BRASIL: Hijos enseñan a sus padres agricultura familiar

Las prácticas agrícolas pasaron durante siglos de padres a hijos. Un programa de educación rural osó romper esa tradición y logró el renacimiento de la agricultura familiar en el municipio brasileño de Três Passos, elevando el PIB local por persona de 2.800 a 6.500 dólares, entre 1998 y 2004.

«Siempre quise dejar el campo para buscar empleo en la ciudad y mejorar mi vida», reconoce Claudiana Inara Urnau, de 18 años. Ese era el sueño de casi todos los hijos de pequeños agricultores de Três Passos, en el sureño estado de Rio Grande do Sul, que se destaca por su producción de leche y de porcinos.

El futuro de Claudiana comenzó a cambiar cuando la profesora de matemática e historia Zilá Maria Breitenbach fue elegida en 1997 alcaldesa de este municipio ubicado a 40 kilómetros de la frontera con Argentina, con el desafío de revertir el éxodo de los jóvenes rurales hacia las zonas industriales del sur de Brasil.

[related_articles]Los adolescentes, decepcionados por la falta de perspectivas en el campo y estimulados por las historias de prosperidad urbana que leían en los manuales escolares, comenzaron a dejar sus fincas, que en Três Passos tienen una superficie media de 10 hectáreas.

Ese éxodo, que afectó a buena parte de las dos mil pequeñas propiedades rurales, fue debilitando la actividad agropecuaria del municipio que en la década de 1970 era considerado la capital brasileña de la ganadería de porcinos.

La situación se volvió tan crítica que la jubilación rural pasó a ser la principal fuente de ingresos de muchas familias de agricultores.

En el primer año de mandato, Zilá Breitenbach, reelegida en 2001, promovió debates con representantes de toda la comunidad de Três Passos sobre los principales problemas del campo, base de la economía de este municipio de 24.000 habitantes, 70 por ciento de los cuales viven en la zona urbana.

El resultado fue el lanzamiento en 1998 del Programa Sembrando Educación y Salud en la Agricultura Familiar, que recibió en diciembre del año pasado el premio Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) Brasil 2005, promovido por el gobierno en sociedad con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Entre 1998 y 2006, 2.250 alumnos fueron beneficiados con el Programa Sembrando. Pero, según datos de la alcaldía, no todas las propiedades rurales implantaron este modelo que está revitalizando la agricultura familiar. Algunos agricultores son más resistentes que otros.

APRENDER A ADMINISTRAR

[pullquote]1[/pullquote]»No teníamos idea de lo que era el programa. Después de las clases, aumentamos en apenas un año la producción de leche de 2.600 litros a casi 4.000, dividiendo en parcelas las pasturas y adoptando el pastoreo rotativo con nuestras 10 vacas», relata Claudiana. Su vida no fue la única que cambió.

«Ahora tengo mucha más voluntad de estudiar. Aprendí a hacer cosas nuevas en casa. Cuando estudiaba técnicas agrícolas en el aula, como plantar hortalizas, luego hablaba con mi madre. Mi padre no me escuchaba», recuerda Patrícia Fernanda Schaab, de 15 años, ex alumna de una de las cinco escuelas rurales de Três Passos.

«Este año pedí al hermano de Patrícia, Diego, de 11 años, que preguntase en la clase cómo cultivar tomate. Nunca lo habíamos plantado. Yo aprendo junto con mis hijos», relata Clair Schaab, de 43 años. «Ellos también tienen buenas ideas», admite ahora el padre de Patrícia y Diego, Inácio Valdir Schaab, de 44.

«La finca es una empresa. Eso lo aprendí en el Programa Sembrando. Ingresaba dinero, pero nadie pensaba cómo administrarlo. Quiero permanecer en la granja, aprendiendo siempre. No tengo de qué quejarme. Antes producíamos 100 litros de leche, ahora estamos en 360», dice Diego Paetzold, de 17 años, joven productor lechero.

«Los alumnos de nuestras cinco escuelas municipales en la zona rural ahora entienden que pueden vivir del producto de la tierra, siempre que administren la propiedad. Otra conquista del programa fue el rescate de las agroferias (ferias agropecuarias), que han mejorado la integración de las comunidades», asegura la ahora ex alcaldesa Zilá Breitenbach.

«Conversé con los jóvenes que pasaron a transmitir su conocimiento a los padres y quedé impresionada con los resultados», afirma la asesora técnica de la Secretaría Nacional de Articulación Social de la Presidencia de la República, Alexandra do Lago Grazinoli, una de las evaluadoras de los proyectos finalistas del Premio ODM Brasil 2005.

CLASES DIFERENCIADAS

El pequeño Lair Silveira, de 14 años, levanta la mano durante una clase de producción de bovinos lecheros en la Escuela Municipal Guia Lopes, y pregunta al técnico agrícola Jair Locatelli: «Profesor, ¿por qué hay que hervir la leche antes de tomarla?». La mayoría de los 11 alumnos del curso tienen vacas lecheras en sus casas.

[pullquote]2[/pullquote]El profesor explica que la leche puede tomarse sin hervir cuando el productor adopta una serie de medidas higiénicas. A partir de la duda del alumno, Locatelli continúa su clase con la composición química del alimento, definido como «sangre filtrada» en la ubre de la vaca, los cuidados requeridos en el ordeñe y en la alimentación de los animales.

