Colocar 10.000 o 500.000 dólares para obtener al cabo de sólo un mes ganancias de 20 por ciento en promedio era una inversión riesgosa, pero demasiado tentadora para centenares de venezolanos. El resultado fue una estafa colectiva que costó entre 600 y 800 millones de dólares.
La corrupta trama de inversiones en divisas que rozó a la firma estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y tuvo su epicentro en Maracaibo, en el occidente fronterizo con Colombia, muestra que persiste con lozanía en este país la búsqueda de dinero rápido y mal habido, más allá del lucro propio del capitalismo, en momentos en que su gobierno impulsa el tránsito hacia el socialismo.
En el camino que lo llevó a la presidencia en 1999, Chávez propuso realizar una revolución bolivariana, inspirada en ideas genéricas del libertador Simón Bolívar, pero este año se declaró convencido de que su país debe abrazar un sistema socialista.
La llamada operación La Vuelta se presentaba de modo muy sencillo: un operador contactaba al interesado, o viceversa, para que entregase un cheque en dólares, de 10.000 o más, y, religiosamente, al mes recibía una remuneración de 25 por ciento sobre lo invertido. Como opciones tenía apartarse del juego, retirar sólo la ganancia o reinvertir todo y seguir ganando.
Durante el último año y medio, según relató a periodistas el abogado y radiodifusor Juan Carlos Fernández, desde personas acaudaladas hasta familias de clase media convirtieron a Maracaibo en un hervidero de búsqueda y colocación de dólares, a través de operadores que reportaban a dos empresarios ahora prófugos, Ángel Rincón y Nelson Navarro.
La espiral del fraude se detuvo, precisamente, a raíz de que Chávez dispuso que Pdvsa pagara a sus contratistas sólo en moneda nacional (bolívares) y, también, ante investigaciones de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) sobre cuentas bancarias de algunos operadores involucrados.
¿Por qué el fraude se hizo en dólares? Porque en Venezuela, con su bolívar depreciado sin cesar desde 1983, existe desde hace dos años el control de cambios que restringe el acceso a divisas. Con ello apareció el mercado negro, lo que agregó estímulo al esfuerzo de buscar dólares oficiales, más baratos, y recibir esa moneda, más rendidora, de modo cómplice entre inversor y operador.
¿De dónde salía el dinero? El alcalde de Maracaibo, Giancarlo Di Martino, identificado con Chávez, denunció ante el parlamento a un grupo de supuestos traficantes, entre ellos Rafael Rosales, también oficialista, presidente de la federación sindical petrolera y en tal virtud directivo de Pdvsa.
Según las denuncias, un brazo de la red enquistado en la empresa petrolera demoraba los pagos a contratistas, a quienes los operadores de La Vuelta ofrecían gestionar el cobro inmediato a cambio de un descuento de 30 por ciento o más sobre la factura en cuestión.
Si el contratista, urgido de dinero para sostener su negocio, aceptaba y vendía a precio de gallina flaca sus facturas, entonces la red cobraba rápidamente y al contado a Pdvsa, haciéndose con dólares abundantes y de modo rápido para honrar los intereses en La Vuelta.
Pero hace dos meses, en el marco de un debate sobre el trabajo de las contratistas petroleras, Chávez prohibió el pago en dólares dentro del país, con lo cual se cerró un grifo para que los operadores consiguieran divisas para sus nuevas captaciones.
Pdvsa al parecer sólo fue una de las fuentes. La Vuelta destapó la punta de un iceberg. Hay fuertes indicios de que en esta operación ha ocurrido un gran lavado de dólares procedentes de Colombia y, por supuesto, del narcotráfico, dijo al anunciar una investigación este mes el ministro de Interior y Justicia de Venezuela, Jesse Chacón.
Cualquier hilo que la prensa sigue encuentra una madeja de importaciones fraudulentas, compraventa de vehículos de lujo, episodios en locales nocturnos, narcotráfico y lavado de dinero, influencias y denuncias de políticos oficialistas y de oposición, e ilícitos en trámites de divisas y registro de documentos.
