AMBIENTE: Tratado sobre cambio climático en la hora de la verdad

Las persistentes diferencias entre los gobiernos sobre los medios para reducir los "gases invernadero" amenazan los resultados de la reunión sobre el tratado de cambio climático convocada para noviembre en Buenos Aires.

Organizaciones ambientales estadounidenses advirtieron que, si fracasa el encuentro para afinar los detalles del Protocolo de Kioto, quedarán al borde del colapso los esfuerzos para detener el recalentamiento planetario provocado por la humanidad.

Los negociadores que lleguen a la capital argentina el próximo mes deberán enfrentar la difícil tarea de ajustar los detalles del Protocolo de Kioto, elaborado en la Tercera Conferencia de Partes de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada el pasado diciembre en esa ciudad japonesa.

Los detalles incluyen el desarrollo de un intercambio de permisos de emisión y la definición de restricciones para los países en desarrollo.

"Desde el momento mismo en que terminó la histórica reunión de Kioto el año pasado, las negociaciones sobre los detalles quedaron empantanadas en el debate de una serie de aspectos muy complicados", dijo el vicepresidente del World Watch Institute, Chris Flavin.

"Las diferencias tienden a aumentar, y así también se eleva el riesgo de que el protocolo no logre ser ratificado por el número de países industrializados requerido para que entre en vigor, o que se retrase tanto que sus metas sean inalcanzables".

Entre tanto, los informes científicos continúan advirtiendo sobre la elevación de la temperatura en el mundo, y en general están de acuerdo que la causa es la acumulación de gases procedentes de la quema de combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo.

Si no se combate el efecto de invernadero, las temperaturas continuarán subiendo y provocarán tormentas, inundaciones, olas de calor y sequías.

Esta amenaza fue reconocida por la mayor parte de los países del mundo en la conferencia de Kioto, cuya finalidad fue aprobar un acuerdo sobre cambio climático.

En esa oportunidad, las naciones acordaron reducir las emisiones de gases de invernadero a seis por ciento menos que lo emitido en 1990, una meta que debería completarse entre el 2008 y el 2012.

Pero abundan los desacuerdos en torno a la mejor forma de cumplir con esa meta, y también sobre otros aspectos del Protocolo de Kioto.

Uno de los obstáculos principales es la insistencia del Congreso de Estados Unidos, dominado por los republicanos, para que los países en desarrollo se comprometan a reducir sus emisiones, tal como lo harían los industrializados.

Los congresistas republicanos, respaldados por poderosas empresas, aseguran que el próximo siglo las emisiones del mundo en desarrollo igualarán a las de los países industrializados.

Por su parte, los países en desarrollo rechazan comprometerse a limitar emisiones hasta que lo hagan los países industrializados, responsables por la gran mayoría de los gases causantes del efecto de invernadero.

En medio de estas disputas, el presidente Bill Clinton comentó que retrasará la ratificación estadounidense del Protocolo en uno o dos años.

"Hay que preguntarse por qué algunos intereses particulares pueden definir la pauta de las estrategias sobre el cambio climático", dijo Nancy Kete, especialista en el tema del Instituto de Recursos Mundiales de Washington.

"Los que atentan contra el éxito del encuentro de Buenos Aires son los mismos que retrasaron el uso de la gasolina sin plomo, la disminución de la lluvia ácida y que disputan cada medida destinada a mejorar la calidad del aire, la protección ambiental y la salud", afirmó.

Las diferencias entre los países también saltan a la vista frente a los "mecanismos de flexibilización" del acuerdo de Kioto, que sugieren a los países cuándo y dónde realizar inversiones destinadas a reducir emisiones.

Uno de los mecanismos es una "cuenta corriente" que calcula la responsabilidad y las metas de cada país en base a niveles de 1990, y permite, a quienes han reducido emisiones más allá de lo pautado, vender a otras naciones cuotas de los gases que podrían emitir a cambio de un precio.

La idea es que los países se sientan estimulados a hacer los recortes en sectores donde les resulte menos costoso, pero agencias de la Unión Europea advirtieron que si no hay límites, algunos países podrían preferir pagar por las cuotas para evadir las reducciones.

De esa forma, un país como Estados Unidos podría seguir emitiendo la misma cantidad de gases, si compra cuotas de Rusia y Ucrania, donde algunas plantas de generación eléctrica cierran a causa de problemas económicos.

Otro mecanismo polémico es el que permitiría a un país limitar la reducción de emisiones a cuenta del dióxido de carbono que absorben sus bosques, o de entregas de ayuda para conservar los bosques en otro país.

"No hay evidencia científica que fundamente esta operación, pero aún así el tema de los bosques es uno de los que podría debilitar los compromisos de Kyoto", dijo Ashley Mattoon, investigadora de World Watch.

A nivel de las naciones industrializadas también hay diferencias en torno a la forma en que cada país debe vigilar y responsabilizarse por el cumplimiento de su meta.

Lo más probable es que las negociaciones de Buenos Aires no logren acuerdo en varios temas. Las organizaciones ecologistas consideran que en el mejor de los casos se conseguirá la formación de grupos de trabajo para abordar cada punto conflictivo por separado.

Todo parece indicar que las negociaciones sobre los detalles del Protocolo de Kioto se demorarán un buen tiempo más, y el científico del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, Dan Lashof, opinó que los países no deberían esperar hasta el final para empezar a reducir emisiones.

"El compromiso para actuar a nivel nacional es el lubricante que permitirá mover los engranajes de la negociación, y si eso no sucede es probable que todo el proceso se trabe", advirtió. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/lc-ml/en/98

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