La imagen avejentada y delgada de un ex gobernador estatal de México, liberado este jueves luego de seis años de cárcel para ser detenido otra vez, se asemeja a la del otrora poderoso cartel de Juárez, con el que habría colaborado.
Al igual que el detenido, el poder de ese grupo de narcotraficantes se esfumó en los años 90. Hoy, el cartel de Juárez es un actor secundario.
Según reportes oficiales y expertos consultados por IPS, en el mapa actual del narcotráfico participan una docena o más de los llamados carteles, entre los que tres se destacan por su poder.
Entre estos grupos hay diversos perfiles y en sus relaciones prima el desorden, la atomización y la violencia.
Ya no sólo traen drogas como cocaína y marihuana desde América del Sur para llevarla a Estados Unidos, como en los años 80 y 90, sino que ahora producen heroína con cultivos locales de adormidera (amapola) y drogas sintéticas, cada vez más demandadas en el vecino país.
Además, entre ellos se diputan un creciente mercado interno.
Mario Villanueva, gobernador entre 1993 y 1999 del estado caribeño de Quintana Roo y miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), estuvo seis años preso por cargos de lavado de dinero. Más de 20 testigos lo señalan como protector del cartel de Juárez.
Villanueva fue detenido en mayo de 2001 y desde entonces estuvo preso en una cárcel de alta seguridad. La madrugada de este jueves salió libre, pero las autoridades volvieron a detenerlo de inmediato para atender un pedido de extradición formulado por la justicia de Estados Unidos.
Ese país lo acusa de ayudar a introducir a su mercado 200 toneladas de cocaína colombiana en el periodo en que fue gobernador.
El cartel de Juárez con el que Villanueva colaboraba era liderado por el hoy fallecido Amado Carrillo, quien llegó a usar aviones 747 para transportar droga desde América del Sur hasta México y Estados Unidos. Por eso se ganó el mote de "El señor de los cielos".
Villanueva asegura que las acusaciones en su contra son falsas y que su único delito es haber sido un gobernador ajeno al grupo político cercano al ex presidente Ernesto Zedillo (1994-2000), también del PRI.
Antes de ser acusado, el ex funcionario se mostraba como respetado político que se codeaba con acaudalados empresarios y aparecía continuamente en compañía de hermosas mujeres.
Hoy es un hombre avejentado y extremadamente delgado por el que nadie en el PRI pone las manos en fuego.
En los años en que Villanueva fue gobernador, el cartel de Juárez operó como un actor relevante en el mercado de drogas, pero con la muerte de su jefe en 1997 —tras someterse a una cirugía plástica— y la detención de varios de sus operadores, su poder mermó.
La época gloriosa del cartel de Juárez, que al parecer pagaba medio millón de dólares mensuales a Villanueva a cambio de protección y facilidades para el transporte de drogas, se esfumó al inicio del gobierno de Vicente Fox (2000-2006), primer presidente ajeno al PRI desde 1929.
De acuerdo a documentos de inteligencia del gobierno del presidente Felipe Calderón, en funciones desde diciembre, el cartel de Juárez es ahora un jugador menor en el narcotráfico, integrado al de Sinaloa, que toma su nombre de uno de los estados mexicanos fronterizos con Estados Unidos.
Los carteles antiguos ya no existen. "Ahora hay bandas grandes, medianas, pequeñas, con mayor o menor fortaleza, algunas con más o menos organización, y otras con características muy particulares", dijo a IPS Luis Astorga, investigador y experto en narcotráfico de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En esa atomización y en su lucha por controlar los mercados de la droga radica parte del origen de la violencia que se registra en México desde el gobierno de Fox, sostiene este experto.
Es que hay un cambio completo en las estructuras del narcotráfico, reconoció en una reciente entrevista el procurador (fiscal) general, Eduardo Medina.
Eso, junto a "los cambios en los mercados, implica una disputa entre ellos, fusiones o alianzas que hacen menos preciso el mapeo" de las organizaciones actuales, declaró el funcionario.
Las principales fuerzas con vigencia serían el cartel de Tijuana, el del Golfo y el de Sinaloa. Sin embargo, hay otros grupos como La Familia, Mileno, el de los hermanos Díaz Parada y el de la familia Amezcua, entre otros.
No hay ahora mayor coordinación entre esos diversos grupos, como sí sucedía en el pasado, apunta Astorga.
Para Guillermo Zepeda, integrante del no gubernamental Centro de Investigación para el Desarrollo, donde coordina el proyecto "Seguridad Ciudadana y Justicia Penal en México", la violencia se da por "ajustes en el nuevo mercado de drogas, sobre todo en Estados Unidos, donde hay un nuevo tipo de drogas sintéticas".
Se está dando, además, una lucha calle por calle por los mercados locales, estimó este observador.
El actual gobierno promete poner fin a la violencia con una creciente intervención del ejército. Pero el éxito prometido no aparece a la vista.
Los operativos contra el narcotráfico cumplieron ya seis meses, pero las ejecuciones y los enfrentamientos siguen. En lo que va del año han muerto unas 1.200 personas, mientras entre 2000 y 2006, durante la gestión de Fox, fueron 9.000.
Calderón apeló al mayor despliegue de las Fuerzas Armadas, compuestas por 300.000 efectivos, amparado en cláusulas constitucionales que admiten estos operativos en caso de graves problemas de seguridad interior, y en la resolución de la Corte Suprema de Justicia de marzo de 1996, que estableció jurisprudencia al indicar que los militares podían actuar en apoyo de la policía.
La presencia de militares en la lucha contra el narcotráfico data de mediados de los años 90, cuando el entonces presidente Zedillo la dispuso por primera vez.
Pero fue Calderón el que desplegó mayor número de soldados y el que entregó la mayoría de los mandos estratégicos a militares.
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