El ingreso pleno de Venezuela al Mercosur, no tan inminente como se proclama, es bien visto por sectores deseosos de acceder a hidrocarburos en condiciones blandas, pero abre dudas la armonización arancelaria e inquieta el flamígero discurso antiestadounidense de su presidente, Hugo Chávez.
La cumbre del Mercosur (Mercado Común del Sur), conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, le dará este viernes en Montevideo la bienvenida formal a Venezuela como promitente quinto miembro pleno, condición que aún no tiene miras de obtener Chile pese a ser el más cercano asociado del bloque y el más antiguo junto con Bolivia.
Chile no ha podido ni querido equiparar su estatus societario con los fundadores del Mercosur porque ello implica adecuar los respectivos aranceles externos, que Santiago ubica en seis por ciento y el bloque en 35 por ciento. La afinidad ideológica chilena con los gobiernos del boque volcados a la izquierda no alcanza para disimular las diferencias comerciales.
En cambio, la izquierda desmesurada de Chávez llega cargada de necesarios petrodólares, para economías altamente endeudadas, y de una generosa oferta para financiar la compra de los cada vez más escasos hidrocarburos, en busca como contraparte de abundantes productos agropecuarios imprescindibles para alcanzar algún día su soñada soberanía alimentaria.
Pero el camino de acceso pleno al Mercosur es largo y engorroso. La aceptación de Venezuela como quinto integrante se concretará sólo una vez que acepte el acervo normativo del bloque y cumpla una serie de requisitos arancelarios y de adopción de compromisos con terceros de una y otra parte, algunos de los cuales pueden ser difíciles de compatibilizar.
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Los presidentes, Néstor Kirchner, de Argentina, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, Nicanor Duarte Frutos, de Paraguay, y Tabaré Vázquez, de Uruguay, apenas le darán la bienvenida política a Chávez y a su interés por constituirse en la quinta pata del Tratado de Asunción, que fue la carta de nacimiento del Mercosur en 1991.
Ahí comenzará el periodo de seis meses fijado inicialmente para procesar la parafernalia de condiciones sine qua non que deberá cumplir Caracas para dejar de tener sólo voz y pasar a contar con voto, según explicó a IPS el subdirector de Asuntos de Integración y Mercosur de la cancillería uruguaya, Nelson Fernández.
Para este funcionario, empero, este acto de aceptación de Venezuela es un paso trascendente entre dos partes que tienen economías complementarias, pese a que "no es una incorporación simple", que de concretarse en un semestre sería un gran triunfo, aunque se demorará menos de lo que algunos creen, quizás dos o tres años.
El primer paso a dar en la cumbre de este viernes incluye la ratificación del Parlamento del Mercosur, cuyo protocolo constitutivo se aprobará también en esta reunión, y su participación sin voto en el Consejo del Mercado Común, que reunirá desde este martes al jueves a los ministros de Economía y cancilleres.
Luego vendrán las complejas negociaciones para que Venezuela firme los protocolos del Mercosur, adopte su arancel externo común, se avenga a los derechos derivados de los tratados en vigor, asuma los acuerdos sureños con terceras partes, acepte sus negociaciones en curso como la añeja con la Unión Europea, y se adecue a su Acuerdo de Complementación Económica.
Venezuela aprovecha la puerta abierta en el Tratado de Asunción por el artículo 20 de su estatuto, que habilita el ingreso de cualquier país integrante de la Asociación Latinoamericana de Integración siempre y cuando ese pedido sea aceptado por los cuatro estados miembros, como se cumple en este caso tras la solicitud formal realizada en agosto.
"Es un proceso de ingreso sumamente atípico para lo que es la experiencia de la integración latinoamericana", pues se aspira a resolver compatibilidades arancelarias, comerciales y económicas en sólo seis meses o un año entre un nuevo socio y un bloque que ya lleva casi 15 años de vida, señaló a IPS el uruguayo Romeo Pérez, experto en relaciones internacionales.
Pérez alertó, entre las consecuencias más negativas para Venezuela si abre sus fronteras a la zona de libre comercio mercosuriana, sobre la "invasión" de productos agroalimenticios que sufrirá, con sectores muy débiles en esa área, en especial de Argentina, uno de los mayores exportadores agropecuarios del mundo, y de Brasil, prolífero en alimentos tropicales.
