COREA DEL SUR-EEUU: Después de la alianza militar

El plan de reducción de las tropas de Estados Unidos en Corea del Sur es una oportunidad para que los vínculos bilaterales maduren, pero también para que se deterioren, señalaron expertos.

Todo dependerá de si los lazos pueden trascender la alianza de seguridad que ambos países han tenido durante cinco décadas.

Esta transición, según los expertos, será el principal desafío de la alianza bilateral de medio siglo, en momentos de grandes cambios en el clima de seguridad en el noreste de Asia.

Finalizada la guerra fría, Estados Unidos retiró en la última década muchas de las fuerzas que había instalado en Asia. En 1992, finalizó el arrendamiento de una base en Filipinas, una de las mayores bases estadounidenses en el exterior, pero Washington mantiene 47.000 soldados en Japón.

Otro factor es que los surcoreanos ya no consideran al régimen comunista de Corea del Norte, que tiene un programa nuclear, como una gran amenaza. Los líderes del sur y el norte de la península coreana tuvieron una cumbre histórica en 2000.

Además, ha crecido en Corea del Sur y otros países asiáticos el sentimiento antiestadounidense y el rechazo a la presencia de fuerzas estadounidenses en sus territorios.

Todos estos cambios están vinculados a la decisión del gobierno de George W. Bush, reelecto presidente el pasado martes, de retirar 12.500 de los 37.000 soldados que tiene en Corea del Sur antes de 2008, como parte de una reestructuración mundial de sus fuerzas. Parte de sus tropas estacionadas en Corea del Sur fueron trasladadas a Iraq.

Queda por ver si los vínculos entre Estados Unidos y Corea del Sur, anclados por largo tiempo en metas anticomunistas y concentrados en la península de Corea, lograrán trascender la alianza de seguridad hacia otras áreas.

”Es necesario que la relación se base en una asociación estratégica, no militar”, opinó Kim Sung-han, director general de estudios estadounidenses del Instituto de Asuntos Exteriores y Seguridad Nacional, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio de Corea del Sur.

Kim habló en un seminario sobre las relaciones entre Washington y Seúl, organizado por la Fundación Sasakawa para la Paz, en Estados Unidos.

Una oportunidad de establecer esas relaciones estratégicas se presentará en noviembre de 2005, cuando Corea del Sur sea sede del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

Kim Chang-su, del Instituto Coreano de Análisis de Defensa, cree que la alianza entre Washington y Seúl podría volcarse a la ”defensa regional”, en lugar de limitarse a la seguridad de la península.

En tal situación, las fuerzas armadas estadounidenses ”podrían procurar el apoyo de Corea del Sur fuera de la península”, por ejemplo en Asia central, Medio Oriente o incluso en una eventual guerra entre China y Taiwan, dijo Kim al diario The Korea Herald.

En Corea del Sur, la percepción acerca de la presencia de tropas estadounidenses ha cambiado.

Reubicar algunas guarniciones sería difícil debido a la posibilidad de violentas protestas contra la presencia de las fuerzas de Estados Unidos, explicó Kim Sung-han.

Asimismo, la cumbre intercoreana de 2000 hizo a muchos surcoreanos pensar que ”las dos Coreas pueden resolver sus propios problemas por sí solas”. La revelación en octubre de 2002 de que Corea del Norte tenía un programa secreto de enriquecimiento de uranio no conmovió demasiado a Seúl, ni lo hizo correr por ayuda hacia Estados Unidos.

Las encuestas de opinión en Corea del Sur revelan algunos sentimientos encontrados. Un sondeo realizado en julio por el Instituto de Asia Oriental y el Consejo de Chicago sobre Relaciones exteriores indicó que, para 60 por ciento de los surcoreanos, la seguridad del país mejoraría si se redujera la presencia de fuerzas estadounidenses.

La misma encuesta reveló que 39 por ciento se opone a cualquier ataque preventivo de Estados Unidos contra Corea del Norte, y que 91 por ciento apoya la permanencia de la alianza entre ambos países tras la eventual reunificación de la península de Corea.

Pero algunos académicos dudan que los vínculos con Estados Unidos se basen exclusivamente en cuestiones de seguridad.

”El aspecto económico de la relación también es muy importante”, resaltó Selig Harrison, director del programa asiático del Centro de Política Internacional, con sede en Washington.

Corea del Sur obtiene muchos otros beneficios de la presencia militar de Estados Unidos, señaló Harrison. El mismo argumento utilizan altos militares estadounidenses en países como Filipinas, que por casi un siglo fue sede de las mayores bases del ejército y la marina de Estados Unidos en el extranjero.

La alianza ”crea un clima de estabilidad favorable a la inversión extranjera y al tratamiento económico preferencial de parte de instituciones financieras internacionales, como el que Corea del Sur recibió con el rescate del FMI tras la crisis de 1997”, observó Harrison.

El costo directo de la presencia de fuerzas estadounidenses en Corea del Sur ronda los 2.000 millones de dólares al año, estimó, aparte de los miles de millones de dólares que Seúl recibe en donaciones militares y contratos de defensa.

Según Harrison, ”la causa real de la inquietud de los surcoreanos ante el posible fin de la alianza” militar con Estados Unidos es que ésta ”ofrece a su país un gran subsidio económico, algo así como un amortiguador”.

Sin embargo, existen señales de que Seúl se esfuerza por reducir esa dependencia. El gobierno intenta diversificar sus proveedores de equipos militares, y China se convirtió en el último año en el principal socio comercial de Corea del Sur. (

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