Unos creen que fue un mensaje exagerado, otros que sirvió para prevenir problemas futuros. Así de dispares fueron en Argentina las reacciones en torno a un informe que alertó sobre el impacto de la pesca de anchoítas en el ecosistema marino de la Patagonia.
En un artículo publicado el 5 de este mes en la revista Science, científicos de la argentina Fundación Patagonia Natural y de la estadounidense Universidad de Washington, advirtieron que la pesca de anchoíta (Engraulis anchoita) en el Atlántico Sur amenaza especies endémicas de la región que sostienen el ecoturismo.
Decenas de miles de visitantes de Argentina y del exterior llegan cada año a las costas de las provincias patagónicas de Chubut y Santa Cruz, atraídos por la posibilidad de avistar ballenas, recorrer reservas de pingüinos, lobos y elefantes marinos, y apreciar albatros, cormoranes o gaviotas.
El artículo advirtió que ese paraíso puede alterarse si se avanza en la pesca de la anchoíta, que representa 50 por ciento de la dieta del pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus) y es también alimento de merluzas, cormoranes, golondrinas, delfines, leones marinos y otras decenas de especies de la región.
El alerta "propone una perspectiva integrada del uso del mar, que contemple la interacción entre todas las especies", dijo a Tierramérica el biólogo Claudio Campagna, investigador del Centro Nacional Patagónico y experto en mamíferos marinos.
Campagna consideró que "las pesquerías mundiales rara vez son sostenibles, y su impacto sobre otras actividades e intereses que dependen de los mismos recursos no se tiene en cuenta a la hora de estimar los beneficios de la pesca".
"Lo deseable sería modelar científicamente el funcionamiento del sistema a fin de poder entender qué efectos tendría la extracción de especies críticas en procesos que involucran a fauna carismática (endémica) de la costa patagónica", añadió.
Pero Ernesto Godelman, presidente del no gubernamental Centro para la Defensa de la Pesca Nacional (Cedepesca), discrepa con tanta precaución.
"Está bien generar conciencia sobre el cuidado del ambiente marino, pero aquí hay algo de sobreactuación preventiva. La información disponible no coincide con lo publicado en Science y mucho menos con el tremendismo de las repercusiones posteriores", declaró a Tierramérica.
Por ahora "no se ven indicios de que la explotación actual o planeada de anchoíta patagónica ponga en peligro la sustentabilidad en sentido amplio, es decir incluyendo interacciones tróficas", remarcó.
Según un estudio realizado por el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), hasta ahora "la explotación comercial de anchoíta patagónica no alcanzó grandes magnitudes, promediando unas 2.000 toneladas anuales desde los años 60".
El volumen de captura dista del tolerado por el Inidep, para el cual la población de la especie que vive entre el sur de Brasil y el sur de la provincia de Buenos Aires (anchoíta bonaerense) el máximo permitido es de 120.000 toneladas anuales, y para la patagónica unas 60.000 toneladas.
"En Inidep somos muy precavidos, y sostenemos que el problema no es tan dramático", declaró a Tierramérica un científico de esa entidad que participó de las investigaciones pero prefirió el anonimato.
La preocupación por el recurso comenzó en 2003, cuando el Consejo Federal Pesquero aprobó el Plan de Investigación para el Desarrollo de una Pesquería Sustentable de Anchoíta Patagónica, propuesto por la provincia de Chubut.
Frente a la emergencia declarada para la sobreexplotada merluza común (Merlucius hubbsi), la provincia apuntaba a avanzar sobre una especie subexplotada. El plan experimental, prorrogado en 2005, contó con la participación de funcionarios, empresas pesqueras, técnicos del Inidep y de la Fundación Patagonia Natural.
Ahora la Fundación sostiene que los estudios del Inidep no incluyeron mecanismos específicos para cuantificar los efectos de la pesca de anchoíta sobre peces y fauna salvaje que dependen de ella. Y además manifestó su temor de que el recurso se destine a fabricar harina de pescado.
La fuente del Inidep respondió que el organismo "no estudia en particular el impacto sobre las demás especies", pero que sí las involucra al considerar parámetros como la muerte natural de anchoítas cuando otro animal se alimenta de ellas.
Respecto del temor a que la especie se use como materia prima para la industria, Godelman explicó que el plan aprobado por el Consejo estableció que las firmas participantes "no podrán tener como objetivo la fabricación de harina".
El titular de Cedepesca señaló que sólo la anchoíta bonaerense se destina a ese rubro, y no en Argentina sino en Uruguay. Entre los dos países capturan unas 70.000 toneladas al año —sobre un máximo permitido de 120.000— y la mayoría se destina a esa industria.
"Este sí es un problema que hay que seguir de cerca. La explotación de la pesquería de anchoíta bonaerense para fabricar harina representa un riesgo real", aseguró Godelman.
* La autora es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 20 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.