Los estudiantes adolescentes de séptimo y octavo grado de educación básica reciben clases sobre técnicas agrícolas en las cinco escuelas municipales de los distritos rurales de Três Passos. Pero no son sólo cursos teóricos, sino proyectos desarrollados en sus propios predios familiares y dirigidos por cinco técnicos contratados por la alcaldía.

Las actividades están a cargo de tres secretarías municipales: Educación, Agricultura y Salud. Si bien las clases se ubican en séptimo y octavo grado, el currículo de los demás también ha incorporado temas agropecuarios. Todos los estudiantes, de todas las disciplinas, se benefician de este nuevo abordaje.

«Las cuestiones ambientales impregnan todas nuestras clases. Hoy vamos a estudiar el recalentamiento global y el aumento de la intensidad de los huracanes, fenómeno que afectó en 2004 por primera vez el litoral de Rio Grande do Sul», informa la profesora de historia y geografía Katiane Schmeier, de 26 años.

La enseñanza diferenciada fue adoptada asimismo en un liceo estadual del municipio, donde los ex alumnos de las escuelas municipales continúan su formación agrícola. A través de un convenio con la Universidad Estadual de Rio Grande do Sul, se iniciará en la ciudad este año un curso superior con énfasis en agroindustria.

QUEBRANDO RESISTENCIAS

«Una de las mayores dificultades fue la resistencia de los profesores, que no estaban preparados para la realidad rural. Nuestro desafío fue desarrollar material didáctico. Los padres también se resistieron. Inclusive hoy tenemos agricultores refractarios», asegura la educadora Lenir Buchner, coordinadora del Programa Sembrando.

«Las clases especiales ayudan a los agricultores a aprovechar otros programas municipales de incentivos a la lechería, fruticultura (melocotón, higo e uva), cría de porcinos, agroindustria y plantación de eucaliptos. Así empiezan a ver sus predios como fuente de ingresos», afirma el actual alcalde, Carlos Alberto Canova.

Esta diversificación fomentada por el poder público municipal ayudó a Três Passos a soportar en 2005 la mayor sequía sufrida por Rio Grande do Sul en los últimos 60 años, que tuvo como consecuencia una caída en la cosecha estadual de soja, maíz y frijoles de 8,5 millones de toneladas y un daño económico nunca visto, de casi 1.700 millones de dólares.

Aun con la sequía y la reducción de la cosecha de soja, la producción lechera de Três Passos pasó entre 2004 y 2005 de 10 a 14 millones de litros por año. Ese rendimiento elevó en casi 700.000 dólares los ingresos de los pequeños productores. La alcaldía estimó una expansión del PIB (producto interno bruto) de casi 10 por ciento entre esos dos años.

Los rebaños de cerdos de Três Passos crecieron en los últimos ocho años de menos de 10.000 cabezas a más de 70.000. La empresa agroalimentaria Sadia tiene en la ciudad una unidad exportadora de carne porcina, en especial para el mercado ruso, y ha elevado su producción hasta 600.000 animales faenados por año.

NUEVOS DESAFÍOS

El alcalde Canova afronta dos retos: mantener y ampliar el Programa Sembrando. A pesar del éxito de la educación rural, la cantidad de alumnos viene decayendo.

De acuerdo con datos de la alcaldía, en 2001 estaban matriculados en esos cursos 194 estudiantes, en 2002 fueron 177, en 2003 la matrícula cayó a 135, en 2004 hubo una leve recuperación, con 149 alumnos, pero en 2005 y en este año se registraron dos caídas consecutivas, con 132 y 111, respectivamente.

Según Jinete Vivian, asesora de investigación de la Secretaría de Planeamiento del municipio, esto no obedece al éxodo rural, sino a la menor natalidad de las familias del campo, que se registra en toda la región. Además, explica, al inicio del programa y por su éxito, muchos alumnos que habían dejado los estudios volvieron a la escuela.

La reducción de alumnos se registra también en siete escuelas municipales de primero a cuarto grado, ubicadas en distritos rurales de Três Passos. Varias han sido cerradas por falta de estudiantes, explica el secretario de Educación, Evandro Luis Mohr. Los alumnos son transferidos a las cinco escuelas del Programa Sembrando.

Otro problema es la falta de recursos para financiar la actividad de los cinco técnicos agrícolas que capacitan a los estudiantes, y que deben trasladarse a los predios de éstos en sus motocicletas, para lo cual sólo reciben 50 litros de combustible por mes y ninguna ayuda para su mantenimiento.

Además de visitar las fincas de los 111 alumnos, de parte de los estudiantes de enseñanza media de la Escuela Estadual Roque Gonzalez y de ex alumnos con los que mantienen vínculos, los técnicos son también solicitados por agricultores sin hijos en el Programa Sembrando.

Mientras los gestores del programa buscan soluciones, Claudiana Urnau ya no sueña con un empleo en la ciudad.

Sus prioridades son otras. Quiere continuar estudiando nuevas técnicas agrícolas en la Universidad de Rio Grande y obtener el permiso para conducir la motocicleta familiar, que ya maneja con destreza en el escarpado terreno de su pequeño predio.

Nadie sabe dónde estará trabajando en el futuro. Probablemente en su tierra. Pero, sea donde sea, tras las clases del Programa Sembrando, Claudiana Urnau dirá siempre con orgullo «mis padres son agricultores familiares de Três Passos».

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