Siete de cada 10 cubanos nacieron cuando ya regían las restricciones del embargo estadounidense, aunque no todos perciben del mismo modo el impacto de esas sanciones, censuradas nuevamente este año por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
"El bloqueo sólo sirve al gobierno (de Fidel Castro) para justificar los errores internos, verdaderos causantes de nuestras dificultades", dijo a IPS Lázaro Fernández, de 40 años, chofer de una empresa de capital europeo.
Kruskaia Massa, profesora de 42 años, no dudó en culpar de todas sus desgracias diarias a esa política hostil de Estados Unidos. "Si hubiera una relación normal con ese país, tendríamos una vida mejor", afirmó.
Washington inició formalmente el embargo económico, comercial y financiero el 3 de febrero de 1962, aunque Cuba, que nunca dejó de llamarlo bloqueo, asegura que comenzó mucho antes.
Documentos de la cancillería sitúan el inicio de las restricciones en febrero de 1959, cuando Washington negaba al naciente gobierno revolucionario un "modesto crédito" para mantener la estabilidad de la moneda nacional.
"El bloqueo no es una mentira, existe y nos ha creado miles de problemas, inclusive a los estadounidenses. Mira cuántos empresarios de ese país quisieran hacer negocios con nosotros", subrayó Magdalena Rivero, de 80 años. Para probar su apreciación, Rivero mostró a IPS recortes de prensa sobre una feria comercial realizada en La Habana hasta el sábado, a la cual acudieron más de 300 representantes de 171 firmas estadounidenses.
Una legislación aprobada en 2000 por el Congreso legislativo de Estados Unidos permite la venta de alimentos a Cuba, excepción aprovechada por Castro desde 2001, luego del azote, en noviembre de ese año, del huracán Michelle.
Ese resquicio incentivó las apetencias de productores y comerciantes estadounidenses, que desde entonces han suscrito con La Habana contratos por más de 1.400 millones de dólares.
Las ventas, que Cuba debe pagar en efectivo y antes de que los embarques salgan de puerto estadounidense, despertaron a la vez la avidez del consumidor cubano por los productos "Made in USA", desaparecidos del mercado en los años 60.
"Si el bloqueo se levanta habría comercio libre. Ellos tienen muchos productos que necesitamos, pero no podemos adquirirlos. Vendrían turistas. Todo sería distinto", conjeturó Massa.
Según su enumeración, la alimentación, la salud y el transporte son los sectores más afectados por las restricciones, reforzadas por el actual gobierno de George W. Bush.
"El bloqueo se ha sentido con más rigor bajo este presidente, que nos está castigando a nosotros, a la población cubana" de 11,2 millones de personas, se quejó Massa.
Nuevas medidas aprobadas por Bush, y en vigor desde junio de 2004, restringieron los permisos de viajes a Cuba de los inmigrantes cubanos en ese país y limitaron las remesas familiares que éstos envían, una importante fuente de divisas.
"Esas cosas han afectado mucho a la familia. Es una manera de buscar el desaliento, el desespero, como para que aquí pase algo", comentó Manuel Méndez, de 44 años, mecánico de automóviles.
Un informe de Cuba a la Asamblea General de la ONU estima que el embargo ha causado daños directos a los ciudadanos por 82.000 millones de dólares.
El texto afirma además que la ley estadounidense Helms-Burton, de 1996, recrudeció las prohibiciones, incrementó el número y alcance de las disposiciones de efecto extraterritorial y autorizó el financiamiento de acciones subversivas contra Cuba.
Cuatro años antes, la ley Torricelli interrumpió las importaciones cubanas procedentes de subsidiarias de firmas estadounidenses en terceros países, que ascendían en 1991 a 718 millones de dólares. Noventa y uno por ciento de ese monto correspondía a compras cubanas de alimentos y medicinas. Esa legislación también restringió la navegación marítima desde y hacia Cuba.
La ley Torricelli fue impuesta para agravar el impacto de la disolución del bloque socialista, a principios de los años 90 del pasado siglo, que costó a Cuba la pérdida de 85 por ciento de su comercio exterior, señaló el informe presentado a la ONU.
Jóvenes consultados por IPS aseguran que supieron lo que era el embargo estadounidense con la llegada del "periodo especial", la etapa de profunda recesión económica posterior a la disolución de la Unión Soviética, en 1991.
"Sentí el bloqueo a partir de los años 90, pues en los 80 vivíamos bien. Mis padres, ambos profesionales, podían alimentarnos y vestirnos sin problemas. Recuerdo que mi hermano y yo teníamos inclusive buenos juguete", relató Leonardo González, 26 años.
Pero González es de los que piensan que el embargo no es la base "de todos los problemas económicos" del país. "El cese del bloqueo no sería suficiente, hacen falta cambios para resolver la situación", estimó.
El bloqueo impide el comercio entre Estados Unidos y Cuba, con las excepciones señaladas. Este país caribeño no puede recibir turistas estadounidenses ni utilizar su moneda en las transacciones con el exterior.
Según especialistas, de no existir esas restricciones, en sólo cinco años el intercambio bilateral alcanzaría los 20.000 millones de dólares.
La Habana también carece de acceso a los créditos, no puede efectuar operaciones con instituciones financieras multilaterales, regionales o norteamericanas, en tanto sus barcos y aeronaves no pueden tocar territorio estadounidense.
Una intensa campaña diplomática emprendida por el gobierno cubano culminó este martes con la aprobación por 182 países de una resolución presentada en la ONU reclamando el cese del bloqueo.
El texto recibió cuatro votos en contra y una abstención. La comunidad internacional viene pronunciándose contra esta política de sanciones de Washington desde 1992.
También se manifestaron contra el embargo los presidentes que asistieron a la XV Cumbre Iberoamericana, el 14 y 15 de octubre en España, quienes instaron a Washington a poner fin al "bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene contra Cuba".
