VENEZUELA-COLOMBIA: Congelamiento visto desde la frontera

Cuando IPS cruzó el domingo la frontera entre Venezuela y Colombia por el poblado venezolano de Ureña hacia Cúcuta, no había un alma en el retén fronterizo.

Sólo tres amables guardias nacionales de Venezuela, entre ellos una mujer, dejaron pasar el destartalado taxi venezolano sin hacer preguntas. Faltaban pocos minutos para las nueve de la mañana, hora venezolana, una hora más temprano en Colombia. Del lado colombiano del puente binacional no había ninguna autoridad.

"Qué raro. Desde hace un mes ha habido todos los días una cola grandísima (de vehículos en fila para pasar), y por este puente siempre hay cantidad de gente a pie a esta hora", comentó el taxista, de doble nacionalidad como muchos aquí. "Siempre pasa así antes de Navidad".

Esa mañana el hombre no había oído las noticias que daban cuenta de que el presidente venezolano Hugo Chávez había destapado la verdad de las relaciones con su par colombiano Álvaro Uribe, y había puesto a su gobierno y a sus militares en máxima alerta.

"El gobierno de Colombia no quiere la paz. Ahora sí me convencí", dijo en referencia a la decisión de Uribe, la semana pasada, de cesarlo como mediador para conseguir que la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) liberara a entre 45 y 50 rehenes civiles, militares y policías, algunos a punto de cumplir 10 años en cautiverio, a cambio de la libertad de unos 400 a 500 insurgentes presos.
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A eso Uribe replicó con un no menos cordial: "No admitimos que se abuse de nuestra tragedia para venir a incorporar a Colombia a un proyecto expansionista que poco a poco va negando las libertades que con tanta dificultad este continente ha logrado conquistar".

La vívida frontera a la altura de Cúcuta, capital del norteño departamento colombiano de Norte de Santander, es un hervidero, incluso los fines de semana.

En épocas normales y de lunes a viernes, los vehículos pesados esperan hasta dos días en fila de varios kilómetros, frente a los puentes de San Antonio y Ureña, mientras se les permite pasar al estacionamiento del lado venezolano, donde se les revisa la mercancía que llevan, se cobra el impuesto tributario y se hace el aforo respectivo de los productos, antes de que puedan proseguir camino.

Según calcula la Federación Colombiana de Transportadores de Carga, por ambos puntos pasan a diario entre 2.000 y 5.000 toneladas por un valor de unos 500.000 dólares, en unas 500 "tractomulas" (camiones remolque) que compiten por el espacio con vehículos menores como taxis, legalmente inscritos o "piratas", busetas de transporte de pasajeros y automóviles particulares.

La aduana de San Antonio tiene lugar para 20 camiones pesados. El método es que se revisa su carga y, hasta que no se termina con el papeleo y sale ese lote de camiones, no entran los siguientes 20.

Los que más se demoran en pasar son los camiones "niñera", que transportan automóviles nuevos ensamblados en Colombia para su venta en Venezuela.

En cambio, los vehículos con alimentos cruzan con relativa rapidez a Venezuela, llevando sobre todo carne refrigerada y huevos.

En Ureña funciona la aduana alterna, que es más pequeña. Allí los vehículos se revisan con rayos X, y el punto tiene fama de ser un paso rápido, incluso para pasajeros. Por aquí entra a Colombia sobre todo carga venezolana de hierro, plástico y aluminio.

El mismo domingo, aunque no traían aún las declaraciones del mandatario venezolano, los diarios colombianos mostraban grandes títulos sobre la que se considera "la peor" crisis en la historia de los dos países.

El medio colombiano más sensible a todo lo que ocurre con y en Venezuela es el diario cucuteño La Opinión: "FARC quieren crear fisuras en relación binacional: Uribe", se leía en toda la plana dominical, en referencia a la guerrilla izquierdista surgida en 1964.

"Esto afectará relaciones: Chávez", decía el bogotano El Tiempo sobre lo expresado por el venezolano el sábado, cuando advertía que "no tengo la menor duda" de los efectos de la suspensión de su mediación.

La Opinión reportó el domingo que la soledad en Ureña y en San Antonio del Táchira, principal paso fronterizo hacia Cúcuta, se mantenía desde el sábado, pese a ser ése día de mercado, "porque los controles se endurecieron por parte de la Guardia Venezolana" y ésta "no está dejando pasar nada".

"La gente prefiere mejor no venir", agregó el diario, temerosa de que el control exacerbado produzca aún más largas horas de espera, por una parte, y además el decomiso de mercancía de contrabando, que es proverbial en esta zona.

En las calles de Cúcuta había este lunes expectativa por cómo se desarrollarían los acontecimientos.

El ciudadano de a pie está de acuerdo en que la más afectada es la población de frontera, pero sobre todo aquellos que viven del comercio día a día, aprovechando variaciones de precios a un lado y otro de la línea. Por ejemplo, la gasolina: la venezolana es posiblemente la más barata del mundo, mientras en Colombia se vende a precio internacional más impuestos.

Los pequeños contrabandistas de gasolina venezolana, llamados "pimpineros", decían hasta el domingo que la crisis no los afectará, pues su actividad de todas formas es ilegal y pasan el líquido por puntos donde no hay ningún control.

Mientras medios y analistas colombianos relacionaban los ataques de Chávez a Uribe con la aparente debilidad, en las encuestas, del "Sí" a la reforma constitucional que propone el venezolano y que será sometida a consulta popular el domingo 2 de diciembre, un vendedor callejero de jugos en Cúcuta lamentó que se hubiera abortado la gestión mediadora de Chávez. "Eso iba bien", dijo a IPS.

La dueña de una tienda cucuteña tildó a Chávez de "loco", opinión que se abre paso en los medios colombianos. Pero otros piensan que lo ocurrido sincera las relaciones entre dos presidentes antagónicos cuyos asesores han presentado como "amigos" a los que uniría una relación en la que habría "química".

En todo caso, a partir de este lunes se pone a prueba qué tanto afecta al comercio binacional el "congelamiento" de las relaciones dispuesto por Chávez.

El "congelamiento", aplicado también a España, es una figura inexistente en la diplomacia internacional, sostienen expertos colombianos, por lo tanto la expectativa es grande.

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