MÉXICO: La izquierda en ruta de implosión

En menos de dos años, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), principal fuerza de izquierda de México, pasó de su mejor desempeño electoral en la historia a una caída drástica de apoyo, mientras los conflictos internos amenazan con un cisma.

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Analistas concuerdan en que el PRD, hoy la segunda fuerza parlamentaria de este país, podría sufrir una implosión. La posibilidad tomó cuerpo al arrancar a fines de enero la campaña por la renovación de su directiva en elecciones internas, programadas para el 16 de marzo.

Los principales candidatos a ocupar la presidencia del partido son Jesús Ortega y Alejandro Encinas, cuya principal diferencia radica en la postura ante el ex candidato presidencial del sector, Andrés López Obrador. El primero marcó con él cierta distancia, mientras el segundo es un incondicional.

Ortega, de corte socialdemócrata, ofrece construir un PRD moderno, dialogante y "propositivo", mientras Encinas aspira a mantener una férrea línea de izquierda. Ambos reconocen que el partido atraviesa una profunda crisis por la existencia de corrientes internas y posturas opuestas.

Tras asegurar que perdió las elecciones de julio de 2006 por un fraude —cosa que la justicia niega— y desconocer la presidencia del conservador Felipe Calderón, el apoyo al PRD mermó drásticamente.

Según la encuestadora privada IPSOS-BIMSA, ese partido tiene buena imagen para menos de 20 por ciento de los entrevistados. El PRD perdió la presidencia en las elecciones pasadas por apenas medio punto porcentual ante Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN).

"México necesita una alternativa de izquierda viable, pero el PRD se ha dedicado en los últimos meses a dilapidar su capital político con posiciones políticas arriesgadas y luchas internas, lo que deja a un sector de la población sin esa opción", dijo a IPS el politólogo Lucio Contreras, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Si el PRD no logra recomponer su imagen y ofrecer para las elecciones legislativas de julio de 2009 "algo más que amenazas y bloqueo de todo tipo de acuerdos", sufrirá una derrota estrepitosa, pronosticó Contreras.

De todos modos, con no pocas dificultades, la izquierda también llegó a acordar con adversarios la aprobación de reformas electorales y la designación de funcionarios para esa área del Estado, así como normas fiscales y presupuestales.

El PRD fue creado a fines de los años 80 por un desprendimiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México de 1929 a 2000, al que se le sumaron corrientes izquierdistas y socialdemócratas opositoras.

Hoy en su mejor momento, el PRD gobierna seis de los 32 estados de este país, entre ellos el distrito de la capital, y es el segundo grupo político de la Cámara de Diputados, con 127 de sus 500 miembros, y el tercero del Senado, con 26 de los 128 escaños.

Pero su caída ha sido constante en las elecciones locales posteriores a las presidenciales de 2006. Tal desempeño tiene que ver, según la mayoría de analistas, por su posicionamiento frente a Calderón.

López Obrador, quien llama "pelele" al presidente en funciones, encabeza en el PRD una línea de acción renuente a cualquier acercamiento con el gobierno. El ex candidato sostiene que respeta a quienes tienen otras posiciones en su partido.

Sin embargo, el ex candidato y alcalde de la capital entre 2001 y 2005 llama traidores a correligionarios que llegan a tener un acercamiento con autoridades o a considerar propuestas del Poder Ejecutivo.

"Basta de llamar traidores a quienes pensamos diferente y a considerar que solo una posición es la válida", dijo Ortega.

Encinas, su competidor por la presidencia del PRD al que López Obrador apoya, se comprometió a trabajar por la unidad del partido y, al mismo tiempo, a respaldar el movimiento social paralelo que desarrolló el ex candidato presidencial en los últimos meses.

Ese movimiento es la Convención Nacional Democrática, cuyo objetivo es crear un contrapeso social al gobierno "espurio" de Calderón, según proclaman sus comunicados.

Esa instancia, que reúne a agrupaciones sociales y a diversas fuerzas de izquierda, designó en noviembre de 2006 a López Obrador como "presidente legítimo".

Algunos analistas especulan que, si Encinas no gana la presidencia del PRD, el ex candidato presidencial y sus seguidores formarían otro partido.

Debido a las divisiones de la izquierda, parte del funcionamiento institucional del país se ha visto detenido, pues el grupo parlamentario del PRD, a pesar de su fortaleza, no tiene siempre una posición unitaria.

La "izquierda peleonera y andrajosa tiene en vilo las decisiones del país", escribió el columnista del diario Reforma, Roberto Zamarripia.

"La elección de presidente nacional del PRD ha frenado decisiones tales como el nombramiento del nuevo presidente del IFE (Instituto Federal Electoral), el debate sobre las reformas en la industria energética y la reforma judicial, entre otras", evaluó Zamarripia.

Según el politólogo Arnaldo Córdova, de la Universidad Nacional Autónoma de México y articulista del diario La Jornada, la "izquierda real" de México es "pelada, maloliente, malhablada, provocadora, violentita a veces, inculta, sin valores éticos, oportunista, corrupta, a veces traidora, incapaz de hacer tratos, sin programa cierto, sin verdaderas alternativas que ofrecer".

La comisión organizadora del X Congreso del PRD, realizado en 2007, reconoció que en ese partido falta "institucionalidad" y prevalecen las luchas intestinas, el pragmatismo y la ausencia de una cultura democrática.

"Hacia fuera, la crisis del partido se refleja en pérdida de autoridad moral y de credibilidad ante la sociedad", apunta el documento.

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