CUBA: Cerco a la iniciativa privada

Los espacios abiertos en Cuba a la iniciativa privada durante la pasada década, como parte de un paquete de reformas económicas aplicadas por el gobierno de Fidel Castro, parecen cerrarse cada vez más.

Se restringen las opciones del trabajo por cuenta propia y los pequeños negocios familiares, asumidas hace 10 años como alternativas de empleo en medio de una severa crisis económica, y vuelve a crecer el empleo estatal.

El desempleo, que llegó a ocho por ciento de la población económicamente activa en los peores momentos de la crisis económica de la década pasada, debe cerrar este año alrededor de tres por ciento, según fuentes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

”No sabemos hasta cuándo nos aceptarán”, dijo a IPS una mujer de 42 años, dueña de un restaurante privado que ya tuvo que cerrar sus puertas una vez por dar servicio simultáneo a 16 comensales, en vez del máximo de 12 establecido por las leyes cubanas.

En 1995, las licencias otorgadas a trabajadores por cuenta propia, en las categorías permitidas por el gobierno, ascendían a 208.500, y estadísticas del Banco Central de Cuba indican que en 2001 esa cifra había descendido a 153.800.

Según cálculos de especialistas, en la actualidad las personas con esos permisos pueden haber disminuido a unas 100.000, pero el número de las que ejercen algún tipo de actividad privada sin registrarse y al margen de la ley puede superar esa cifra.

Restricciones de la lista de oficios que es legal ejercer por cuenta propia, del tamaño de los negocios y de la contratación de personal se complementan con la limitación casi generalizada de la entrega de nuevas licencias, y el aumento del retiro de las ya entregadas.

Una nueva reglamentación del trabajo por cuenta propia en La Habana, de 2,2 millones de habitantes, se sumaría pronto al ya complicado sistema de normativas gubernamentales en la materia, que según especialistas condena a la desaparición esa modalidad laboral.

En abril, la inusual filtración de un documento oficial del gobierno provincial causó angustioso desasosiego a la comunidad de trabajadores privados con asiento en el este de la capital.

Ese texto se titula ”Modificación de tarifas y actividades del trabajo por cuenta propia a aplicar durante el primer semestre del año 2003”, y el sobresalto de los llamados cuentapropistas se debe a normas sobre ”suspensión y limitación de actividades” y ”modificación de cuotas” para ejercer ocupaciones permitidas.

”Si me suspenden la licencia, me quedo en la calle”, dijo a IPS el dueño de un quiosco de venta de fiambres, potencial afectado que prefirió no revelar su nombre.

La propietaria de una minúscula cafetería aseguró no querer ”ni pensar en que eso se haga de verdad”, en referencia a una posible ”suspensión de actividades”.

Varios trabajadores privados consultados calificaron de ”duras condiciones para trabajar” la severidad de las inspecciones de las autoridades sanitarias, el aumento de las cuotas tributarias y el ”asedio” de la oficina de impuestos.

”Por el más mínimo detalle te pueden quitar la licencia y no la recuperas más nunca”, dijo una mujer de 37 años que vive de alquilar una habitación a turistas extranjeros, y que admitió haber hecho ”regalitos” a los inspectores en más de una ocasión.

Tales ”regalitos” no son vistos por ella como un soborno, que constituye delito, sino como una forma más de sobrevivir, mediante ayuda mutua. ”Estas personas (los inspectores) también necesitan dólares para vivir”, justifica.

En Cuba existe un sistema de venta de productos y servicios sólo en dólares, y el mercado interno en moneda nacional está muy deprimido. El dólar se vende a 26 pesos cubanos, y el salario medio mensual es unos 270 pesos.

Las vías de acceso a la moneda estadounidense se limitan a las remesas familiares desde otros países, la venta de servicios por cuenta propia, el trabajo directo con el turismo y la recepción de limitados estímulos gubernamentales.

Aunque las nuevas medidas no impliquen el retiro de permisos para servicios de cafetería, restaurante, chapistería, soldadura, enseñanza de taquigrafía, música e idiomas, entre otras actividades por cuenta propia permitidas, mantienen congelado el ingreso a esas actividades.

Las restricciones legales a la iniciativa privada incluyen el retiro de la licencia para ejercer determinada actividad u oficio en caso de cambio de domicilio del beneficiario, y los permisos no se heredan cuando fallece su titular.

Los graduados universitarios no están autorizados a ejercer en forma privada su especialidad, salvo en casos específicos en que son reconocidos como artistas o creadores independientes.

Expertos estiman que con la leve pero mantenida recuperación económica de los últimos años, las autoridades restauran la visión de la iniciativa privada como caldo de cultivo de ilegalidades y nuevos ricos.

La carencia de informaciones oficiales sobre quienes trabajan por cuenta propia, salvo en casos vinculados con ejemplos ”negativos” para la sociedad, prueba que ese tipo de actividad se considera algo ”indeseable”, que a lo sumo resulta necesario ”sobrellevar” si no hay otro remedio.

El semanario Girón, órgano del Partido Comunista en la occidental provincia de Matanzas, reseñó en febrero la realización de ”370 operativos” contra ”la práctica ilegal del trabajo por cuenta propia y el empleo en él de mercancías y medios de oscura procedencia”.

En esa provincia, limítrofe con la de La Habana, fueron detenidos en ese mes ”722 ciudadanos (que) de alguna forma” transgredieron las disposiciones sobre esta actividad, indicó el periódico.

Funcionarios aseguran que el gobierno no tiene nada contra las personas que se dedican al trabajo por cuenta propia, si lo hacen de forma honesta y sin violar leyes o reglamentaciones vigentes.

Sin embargo, analistas opinan que la apertura a algunas formas de iniciativa privada sólo respondió a una necesidad coyuntural, y fue vista en las altas esferas fue vista como ”una concesión imprescindible pero indeseable”.

”Aquí sólo se habla de lo malo, del que compra algo de contrabando para después dar un servicio, nunca de los problemas que resolvemos”, dijo un hombre de 61 años que tiene un puesto de venta de pizzas y bebidas frente a un hospital de La Habana.

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