También, y quizás lo más importante, es que este acuerdo "tendrá un impacto sobre la naturaleza del Mercosur, pues se desplazará hacia una unidad política con poca disciplina económica y comercial", explicó Pérez, director del Instituto Universitario Centro Latinoamericano de Economía Humana y profesor de Ciencias Políticas de la estatal Universidad de la República.
En caso de concretarse este bloque de cinco miembros plenos, adquirirá una pauta de "intensa movilización en materia de relaciones internacionales, con un perfil que se compone por contraposición".
"Será una asociación de los que están contra Estados Unidos", en particular en cuestiones comerciales, como ya se ha visto en las negociaciones para crear el Área de Libre Comercio de las Américas, en especial como ocurrió en la última Cumbre de las Américas de noviembre en Argentina, sostuvo con énfasis.
Aunque ese ingreso como miembro pleno "va a depender de los resultados que se logren en una larga y trabajosa negociación", apuntó Pérez, marcando su pesimismo al respecto.
En las antípodas de esta posición, aunque por razones distintas, se manifestaron tanto el diplomático uruguayo Fernández como el director general de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el venezolano Héctor Maldonado.
El acercamiento de Venezuela al Mercosur es visto por la CAN "como un hecho sumamente positivo para la construcción de la Comunidad Sudamericana de Naciones", más allá de que "debemos analizar aún la propuesta de Venezuela de ingresar como miembro pleno, la cual ha sido comunicada formalmente", dijo Maldonado.
"Somos optimistas respecto de este proceso", porque la iniciativa de Caracas está en el camino de profundizar la unidad sudamericana, destacó Maldonado a IPS en comunicación telefónica desde Lima, sede de la Secretaría General del bloque andino, conformado por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y la propia Venezuela.
A pesar de que todavía no hay una definición clara sobre el proceso de ingreso al Mercosur de un miembro pleno de la CAN, este bloque "ha tenido una gran flexibilidad" cuando cada integrante negocia acuerdos por separado con terceros países o bloques, comentó.
Al respecto recordó que, en la cumbre de diciembre de 2004 en Quito, la CAN incorporó el artículo 598 a sus estatutos, que autoriza expresamente a los estados parte a negociar por fuera del bloque, marco en el cual desarrollan conversaciones Colombia, Ecuador y Perú en busca de un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
Maldonado confirmó, además, que Venezuela comunicó enfáticamente a la CAN que no está en sus planes abandonar ese tratado, el más antiguo de la región y que naciera Pacto Andino.
De cualquier forma, el director de la CAN expresó que se deben despejar problemas de compatibilidad comercial de fuste, como el hecho de que ese bloque tiene un arancel consolidado desde hace 10 años con una progresión según áreas que van de cinco, 10, 15 y 20 por ciento, más excepciones, mientras que el del Mercosur es de 35 por ciento en general.
Son asuntos que en el proceso se deberán resolver, apuntó, pautando algunos de los problemas centrales que aparecen en el horizonte inmediato tras esta peculiar movida del gobierno de Chávez.
Hacia esos aspectos conflictivos apuntó Pérez al enfatizar su pesimismo respecto del futuro de esta integración Mercosur-Venezuela. "Es una asociación plena de confuso soporte legal", afirmó.
"No es bueno para el bloque apartarse de su actual perfil económico-comercial", atentando contra los acuerdos de largo plazo, para buscar una alianza con Caracas sólo por necesidades inmediatas, "como pueden ser los petrodólares para aliviar la deuda pública, de parte de Argentina, y en busca de seguridad energética, que es lo que impulsa a Brasil y a Uruguay", puntualizó.
Mientras, desde el sector privado comienzan a prenderse luces rojas, en especial en el sector agropecuario venezolano, que ven en sus poderosos competidores del sur una amenaza de posible campo arrasado. Las cámaras del sector ya han reclamado medidas compensatorias, pero se presume que no serán suficiente.
Pero aún quedan actores detrás de bambalinas prestos a salir a escena para sumar más escollos al proceso. Es que este eje de integración que pasa por Caracas, Brasilia y Buenos Aires inquieta a algunos propios y a muchos extraños.