ARGENTINA: Expectativa ante batalla por el gobierno de la capital

Más de 2,5 millones de argentinos están convocados a elegir este domingo al jefe de gobierno de la capital y la incógnita reside en la votación del favorito en las encuestas, el candidato oficialista Aníbal Ibarra, que necesita mayoría absoluta para evitar la segunda vuelta.

Los votantes irán a las urnas preocupados principalmente por la inseguridad pública y por el desempleo, y si la jornada se presentara lluviosa, Ibarra podría perder apoyo, ya que uno de los problemas de infraestructura más serios de Buenos Aires son las periódicas innundaciones.

La veda de propaganda política comenzó este viernes, en un clima particular en la ciudad, producto de fuertes lluvias y de un paro general contra la reforma laboral del gobierno federal que tuvo fuerte impacto en el transporte público de pasajeros.

Ibarra, postulado por la Alianza, que gobierna Argentina desde diciembre, congrega una intención de voto de 45 por ciento, según la empresa encuestadora Gallup, frente a 30 por ciento del ex ministro de Economía Domingo Cavallo, candidato de su propio partido, Acción por la República.

Cavallo fundó su grupo en 1996, poco después de que el entonces presidente Carlos Menem le pidiera la renuncia como ministro. Su mayor logro en el gobierno fue un plan de estabilización que permitió controlar la hiperinflación, una victoria que lo hizo famoso en el ambiente académico internacional.

Tras la creación de Acción por la República, Cavallo fue elegido diputado, y obtuvo 10 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales de 1999. Ahora, aliado con un partido de la ciudad, Nueva Dirigencia, es el principal desafiante de Ibarra.

La ley electoral exige mayoría absoluta de votos para la consagración del jefe del gobierno municipal en la primera vuelta. Gallup señala que aún no se puede descartar la segunda ronda -que se realizaría el domingo 21- pese a que la proyección de indecisos indica que Ibarra podría alcanzar 51 por ciento este domingo.

Hay otros 15 candidatos que, entre todos, no suman 14 por ciento de las preferencias electorales. Asimismo, los votantes elegirán a los 60 integrantes de la legislatura de la ciudad entre casi mil aspirantes que compiten en 17 listas.

El triunfo de Ibarra representaría no sólo una victoria del gobierno de Fernando de la Rúa -que era jefe del gobierno de Buenos Aires cuando fue designado candidato a la Presidencia- sino que podría tener impacto político importante en el sector de izquierda de la gobernante Alianza.

De la Rúa ganó en 1995 las primeras elecciones para jefe de gobierno de la capital. Antes, el llamado "intendente" de Buenos Aires, era designado por el presidente de turno. Con la reforma constitucional de 1994, Buenos Aires ganó autonomía y los electores votaron candidatos a dirigirla.

Durante su gestión -de la que se retiró para asumir la Presidencia, dejando como sucesor al vicejefe de gobierno, Enrique Olivera-, De la Rúa terminó con el déficit público de la ciudad, equilibró las cuentas y comenzó un plan de obras de infraestructura que aún está en curso.

Cecilia Felgueras, secretaria de Promoción Social de la ciudad durante la gestión municipal de De la Rúa, acompaña a Ibarra, como candidata a vicejefa de gobierno. Su principal tarea fue la implementación de programas de desarrollo para mujeres jefas de hogar, para ancianas y para niños y niñas que viven en las calles.

La Alianza nació en 1997 como consecuencia de un acuerdo entre la centenaria Unión Cívica Radical -que colocó ya cinco presidentes a lo largo de la historia- y el Frente País Solidario (Frepaso), una coalición de partidos de centroizquierda que fue creada en los años 90 en oposición al gobierno de Menem (1989- 1999).

El Frepaso aportó un aire renovador al radicalismo que fue crucial para el triunfo de De la Rúa, pero está en franca minoría en la Alianza, un hecho que, de acuerdo con algunos analistas, explicaría el predominio de medidas de corte neoliberal en estos casi cinco meses de gobierno de De la Rúa.

La Unión Cívica Radical tiene un alto número de afiliados y amplia presencia en todas las provincias, mientras que el Frepaso es un grupo de implantación casi solamente urbana y principalmente en Buenos Aires. El triunfo de Ibarra, dirigente de ese frente, podría alterar parcialmente el equilibrio de fuerzas en la Alianza.

El Frepaso surgió con un fuerte sesgo de defensa de los derechos humanos. Sus principales dirigentes se destacaron en esa área, incluído Ibarra, que en 1990, como fiscal, intentó impugnar como inconstitucional el indulto que Menem otorgó a los ex comandantes condenados por la sangrienta represión practicada por la última dictadura (1976-83).

Ibarra fue convocado poco después a la política por el actual vicepresidente, Carlos Alvarez, uno de los fundadores del Frepaso. Alvarez abandonó junto a otros siete legisladores el Partido Justicialista, de Menem, como reacción ante el indulto que sacó de la cárcel a los jefes de la represión ilegal.

El tercer gran referente del Frepaso es la actual ministra de Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijide, madre de un joven secuestrado por la dictadura en 1976, que durante el régimen y en los primeros años de la democracia se desempeñó como secretaria de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

Los tres, Alvarez, Ibarra y Fernández Meijide, son los dirigentes más populares de ese frente, pero ninguno de ellos está a la cabeza de cargos ejecutivos de elección popular. Por eso, el caso de Ibarra es seguido con interés por los socios izquierdistas de la Alianza.

Alvarez llegó a vicepresidente secundando a De la Rúa, de la Unión Cívica Radical y Fernández Meijide fue derrotada cuando intentó ganar la gobernación de la provincia de Buenos Aires, la de mayor población del país. El perfil combativo de los líderes del Frepaso se fue diluyendo desde que se incorporaron al gabinete.

Ibarra, de 42 años, es abogado, y pertenece al grupo de dirigentes políticos considerados "jóvenes", no tanto por su edad, sino por su estilo. No responde al comportamiento de los políticos tradicionales, alejados del público y amigos de las gestiones tras bambalinas.

El candidato de la Alianza es frontal, impulsivo, inquieto y tiene una vida parecida a la de cualquier profesional de clase media. Vive en un barrio de Buenos Aires de clase media baja, está divorciado de su esposa -aunque admite que volvió a vivir con ella- y sus dos hijos asisten a la escuela pública. (FIN/IPS/mv/ff/ip/00

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