HAITI: Nueva culpa para la ONU y EEUU

Haití, la devastada nación caribeña, está en vías de sumarse a las culpas políticas de la ONU y de Estados Unidos ante una renovada ola de violencia, advirtieron funcionarios del foro mundial y expertos de la región.

La repentina violencia desatada en septiembre, y encabezada por seguidores del ex presidente Jean-Bertrand Aristide, amenaza con desatar una nueva guerra civil, mientras la fuerza de paz enviada por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) se arriesga a enfrentamientos abiertos contra los rebeldes, algunos de ellos muy bien armados.

”Esto es lo que pasa cuando la comunidad internacional permite que Estados Unidos desestabilice un país: caos asegurado y más baños de sangre”, dijo el editor de la revista de investigación periodística The Progressive, Matthew Rothschild.

El gobierno de George W. Bush estuvo detrás del golpe de Estado de febrero contra Aristide, ”y ahora el pueblo de Haití está sufriendo”, sostuvo Rothschild, quien ha seguido de cerca la situación del país isleño.

El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos advirtió a los ciudadanos de este país que no visiten Haití. La semana pasada, los diplomáticos estadounidenses ”no esenciales” y sus familias fueron repatriados, en medio de un clima de creciente violencia.
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La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah, por sus siglas en inglés), que aún está lejos de sumar los 8.000 efectivos comprometidos, efectuó varias operaciones militares la semana pasada, arrestando a más de 75 personas.

”Si la violencia continúa, impactará en los esfuerzos de reconstrucción de la economía ya bombardeada”, dijo a IPS un funcionario de la ONU que pidió no revelar su nombre.

Aunque es improbable que la insurgencia haitiana alcance los grados de intensidad de las de Afganistán e Iraq (dos países atacados y ocupados por Estados Unidos en los últimos tres años), ésta debería ser ”cortada de raíz”, exhortó.

Cuando Aristide fue forzado a dejar la presidencia en febrero, el derrocado mandatario acusó a Washington y a Francia de ”secuestrarlo” y expulsarlo de su país en un avión especialmente despachado por Estados Unidos.

En las semanas previas, disturbios y violencia marcaron el avance sobre la capital, Puerto Príncipe, de grupos armados, conducidos por notorios criminales convictos y ex miembros de bandas paramilitares.

A pesar del firme respaldo que Aristide obtuvo de los 14 restantes países de la Comunidad del Caribe, la ONU se negó a considerar su denuncia.

El sacerdote católico Gabriel Odima, presidente del Centro de Africa para la Paz y la Democracia, es muy crítico sobre la capacidad del foro mundial para estabilizar Haití y recuperar su economía destrozada.

”La ONU ha defraudado al pueblo de Haití. Su política carece de capacidad para tomar decisiones difíciles, como equilibrar el discurso con la acción. Esta política ha fracasado en el desarrollo de una visión estratégica coherente para la población haitiana”, dijo Odima a IPS.

El Consejo de Seguridad de la ONU, de 15 miembros, condenó la violencia y respaldó a la Minustah y al enviado especial del foro mundial para Haití, el chileno Juan Gabriel Valdés.

El primer ministro interino Gerard Latortue, instalado en su cargo con las bendiciones de Bush, acusa a Aristide, ahora exiliado en Sudáfrica, de instigar la violencia contra su administración.

Latortue llegó a acusar al gobierno sudafricano de complicidad en esa instigación.

La administración de Latortue debería ver la realidad y dejar de utilizar a Sudáfrica como chivo expiatorio de la inestabilidad interna, dijo Odima.

”En lo inmediato, se necesitan más tropas para asegurar la tranquilidad, pero la solución final dependerá de la estabilidad política interna”, agregó.

Las fuerzas de la ONU, que suman algo más de 3.000, es conducida por oficiales de Brasil y la mayoría de sus efectivos proceden de ese país, Argentina, Chile y Uruguay.

Una unidad policial de China de 125 miembros llegó a Haití la semana pasada, y para fines de este mes se esperan 622 soldados de Sri Lanka, y un batallón conjunto de marroquíes y españoles, tropas a todas luces muy lejos de sumar 8.000 integrantes.

El canciller brasileño Celso Amorim dijo la semana pasada que la crisis haitiana se estaba agravando porque la fuerza de paz operaba con menos de la mitad de sus efectivos.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, recordó el lunes en la Universidad de Ulster, Gran Bretaña, que el foro mundial tenía una misión de paz en Haití cuando Aristide retornó al poder en 1994, con el respaldo militar de Estados Unidos.

”Entrenamos una nueva fuerza policial, y luego nos fuimos, junto con otras instituciones internacionales, antes de que se hubiera arraigado una paz viable”, señaló.

”Ahora estamos de vuelta, y mucho de lo que hicimos fue barrido, casi literalmente, porque las recientes inundaciones expusieron el legado de años de mal gobierno”, agregó el secretario general.

La lección, según Annan, es que ”todas las partes deben permanecer comprometidas: el Consejo de Seguridad, los países miembros, organizaciones no gubernamentales internacionales, y por supuesto, las antiguas partes en conflicto y el propio pueblo, que son los actores principales en cualquier proceso de construcción de la paz”.

Pero Rothschild no opina lo mismo. ”En este caso, como en otros, la ONU se sometió a Washington”, afirmó.

”Aunque Aristide tenía el fuerte respaldo de la Caricom (Comunidad del Caribe) y él mismo pedía apoyo a la ONU, ese apoyo no llegaba. Por el contrario, el Consejo de Seguridad de la ONU permitió que Aristide se retorciera en el viento”, sostuvo.

Ahora, esa inacción puede volverse contra el Consejo, según Rothschild. ”La comunidad internacional fue cómplice en el derrocamiento de Aristide y, como resultado, en los horrores ocurridos tras el golpe”, acusó.

El gobierno de Latortue planea celebrar elecciones nacionales en 2005, pero la fecha definitiva no se ha estipulado aún.

En el actual conflicto, los rebeldes, algunos de ellos ex soldados, exigen la reinstauración del antiguo ejército haitiano y acusan a los cascos azules de la ONU de no hacer nada por imponer la ley y el orden.

El Departamento de Estado estadounidense acusó a los insurgentes de lanzar ”una campaña sistemática para desestabilizar al gobierno interino y frustrar los esfuerzos de la comunidad internacional”.

”En las últimas dos semanas, matones partidarios de Aristide asesinaron policías, saquearon negocios e instalaciones públicas y aterrorizaron a civiles”, dijo a la prensa Richard Boucher, portavoz del Departamento de Estado, la semana pasada.

A la crisis política de Haití, el país más pobre de América, se suma una crisis humanitaria causada por el huracán Jeanne en septiembre. Tras el huracán, hubo intensas inundaciones que causaron más de 2.000 muertes en la ciudad de Gonaives.

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