un programa transmitido por la estatal Televisión Española.

"El hecho de que la jerarquía católica estuviera en su día sentada en la mesa de negociación con ETA no me sorprende, lo que me sorprende es que ahora, 10 años después, lo vea como 'algo deplorable'", dijo González.

"Para luchar contra ETA hay que estar unidos y apoyar al gobierno, aunque no te guste, como yo hice con (José María) Aznar, cuando dijo de la banda que 'era un movimiento de liberación vasco'", agregó.

Aznar, del PP, sucedió a González al frente del gobierno, entre 1996 y 2004.

La pregunta que se hacen ahora muchos españoles es si el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal librará o no un comunicado exhortando a votar por el PP, cuando faltan apenas cinco días para las elecciones.

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