Un observatorio para medir el adelgazamiento de la capa de ozono de la estratosfera comenzó a funcionar con éxito esta semana en el sur de Argentina. Se trata del primer laboratorio en su tipo en América Latina y promete datos más precisos que los de un satélite en movimiento.
La idea era probar los equipos para que comenzaran a trabajar regularmente desde el próximo 15 de agosto, pero esta semana ya estamos obteniendo los primeros datos, dijo a IPS el argentino Eduardo Quel, director del Centro de Investigaciones en Láser y Aplicaciones y responsable del proyecto.
El observatorio se instaló a fines de junio en la Base Aérea Militar de Río Gallegos, a 15 kilómetros de la ciudad del mismo nombre, capital de la austral provincia de Santa Cruz. En la primavera del hemisferio Sur esa zona, conocida como Patagonia, queda especialmente expuesta a la radiación ultravioleta más nociva que pasa por el llamado agujero de la capa de ozono.
Elegimos Río Gallegos porque después de hacer un estudio con el servicio meteorológico coincidimos en que es el lugar en el que las noches son más despejadas y eso permite una mejor observación, dijo Quel. La base proporciona alojamiento y asistencia para el equipo de trabajo.
El gas ozono estratosférico se encuentra a una distancia de entre 15 y 35 kilómetros de la superficie terrestre y actúa como una capa protectora de la biosfera, al filtrar los rayos ultravioletas dañinos que afectan la flora y la fauna y producen en los humanos mayor propensión a enfermedades como el cáncer de piel y oculares, entre otras.
En los años 70 la ciencia comenzó a develar que esa capa se adelgazaba en ciertas épocas del año y sobre algunas zonas del planeta, en especial sobre el polo sur, por acción de gases como los clorofluorocarbonos (CFC), utilizados en aerosoles y equipos de refrigeración, que descomponen las moléculas del ozono estratosférico.
Las emisiones dañinas fueron reguladas en 1987 a través del Protocolo de Montreal, que estableció metas obligatorias de eliminación y sustancias sustitutivas a las contaminantes. Pero apenas a mediados de este siglo se logrará controlar el fenómeno del adelgazamiento, explicó a IPS el argentino Ruben Piacentini, miembro del Instituto de Física de la Universidad de Rosario.
La situación en esta zona del planeta es compleja, porque si bien las mediciones muestran hoy una estabilización en los valores (de ozono) de los últimos años con posible tendencia a la recuperación, podría haber un recrudecimiento si no se cumplen las normas y si no se reemplazan todos los gases nocivos, alertó.
Aún hay dificultades para encontrar un sustituto eficaz del bromuro de metilo, un plaguicida muy tóxico que es otra de las sustancias agotadoras de la capa de ozono cuya completa eliminación está establecida por el Protocolo de Montreal para 2015.
En el sur de Argentina, una zona muy expuesta a las radiaciones solares, la preocupación por este fenómeno está siempre latente.
El proyecto del observatorio se inició como un sencillo laboratorio que funcionó desde 1998 en las instalaciones del centro que dirige Quel, en las afueras de Buenos Aires.
Como ese intento fue exitoso, se obtuvo ayuda de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón para desarrollar un instrumental similar pero de mayor magnitud y precisión trasladable al sur, donde es mejor la visibilidad.
El laboratorio medirá diariamente el espesor de la capa de ozono hasta 2007. A partir de entonces, el programa no contará con financiamiento japonés, pero podría continuar con el respaldo de oficinas gubernamentales de apoyo al desarrollo científico y tecnológico.
La operación del laboratorio parece sencilla. Desde la base terrestre se proyecta un rayo láser que mide las partículas del ozono. La información se capta en tierra a través de espejos conectados a cables de fibra óptica que la trasladan bajo determinados parámetros a una computadora, explicó el coordinador del proyecto.
Los datos recogidos tienen una precisión mayor que los que obtiene el satélite Aura puesto en órbita por la agencia espacial estadounidense en 2004 con el mismo objetivo. De todos modos, se complementará la información conseguida por ambas vías.
Esa información se entrega a la Red Internacional de Datos para el Cambio Estratosférico que se nutre de mediciones del ozono aportados desde otras estaciones similares, que operan en la Antártida y en países del hemisferio Norte, dijo Quel.
El instrumental también aportará datos para entender mejor el efecto invernadero de la atmósfera, que captura el calor de los rayos solares, y que se ha visto intensificado en los últimos 200 años por la contaminación industrial.
La estación medirá asimismo la composición de la contaminación atmosférica, los aerosoles naturales (como la sal, la arena y otros) y las sustancias emitidas por la actividad humana. (