RELIGION: Ofensiva vaticana contra la homosexualidad

El pronunciamiento de la Iglesia Católica contra la legalización de las relaciones homosexuales, el 31 de julio, sorprendió por su dureza, pero no es menos duro un Lexicón de esa religión, que define a la homosexualidad como ”un problema psíquico”, ”contrario al vínculo social”.

En ese poco difundido libro de 867 páginas, editado este año en italiano y aún no traducido a otros idiomas, el Vaticano asume la lucha ideológica contra el movimiento internacional que aboga para que se reconozca a hombres o mujeres homosexuales, entre otros derechos, el de formar legalmente pareja y el de adoptar hijos.

El 18 de julio, la capital de Argentina fue la primera ciudad de América Latina que formalizó la unión civil de una pareja homosexual, formada por hombres, en el marco de una ley de Buenos Aires aprobada en diciembre.

Esas uniones también son legales en la austral provincia argentina de Río Negro, y en los parlamentos de Brasil, Chile y de la capital de México se han presentado proyectos para formalizarlas.

Las autoridades católicas muestran preocupación por la posibilidad de que ese tipo de legislación gane terreno en América Latina, un bastión católico con más de 1.000 millones de creyentes.
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También Croacia, considerado uno de los países más católicos de Europa oriental, reconoció legalmente a las parejas de homosexuales el mes pasado.

La base de los vínculos sociales es ”la identidad masculina o femenina”, de modo que ”la organización social se basa en la asociación entre el hombre y la mujer, y no, como sostiene la ideología del género, en una tendencia sexual”, según el Lexicón.

La diferencia entre identidad sexual y tendencia sexual está en la base del discurso sobre este tema del Vaticano, que concluye en que ”la homosexualidad no es un sujeto de derecho, dado que carece de valor social alguno” y ”no es transmisible, ya que no es pensable educar a los niños en la atracción sexual hacia una persona del mismo sexo”.

”Al privilegiar la reivindicación de que la homosexualidad se convierta en sujeto de derecho, (…) se abren las puertas a un mundo incoherente”, se puede leer en el diccionario.

La obra estuvo a cargo de 66 expertos de distintas nacionalidades, coincidentes con el pensamiento de la jerarquía católica, que les encargó analizar 78 ”términos ambiguos y discutidos sobre familia, vida y cuestiones éticas”.

Las 12 páginas del documento del 31 de julio, redactadas a pedido del papa Juan Pablo II, tuvieron en cambio un solo autor: el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuya misión es, según el Papa, ”promover y tutelar la doctrina de la fe y la moral en todo el mundo católico”.

Un ”club de fans” del cardenal en Internet, la red mundial de computadoras, sostiene que ”Como Gran Inquisidor para la Madre Roma, Ratzinger se mantiene ocupado en el servicio a la Verdad: corrige errores teológicos, silencia a teólogos disidentes, y pisotea la fea cabeza de la herejía, dondequiera que se levante”.

Según el prefecto, ”las uniones entre homosexuales son nocivas para el recto desarrollo de la sociedad humana, sobre todo si su peso efectivo aumenta en el tejido social”.

Otro documento redactado por Ratzinger instó en enero a los parlamentarios católicos a defender la familia mediante la oposición a proyectos que formalicen las uniones de gays y lesbianas.

Editar el Lexicón fue una iniciativa del cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia del Vaticano, con la intención declarada de aclarar el sentido de ”ciertas expresiones que se aprovechan de la escasa información o ingenuidad de quienes las usan y, seducidos por su ambigüedad, no se dan perfecta cuenta del engaño”.

”De ese modo se busca manipular a la opinión pública”, y ”la astucia en la búsqueda de expresiones ambiguas alcanza niveles preocupantes”, sostuvo López Trujillo en la introducción al libro.

Uno de los capítulos del Lexicón se refiere a ”Homosexualidad y homofobia”, y está a cargo del psicoanalista Tony Anatrella, especialista en psicología clínica y social, profesor del Centro Sèvres de París y consultor del Pontificio Consejo para la Familia y del Pontificio Consejo para la Salud.

