PERIODISMO-IRAQ: El peor enemigo es la autocensura

Si la prensa dice una cosa sobre Iraq y la realidad dice otra es porque la mayor parte de los medios lo quieren así, afirmaron dos periodistas que realizaron una cobertura alternativa de la segunda guerra del Golfo.

El grado de autocensura en los medios se profundizó no sólo desde la última guerra contra Iraq, sino desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, dijeron a IPS Robert Fisk, del periódico británico The Independent, y el australiano John Pilger, periodista radial y director de cine.

Ambos periodistas hablaron con IPS en Oslo. Fisk viajó a la capital de Noruega para dar una conferencia en la fundación periodística Fritt Ord, y Pilger para recibir el Premio Sophie, de 100.000 dólares, por 30 años de denuncia de engaños y crímenes contra la humanidad.

”La propaganda (gubernamental) no es exclusiva de regímenes totalitarios. En ellos, al menos la gente sabe que se les miente, pero nosotros tendemos a asumir la verdad. En Estados Unidos, la (auto)censura está muy extendida”, declaró Pilger.

Este tipo de autocensura es un problema creciente y conduce a una cobertura unidimensional que los periodistas deben aprender a superar, exhortó.
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”Los protagonistas de la guerra de Iraq no fueron los soldados, sino los periodistas”, que ”transformaron mentiras en tema de debate público”, afirmó Pilger.

Durante la guerra, que Estados Unidos lanzó el 20 de marzo y dio por terminada el 1 de mayo —aunque la resistencia continúa— la mayoría de los medios de prensa occidentales se hicieron eco de las declaraciones del Pentágono (Departamento de Defensa de Estados Unidos).

Canales de televisión y periódicos publicaban imágenes de tanques estadounidenses avanzando hacia Bagdad o de soldados luchando heroicamente, y evitaban mostrar el costo humano del conflicto.

Asimismo, usaban sin cuestionamiento términos acuñados por Washington, como ”liberación de Iraq”, ”coalición de los dispuestos” (en referencia a los países que apoyaron la invasión), ”guerra limpia y precisa” y ”asesinato” de soldados estadounidenses, mientras ignoraban las voces opuestas a la guerra.

Periodistas ”empotrados” en las filas estadounidenses hacían loas a la maquinaria bélica de los invasores y mostraban imágenes intimidatorias de misiles de precisión y bombas especiales, mientras hacían comentarios tales como ”nunca había visto algo así”.

Muchos medios repitieron sin dudar las acusaciones de Estados Unidos y Gran Bretaña sobre el supuesto programa de Iraq para el desarrollo de armas nucleares y la posesión de otros armamentos de destrucción masiva, sin tener prueba alguna.

”Como todos sabemos, el verdadero motivo del ataque anglo- estadounidense no era derrocar a Saddam Hussein y eliminar sus supuestas armas de destrucción masiva, sino capturar un país rico en petróleo y controlar Medio Oriente”, dijo Pilger.

La autocensura es un problema muy importante debido al ”mito de la neutralidad” de la prensa occidental.

”Cuando uno se declara neutral, todos los demás parecen parciales. Sin embargo, como hemos visto en la cobertura de Iraq y otros casos, los periodistas asumen con frecuencia la cultura de las instituciones periodísticas y todas sus restricciones no escritas”, observó Pilger.

Pero el término autocensura no es el más adecuado para definir esta práctica, señaló, ”porque muchos periodistas no son conscientes de que se están censurando”.

Además, las organizaciones periodísticas tienden al monopolio. Apenas cinco empresas controlan las radios de Estados Unidos, mientras en Australia, el magnate Rupert Murdoch posee 70 por ciento de los medios de comunicación.

”Vivimos en la era de la información, pero los medios no atacan al sistema de gobierno. Nunca antes la prensa ha estado tan controlada, y la propaganda gubernamental está en todas partes, pero muy pocos la ven”, dijo Pilger.

Según el periodista radial, los tres principales peligros del mundo actual son el silencio, la traición y el poder, y los periodistas pueden hacer que el silencio sea peligroso.

Uno de los datos que la mayoría de los corresponsales de guerra en Iraq prefirieron ocultar fue la política de las fuerzas invasoras de ”bombardear ahora, matar después” a través del uso de uranio empobrecido en las armas, señaló Robert Fisk.

Desde la primera guerra del Golfo (1991), el número de enfermos de cáncer aumentó y ”extrañas verduras” comenzaron a aparecer en las ferias de Iraq, muy probablemente a causa del uranio, sostuvo Fisk.

”Les dije a mis colegas que eso era algo interesante para contar, pero la mayoría me respondieron: 'Honestamente, Bob, no queremos mandar notas sobre niños enfermos'”, relató.

”Un documento militar de Estados Unidos dice que se puede usar uranio empobrecido en combate y reconoce que este material radiactivo puede causar graves enfermedades, pero no se informa sobre esto”, lamentó el periodista.

La mayor parte de la opinión pública y la sociedad civil se opusieron a la guerra en Iraq porque comprendían las intenciones ocultas, pero ”los directores de los medios tienden a subestimar a sus lectores, a considerarlos ignorantes o desinteresados”, agregó.

La autocensura continúa en la posguerra. ”Muchas más personas han muerto en la 'guerra contra el terrorismo' que las que murieron el 11 de septiembre de 2001. Esta es la crónica de nuestro tiempo, pero muy pocos quieren escribirla”, dijo Fisk.

Cerca de 20.000 personas murieron sólo en la guerra de Afganistán (lanzada por Estados Unidos un mes después de los atentados del 11 de septiembre), y esto es ”apenas un ejemplo del gran poder del silencio”, agregó.

A la autocensura se suma la censura impuesta a los medios iraquíes, de la cual no se informa en Estados Unidos, observó Fisk.

Washington estableció una comisión de censura de prensa en Iraq. Esto implica que los medios pueden publicar cualquier nota que recuerde a los iraquíes el terror del régimen de Saddam Hussein, pero no sobre los hechos actuales.

Sin embargo, Pilger es optimista. ”En todo el mundo existe un movimiento de resistencia nunca antes visto” y Estados Unidos es desafiado por otra superpotencia, la opinión pública, concluyó.

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