AMBIENTE: ¿Se adaptarán los bosques a un mundo más cálido?

La deforestación es la mayor amenaza actual a los bosques del mundo, de los que se lleva entre 10 y 15 millones de hectáreas cada año. Pero el cambio climático puede representar un desafío mayor a largo plazo, según los científicos.

«Somos como un niño de dos años jugando con fuego, estamos jugando con algo peligroso y no comprendemos realmente qué ocurrirá «, dijo William Laurance, del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Balboa, Panamá, en referencia al cambio climático y la selva amazónica.

Los bosques y otros seres vivientes ahora viven en un planeta extraño, donde los niveles de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera son más elevados de lo que lo fueron durante un millón de años.

Estos registros sin precedentes de gases invernadero están creando un planeta nuevo y más caluroso con estados del tiempo mucho más extremos que en el pasado.

¿Qué significa esto para el 20 por ciento de los bosques originales de la Tierra que todavía está en pie? Algunos científicos creen que los bosques crecerán más rápidamente en un mundo más cálido. Otros opinan que es más probable que se incendien, sufran enfermedades o mueran por culpa de sequías.

Laurance y sus colegas mostraron que los valores más altos de dióxido de carbono en la atmósfera amazónica están cambiando la propia naturaleza de la selva existente.

«Los árboles de la selva están creciendo y muriendo más rápidamente, y se están produciendo cambios en la composición de las especies. Se desconoce las implicaciones de estos cambios a largo plazo», afirmó.

Los investigadores pronostican que la región amazónica se volverá más cálida y más seca, en buena medida como durante la sequía registrada el año pasado, donde los ríos amazónicos se secaron y fuegos arrasadores quemaron grandes áreas, que ya estaban muy secas.

Las selvas son muy vulnerables a años consecutivos de sequía, advirtió este verano boreal el estadounidense Centro de Investigación Woods Hole. «La Amazonia no puede soportar más de dos años consecutivos de sequía sin colapsar», informaron investigadores de ese centro en la localidad amazónica de Santarem.

Una de las razones de esto es que las selvas son máquinas de fabricar lluvias. Alrededor de la mitad de todas las lluvias en la Amazonia es devuelta casi inmediatamente a la atmósfera como vapor a través de la respiración de las plantas. «Eso ayuda a mantener la cobertura de nubes y a producir lluvias frecuentes, especialmente en la temporada seca, cuando los bosques son más vulnerables a las sequías y a los incendios», dijo Laurance.

Si los bosques se secan demasiado, no pueden emitir vapor, lo que crea un ciclo que lleva a que cada vez haya menos precipitaciones.

«En la Amazonia, algunos modelos sugieren que el sistema podría desestabilizarse una vez que se pierda más de 30 por ciento de la selva», dijo Laurance, reconociendo que por ahora estas son solamente conjeturas.

El científico y experto en clima brasileño Carlos Nobre, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, dijo que 40 por ciento es el punto de inflexión donde la selva más grande del mundo irreversiblemente se convertirá en sabana. Alrededor de 17 por ciento de la Amazonia ya desapareció.

Aunque mucho más pequeños, los bosques nubosos de los Andes contienen cuatro veces más plantas endémicas que otras partes del mundo. Las condiciones allí son severas, con temperaturas que van de lo fresco a lo frío y suelos pobres, así que las plantas crecen lentamente. Los científicos creen que la mayoría de las plantas no podrá sobrevivir al aumento de las temperaturas que ya está en curso, y que podría incrementarse cinco grados para el año 2100.

«Los árboles y las plantas no pueden prosperar demasiado en las montañas porque los suelos son cada vez más pobres», explicó Andreas Hamann, experto forestal de la canadiense Universidad de Alberta.

Lenta, la migración de especies arbóreas puede ser de pocos metros por siglo, pero para 2100 los aumentos de temperatura en América del Norte significarán un desplazamiento de entre 150 y 550 kilómetros hacia el norte para muchos ecosistemas forestales existentes.

«Las temperaturas rápidamente cambiantes están desequilibrando los ecosistemas forestales. Una vez que las temperaturas dejen de aumentar, el re-balance podría insumir 2.000 años», dijo Hamann, quien recientemente completó estudios sobre los impactos del cambio climático en los bosques canadienses.

Sin embargo, el experto señala que «a corto plazo, el gran problema para los bosques no es el aumento de la temperatura, sino los cambios que esto conlleva».

Las temperaturas más elevadas están cambiando los patrones climáticos y produciendo más extremos, entre ellos sequías más prolongadas y enormes incendios forestales.

Solamente en 2003, Siberia perdió 40.000 kilómetros cuadrados de bosque boreal por incendios. Alaska y Canadá experimentaron el peor incendio de la historia en 2004.

Según investigadores del Servicio Forestal Canadiense, cada año se pierden casi 2,6 millones de hectáreas por incendios, lo que supone un enorme aumento en relación a más de un millón registrado a comienzos de los años 70. Ellos pronostican que el cambio climático creará condiciones todavía más secas en los bosques boreales de Canadá y Rusia, convirtiendo en una virtual certeza el futuro aumento de los incendios.

Nadezhda Tchebakova, del Instituto de Investigación Forestal de la Academia Rusa de Ciencias, fue aún más lejos: pronosticó que para 2090 las regiones boreales se volverán tan secas que se convertirán en estepa o pradera.

Pero el cambio climático no será el fin de los bosques.

La reforestación y la regeneración natural aumentaron drásticamente la cantidad de bosques en por lo menos 22 países, según un nuevo informe publicado el 13 de noviembre por el Proceedings of the National Academy of Sciences. China e India, por ejemplo, tienen más cobertura boscosa que hace 15 años. Buena parte del nororiente de Estados Unidos es casi todo bosque ahora, cuando hace entre 50 y 100 años era tierra de cultivo.

«La demanda de papel y productos de madera cayó y hay un mayor interés en la reforestación», dijo Jesse Ausubel, de la Universidad Rockefeller de Nueva York, coautor del estudio. Estos nuevos bosques no tienen la biodiversidad de los originales, pero «ofrecen la opción de que ésta vuelva», señaló.

* Este artículo es parte de una serie sobre desarrollo sustentable producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales). Publicado originalmente el 18 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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