”La homosexualidad corresponde a una tendencia sexual que se inicia durante el desarrollo afectivo de la persona, y se organiza sobre la base de un conflicto psíquico no resuelto”, escribió Anatrella, y añadió que se trata de ”un fenómeno marginal” que, ”según encuestas meticulosas (Spira France 1992), concierne solamente al 3-4 por ciento de una población”.

La ”reivindicación homosexual se ha amplificado a partir de los años 60, a través de organizaciones y movimientos que han buscado quitarle importancia” al conflicto psíquico y ”darle un estatuto social”, para lo cual ”han cumplido un papel más de intimidación que de reflexión”, opinó el experto católico.

El arma dialéctica más usada por los grupos de presión que invocan el ”derecho a la diferencia” es el término ”homofobia, creado por las asociaciones homosexuales para estigmatizar a todos aquellos que se cuestionan y no aceptan la simplificación y la 'normalización' de la homosexualidad”, alegó.

De ese modo ”se ha desarrollado todo un sistema para causar a la sociedad -y a los heterosexuales de la sociedad- un sentimiento de culpa ante la homosexualidad”, de modo que ”toda crítica y toda reflexión” sobre ella ”se convierte casi en una blasfemia, asimilada a un delito”, adujo Anatrella.

”Sólo existen dos identidades sexuales: masculina o femenina”, y ”no existe identidad homosexual alguna”, sino apenas una tendencia que ”no puede dejar de ser una problemática privada”, como lo son ”el voyeurismo, el exhibicionismo, el sadomasoquismo, el transexualismo, la pederastia, etcétera”, aseveró.

”La homosexualidad no representa valor alguno en el plano social y carece de finalidad”, además de contribuir a ”una desviación de los signos de referencia fundamental”, afirmó el psicoanalista.

Por tanto, es ”un auténtico absurdo” que ”en algunas sociedades, la pareja, el matrimonio, la filiación, el parentesco sean repensados a partir de la homosexualidad”, ya que ”los homosexuales se encuentran en una situación contraria y no fecunda en relación con esas realidades”, escribió.

En opinión de Anatrella, ”la pareja y la familia se fundan sobre la diferencia sexual” que constituye ”una verdad antropológica, además universal, y no dependiente de una cuestión de derecho que podría modificarse según los movimientos electorales en los parlamentos democráticos”.

A partir de esa tesis, acusó a los políticos de mostrar cobardía ”cuando siguen las presiones de un movimiento minoritario irrealista, y asumen una grave responsabilidad en relación con las futuras generaciones, al modificar legislación para institucionalizar la homosexualidad”.

”Las sociedades occidentales tienen una visión suicida del vínculo social, al privilegiar todas las expectativas subjetivas de los individuos en detrimento de la realidad objetiva”, y ”desprecian la ecología humana al arruinar, en nombre del principio del placer, las frágiles construcciones de la razón elaboradas en el curso de los siglos”, concluyó.

El Lexicón ”es una vuelta a los días en que los líderes de la iglesia despreciaban los avances científicos e ignoraban el sufrimiento humano causado por la aplicación absoluta de sus presuntos principios y valores”, replicó la teóloga Frances Kissling, presidenta de la organización internacional Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), originada en Estados Unidos.

La no gubernamental CDD procura ”promover una ética sexual y reproductiva basada en la justicia y la capacidad moral de hombres y mujeres para adoptar decisiones adecuadas sobre sus vidas”.

En una crítica al Lexicón publicada en abril, Kissling señala que éste ”se apoya en una ya desechada pseudo psicología, que caracteriza la homosexualidad como un conflicto no resuelto”.

”Sus autores harían bien en consultar en cualquier diccionario las acepciones de 'abuso', 'crueldad', 'obsesión' y 'odio', las principales características desplegadas por aquellos que redactaron este Lexicón”, finalizó la teóloga católica.

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