UNIÓN EUROPEA-ÁFRICA: Comercio entre el gato y el ratón

Las negociaciones comerciales entre la Unión Europea (UE) y varias regiones africanas son comparables a una pelea de boxeo entre un escolar y un campeón de peso pesado, afirman activistas que reclaman una solución para la pobreza en África.

La disparidad es particularmente evidente en las conversaciones entre gobiernos de países de África oriental y austral y la UE, que busca firmar con ellas un tratado de asociación económica (EPA, por sus siglas en inglés) antes de fin de este año.

Por un lado, la UE cuenta entre sus 27 miembros a la mitad de los "socios" del club de las naciones más ricas y poderosas del planeta, el G-8 (Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia), por el otro, 13 de los 16 países africanos que toman parte en la negociación se encuentran, según informes de las Naciones Unidas, entre los más pobres.

El grado de integración entre las dos regiones tampoco admite comparación. Mientras los admiradores de Europa elogian a la UE como el ejemplo más exitoso de unión entre numerosos países, las 16 naciones del este y sur de África pertenecen a cinco asociaciones económicas cuyos objetivos y acciones se superponen. Estos países, además, no tienen ni status legal como "bloque" ni los equipos técnicos necesarios para encarar una compleja negociación.

Sin embargo, no es sólo la falta de destreza política lo que ocasiona la incertidumbre africana en las negociaciones. Los EPA están concebidos para reemplazar el Acuerdo de Cotonou entre la UE y los países 79 de África, Caribe y el Pacífico que fueron colonias europeas (ACP), que funcionaba como una combinación de ayuda a través del comercio y fue firmado en 2000 en Benín.

Peter Mandelson, comisario de Comercio de la UE, negó que su objetivo fuera imponer una liberalización "salvaje" a los países pobres. En un artículo para el diario The Standard, de Kenia, indicó que la apertura de las economías a los productos del exterior no sería simétrica.

La UE, afirmó Mandelson, abrirá completamente sus mercados para las exportaciones africanas en el instante en que el acuerdo comercial entre en vigor, mientras que los países de África gozarán de un prolongado período de transición para remover sus barreras comerciales a las importaciones europeas. "No tenemos intereses comerciales agresivos en esta negociación", señaló Mandelson.

Sin embargo, organizaciones no gubernamentales que critican el posible acuerdo comercial con la UE, indican que los países africanos finalmente deberán eliminar los aranceles que actualmente aplican a 80 por ciento de las importaciones desde Europa y que constituyen, en promedio, la cuarta parte de sus ingresos fiscales.

Zambia, por ejemplo, perdería 16 millones de dólares, el equivalente a su presupuesto anual para combatir el sida, indican los críticos, entre los que se encuentran organizaciones cristianas internacionales y no gubernamentales que proponen un comercio justo, como Christian Aid, Tearfund y Traidcraft.

Temwa Gondwe, quien integra la Red para la Justicia Económica de Malawi, piensa que el acuerdo comercial puede dañar las posibilidades de desarrollo de su país. "Podemos ver a Malawi exportando materias primas como tabaco, té y café en grano, cuando lo que necesitamos es incorporar valor agregado y exportar productos terminados", dice Gondwe en una entrevista con IPS.

"Las condiciones para firmar el acuerdo comercial no nos garantizan que tal cosa suceda", agrega y predice que su gobierno podría firmar un mal acuerdo por temor a que una respuesta negativa genere represalias de la UE, como la suspensión de la ayuda económica.

En Kenia, activistas que sostienen la idea del comercio justo dicen que el acuerdo con la UE será un desastre para los agricultores del país, quienes se verán forzados a competir con crecientes importaciones de productos subsidiados en Europa como maíz, trigo, lácteos, carne, arroz, tomates y harina.

Esther Bett, de la organización keniata Resources Oriented Development Initiatives, cree que el agro de su país no ha recibido la asistencia necesaria para desarrollarse. "Soy productora de leche y mis ingresos son iguales a los que obtenía mi abuelo. El efecto del EPA será que el gobierno tendrá menos recursos y el apoyo a los agricultores caerá más", sostiene.

Algunos críticos indican que el impacto negativo para Kenia de los acuerdos comerciales propuestos será incluso peor que las consecuencias derivadas de los programas de ajuste estructural impuestos por el Fondo Monetario Internacional durante las décadas de 1980 y 1990, como prerrequisito al otorgamiento de créditos.

Una de las críticas más persistentes que recibe la UE está referida a su política agrícola común, que perjudica a los campesinos de los países pobres al inundar sus mercados con productos baratos a causa de los subsidios. La Organización Mundial de Comercio fijó como meta la desaparición de todos los subsidios a las exportaciones en el año 2013.

Pero el Seatini, siglas en inglés de un grupo con sede en Zimbabwe que monitorea las negociaciones comerciales, dice que los países africanos no están ejerciendo suficiente presión sobre Europa.

Confiar en que los subsidios pasarán a la historia por obra de la OMC sería "un error estratégico", advierte la organización, ya que no está previsto imponer a los productores europeos ninguna obligación efectiva y los agricultores de los países más pobres seguirán en una posición vulnerable.

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