Decenas de inversionistas y sus familiares están hoy prácticamente arruinados, incluso han buscado abogados para litigar con operadores e intermediarios para tratar de recuperar algunos bienes. Uno de los casos es el de un anciano que confesó haber perdido los ahorros de toda su vida, también hubo quien hipotecó su tienda y vendió casa y auto para acudir a La Vuelta.
Pero las demandas de los damnificados tienen plomo en el ala. Nadie es tan ingenuo para pensar que una inversión limpia y buena producirá 20 por ciento en un mes, comentó a IPS el analista financiero José Grasso.
No es la primera vez que algo así ocurre en Venezuela. En los años 70 y 80 hizo furor en Caracas el juego de La Pirámide, de seis escalas.
Consistía en que un inversor que traía seis aportantes de cierta cantidad a la escala más baja de la pirámide ascendía al nivel cinco, la llegada de otro grupo le permitía pasar al cuarto y así sucesivamente hasta que, ya en la punta, se llevaba lo reunido hasta entonces. Ese juego terminó a los pocos meses con miles de estafados en varias pirámides.
Pero muchos caraqueños de clase alta y media-alta no escarmentaron y luego se dejaron embaucar por un falso jeque árabe que dio fiestas suntuosas y regaló relojes caros a porteros y secretarias para ganar la confianza de personas a quienes propuso arriesgar dinero en un negocio.
El supuesto magnate árabe escapó en alguna clase de alfombra voladora, llevándose todo el dinero, sin dejar tras de sí ni una denuncia: nadie quiso hacer el ridículo.
En ese entonces, como ahora, Venezuela disfrutaba de un boom petrolero, jalonado por un alza súbita de los precios en los mercados internacionales.
Las estafas financieras son un fenómeno universal, pero lo específico de Venezuela es que el origen petrolero de su riqueza impulsa en la psique colectiva la idea y el ansia de enriquecimiento fácil, rápido y mal habido, observó a IPS el psiquiatra Roberto Briceño-León, del Laboratorio de Ciencias Sociales de la Universidad Central.
Para el experto, hay una desproporción muy grande con base en el negocio petrolero, que emplea sólo uno por ciento de la fuerza de trabajo, pero representa 80 por ciento de las exportaciones y 36 por ciento del producto interno bruto.
El dinero generado por el petróleo no es trabajado, por así decirlo, por la sociedad venezolana, y si a eso le agregamos que cuando Chávez llegó al poder el petróleo estaba a ocho dólares el barril y ahora ronda los 50 dólares, la sed de ganar dinero rápido y a expensas del otro se dispara, añadió Briceño-León.
Esa búsqueda que va más allá del lucro propio del capitalismo se exhibe en un país como Venezuela, cuyo presidente impulsa desde enero una cruzada para convencer a sus compatriotas de que el camino es el socialismo.
Ser rico es malo, por eso no sólo deben buscar el bien económico, sino un servicio social, el bienestar de la comunidad, eso es el socialismo, repite Chávez en los encuentros con cooperativistas y pobladores que se asocian para formar microempresas.
Una encuesta nacional realizada entre mayo y junio por la firma Seijas y Asociados, con varios trabajos en su haber con resultados favorables al gobierno, indicó que 47,9 por ciento de los consultados prefieren un gobierno de corte socialista, mientras que 25,7 por ciento de ellos se pronuncian por uno de tipo capitalista y 24,6 por ciento no sabe o no contesta.
Por su parte, la encuestadora Datanálisis, de las más valoradas por la oposición a Chávez, llevó a cabo un trabajo similar en todo el país en mayo en el cual recoge 29,7 por ciento de adhesiones al socialismo, 22,5 por ciento por el capitalismo, 24,2 por ciento que responde no saber y el resto de los encuestados brinda otro tipo de comentarios.
En el referendo de agosto de 2004 que puso en juego su mandato presidencial, Chávez se impuso con 59 por ciento de los sufragios.
Las porciones de la población que apostaron por los valores del socialismo, muy seguramente, no tenían o no entregaron ni un solo dólar a los gestores de La Vuelta, cuyo descubrimiento no garantiza que no volverá a tentar a muchos venezolanos. (