NACIONES UNIDAS: India en carrera por secretaría general

La designación oficial del indio Shashi Taroor como aspirante de India a la secretaría general de la ONU irritó a su vecino y rival Pakistán, que podría proponer su propia candidatura para enrarecer la elección.

Tharoor, subsecretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para Comunicaciones e Información Pública, se convirtió el día 15 en uno de los cuatro candidatos asiáticos a suceder a Kofi Annan, que cesará en el puesto el 31 de diciembre tras 10 años en funciones.

El nuevo aspirante a jefe administrativo del foro mundial es el indio de mayor jerarquía en el sistema de las Naciones Unidas, donde trabaja desde 1978.

Tharoor tiene un doctorado de la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia de la estadounidense Universidad Tufts y es autor de varios libros, entre ellas la sátira política "La gran novela india".

La lista de candidatos asiáticos se completa con Jayantha Dhanapala, de Sri Lanka, el viceprimer ministro tailandés Surakiart Sathirathai y el canciller surcoreano Bhan Ki-moon.
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Fuentes políticas indicaron que Pakistán podría designar su propio candidato para irritar a India.

Sin confirmar esa posibilidad, el embajador pakistaní en la ONU, Munir Akram, sostuvo que, al aspirar a la secretaría general, "India renuncia a su pretensión de un escaño permanente en el Consejo de Seguridad" del foro mundial.

El diario Daily News & Analysis, de Mumbai (ex Bombay), especuló en su edición del sábado que los candidatos paquistaníes podrían ser el propio Akram o la alta funcionaria de la ONU Nafis Sadik, la enviada especial de Annan sobre VIH/sida.

De acuerdo con la tradición de la ONU, y que no consta en su Carta, las grandes potencias políticas y económicas no pueden aspirar a la secretaría general, lo que deja, en teoría, fuera del juego a Estados Unidos, Japón, India, China, Alemania, Francia, Rusia y Gran Bretaña.

Como consecuencia, los anteriores secretarios generales fueron el noruego Trygve Lie, el sueco Dag Hammarskjold, el birmano U Thant, el austriaco Kurt Waldheim, el peruano Javier Pérez de Cuéllar y el egipcio Boutros Boutros-Ghali, a quienes sucedió el ghanés Annan.

Pero se trata de una tradición que puede romperse, pues no está escrita sobre la roca.

La tradición también indica que el Consejo de Seguridad, de 15 miembros —cinco de ellos (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) con derecho a veto sobre sus decisiones—, recomiendan el candidato que usualmente es aprobado por la Asamblea General, la cual reúne a los 191 países que integran la ONU.

El mes pasado, el diplomático retirado T. P. Sreenivasan, quien fue embajador de India en Estados Unidos y en la ONU, previó que Tharoor sería candidato y trazó un escenario posible que, hasta ahora, se ha cumplido.

"El dilema para India no es encontrar un candidato adecuado. Se trata de la incompatibilidad entre aspirar a la secretaría general y, al mismo tiempo, a un escaño permanente" en el Consejo de Seguridad, escribió Sreenivasan.

"Pero desde que eso no parece figurar entre las posibilidades, no deberíamos renunciar a la opción de presentar un candidato a secretario general", dijo, en referencia a la obtención de un puesto permanente y con derecho a veto en el Consejo.

Como India ha seducido a Estados Unidos en la negociación de un acuerdo de cooperación nuclear que consolidó su rol como poseedor de armas atómicas —y, lo que es más importante, con sus críticas a las ambiciones nucleares de Irán—, "no parece posible que Washington vete a un indio", pronosticó Sreenivasan.

Pero el factor desconocido es el veto chino. Aunque China ha reafirmado su apoyo para que el cargo lo ocupe un asiático, podría mostrar reticencia a que sea un indio, dado el fuerte vínculo entre Nueva Delhi y Washington, que ve en la potencia sudasiática un contrapeso militar y político frente a Beijing.

Un simple veto puede condenar una candidatura al fracaso. Cuando Boutros Boutros-Ghali se presentó para un segundo periodo como secretario general a fines de 1996, perdió la elección a pesar de que obtuvo 14 de los 15 votos del Consejo de Seguridad. El veto de Estados Unidos acabó con sus posibilidades de reelección.

India también podría sufrir un traspié como el que sufrió en 1996, cuando compitió con Japón por un escaño rotativo en el Consejo. La votación fue abrumadoramente en contra de sus aspiraciones: 142 países respaldaron a Tokio y apenas 40 a Nueva Delhi.

Según los patrones de la ONU, fue un desastre político monumental.

La votación fue secreta, lo que permitió a la mayoría de los países que habían garantizado su apoyo, incluso por escrito, romper la promesa. Japón, por su parte, usó su poder económico para seducir a los gobiernos.

Esta potencia nuclear y política de Asia meridional se redimió cuando resultó elegida este año para integrarse en el flamante Consejo de Derechos Humanos, con 173 votos, por encima que los otros candidatos asiáticos: Bangladesh (160), Pakistán (149) y Sri Lanka (123).

"Es justicia poética que la mayor democracia del mundo tenga la mayor cantidad de votos", comentó entonces el embajador de India en la ONU, Nirupam Sen.

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