ALIMENTACIÓN-BOLIVIA: Batalla desigual contra el hambre

En el populoso barrio paceño de Achachicala, en Bolivia, pastores y voluntarios de la iglesia evangélica del Ejército de Salvación combaten la desnutrición de unos 500 niños y niñas con menos de medio dólar por cada plato de comida.

De lunes a viernes, un candado es abierto a las ocho de la mañana para liberar los pesados metales de una colorada reja corrediza de la sede religiosa y da paso a sonrientes niños agotados por una larga caminata, en algunos casos de hasta cuatro kilómetros, y los religiosos les tienden una mano y un plato de comida.

Achachicala, una palabra en aymara que significa piedra vieja, es una antigua zona industrial, ubicada a siete kilómetros al norte del centro de La Paz, comprendida entre los suburbios pobres asentados en las faldas de las cadenas montañosas de igual nombre que la ciudad sede del gobierno boliviano.

Seis iglesias, hogares y albergues para niños, niños, adolescentes y adultos, fueron instalados en la ciudad por la iglesia evangélica en casi 90 años de actividad en Bolivia, y en ellos se ofrece desde una ración de comida, asistencia médica, orientación familiar y apoyo psicológico.

La Operación Rescate Infantil (ORI) está bajo el mando de los mayores y pastores, Julia Rocabado y Héctor Herrera, con una doctrina basada en la Biblia.

"Tenemos la misión de rescatar niños de la pobreza material y espiritual para convertirlos en adultos responsables en nombre de Jesús", explicó a IPS la mayor y seminarista Rocabado.

El Ejército de Salvación es una extensión de la Iglesia Evangélica Universal y en Achachicala obtiene el respaldo financiero de la organización no gubernamental "Compassion International", con sede en el central estado estadounidense de Colorado. Con el compromiso hacia las personas más necesitadas y afectadas por la pobreza espiritual y económica, realizan periódicas búsquedas de las familias en situación difícil y las asisten sin importar sus creencias religiosas.

Los menores comprendidos entre tres y siete años son identificados por un equipo de visitadoras sociales, quienes evalúan las carencias y otorgan el beneficio a una parte de los hijos del círculo familiar, explicó Rocabado.

Por cada cinco hijos, dos reciben la beca, aunque la directora del programa reconoce que la elección de una parte de la familia "es lo más doloroso". Empero, justifica la forma de trabajo porque evita su transformación en un paternalismo que liberaría la responsabilidad de los padres con su familia.

Esta iglesia deposita su especial atención a los niños desnutridos detectados durante los exámenes médicos por su bajo peso y estatura, y poco aprovechamiento de la enseñanza escolar.

El pasado año, 35 niños de los que atendían aún tenían síntomas de desnutrición, pero este año la cifra bajó a 20, explicó Rocabado sin esconder su satisfacción.

La ministra de Salud, Nilda Heredia, informó a IPS que el gobierno ha trazado un plan encaminado a disminuir a la mitad la desnutrición que afecta hoy a casi 400.000 niños y niñas, 30 por ciento de la población infantil del país.

En su primera fase, el Programa Desnutrición Cero del Ministerio de Salud está dedicado a atender a los niños con ese problema crónico de menores de cinco años, la mayoría de los cuales viven en zonas rurales y en hogares donde el grado de instrucción de los padres es bajo.

El plan brindará servicio de atención comunitaria en alimentación y nutrición a través de un equipo compuesto por un nutricionista, un pediatra y un asistente social.

Los departamentos de Chuquisaca, Potosí, Cochabamba y La Paz, concentran a la mayor cantidad de menores con falta de alimentación suplementaria, según los informes del despacho de Salud.

Las autoridades comenzaron a instalar unidades nutricionales en los municipios con mayores indicadores de pobreza, como el caso de Ocurí, en el norte del departamento de Potosí, con una infraestructura para atender a 15.000 niños y niñas de la localidad y regiones adyacentes.

Bolivia debe disminuir a la mitad para 2015 el porcentaje de personas que padecen hambre en el país, que en 1990 afectaba a 38,3 por ciento de la población, indicador base establecido para cumplir con los ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM) aprobados en 2000 por la Organización de las Naciones Unidas, el primero de los cuales es el combate a la indigencia.

En el comedor del Ejército de Salvación, la batalla contra la desnutrición se libra en medio de dificultades económicas que obligan a sus responsables a comprar alimentos con un presupuesto muy ajustado, pero con el interés de calmar el hambre de cerca de medio millar de niños por día, en dos turnos.

A primera hora de la mañana, el desayuno consiste en una taza de leche combinada con avena, acompañada de un pan con el aderezo de mantequilla.

Los hogares pobres consumen habitualmente una infusión de cáscara de cacao (sultana), algo endulzada, y un pan, con escaso valor nutritivo.

A mediodía, el almuerzo, por lo general, consiste en una sopa de verduras y luego un segundo plato con fideos sazonados, ensaladas de verduras, y un vaso de jugo de papaya.

La quinua, el trigo y la lenteja, abundante en las zonas altiplánicas y vallunas del departamento de La Paz, también ingresan en el menú elaborado cuidadosamente por una nutricionista.

Un cálculo aproximado, según Rocabado, permite determinar que una ración de mediodía puede alcanzar un costo aproximado de 47 centavos de dólar, sin incluir los servicios del personal de cocina.

Ajustado en presupuesto, pero nutritiva en un país donde las políticas de asistencia alimentaria son escasas, la tarea de los voluntarios alivia el peso de las obligaciones de familias en la que jefes o jefas de hogar no encuentran fácilmente una oportunidad laboral.

En Achachicala, las familias pobres tienen generalmente a su frente a un trabajador eventual con oficios varios como la albañilería, mientras la madre está abocada a las tareas hogareñas, al cual agrega otras para obtener ingresos como el lavado de ropa de vecinos.

Un obrero de la construcción recibe un ingreso promedio en Bolivia al equivalente de nueve dólares por una jornada laboral, pero muchos empleadores reducen ese monto hasta unos cinco dólares que acumulados durante un mes no superan los 100 dólares.

De ese modo el dinero resulta insuficiente para cubrir las obligaciones de familias que en promedio son de cinco miembros.

Las madres tienen un mercado laboral difícil. Su falta de preparación las obliga a prestar servicios de lavado de ropa, por el cual obtienen el equivalente a 60 centavos de dólar, por cada docena de prendas de vestir.

Una de estas familias, compuesta por los padres y 10 hijos, dejó al cuidado de los niños a la hermana mayor de 16 años, durante la temporada de vacación.

Al retornar al programa de asistencia social, los médicos del Ejército quedaron sorprendidos al confirmar que ella había dejado de comer para alimentar a sus hermanos menores y cayó en un estado de anorexia, según relata Rocabado.

Cada día, el hogar debe tratar casos de maltrato familiar, machismo en el hogar expresado en violencia contra la mujer y los niños, y alcoholismo instalado en hogares donde las esperanzas se esfuman lentamente.

¿Dónde está el gobierno? interroga Rocabado al reclamar mayor apoyo a familias humildes con programas de alimentación y asistencia médica.

Al terminar la hora del almuerzo y antes de abandonar el lugar, los niños se dan vuelta para mirar el comedor y nuevamente desafían a la caridad de los voluntarios y lanzan una pregunta: "¿…no queda alguito más para comer?"

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