KENIA: Milagreros aseguran tener cura para el sida

Los tratamientos supuestamente milagrosos contra el sida se suceden en Kenia, un país en que la epidemia ha causado desde 1994 la muerte de 230.000 personas entre 15 y 39 años, según información oficial.

El gobierno comunicó al parlamento que hay 1,3 millones de infectados por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, y se calcula que la epidemia se cobrará un millón de vidas en el tiempo que resta para el 2000. Kenia tiene 26 millones de habitantes.

La rápida propagación del VIH y el alto costo de los fármacos que postergan la plena manifestación del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) crean condiciones para la aparición de supuestos remedios de precio asequible.

El último de esos tratamientos, denominado "terapia de ozono", fue introducido en el país por Basil Wainwright, un estadounidense que no tiene diploma de médico pero asegura que su remedio acaba con el virus del sida. Lo mismo afirman muchos de sus pacientes.

Pero las autoridades sanitarias no comparten esa opinión. Prohibieron la terapia de ozono y clausuraron las clínicas de Nairobi que la aplicaban.

El Consejo de Médicos y Odontólogos descubrió que Wainwright practicaba ilegalmente la medicina, pues en realidad es físico, y comprobó que su tratamiento, que consiste en inyectar ozono a los pacientes, es ineficaz para combatir enfermedades.

"Hemos alertado a la policía acerca del uso ilegal de ozono como terapia médica", dijo Richard Barasa, director interino del Consejo.

Así mismo, el médico keniano Arthur Obel aseguró en 1996 haber desarrollado un fármaco, "perla omega", que podía curar la enfermedad. El Consejo de Farmacias prohibido la fabricación, distribución y venta del producto.

Obel, jefe del servicio médico de la Presidencia, participó en 1989 en el desarrollo de otro producto contra el sida, el kemron, que tampoco pasó las pruebas técnicas.

Wainwright afirma que su tratamiento fue rechazado a instancias de la industria farmacéutica de Estados Unidos, que intentaría impedir la distribución de medicamentos contra el sida que compitan con su propia producción.

"Estados Unidos está alarmado ante el descubrimiento, pues no es posible patentar el oxígeno", cuya transformación da lugar al ozono, declaró.

Wainwright exolicó que ha cobrado entre 34 y 250 dólares por su terapia, en función de la naturaleza de la enfermedad tratada. Agregó que la terapia de ozono es empleada por unos 23.000 nédicos en Europa.

El ozono se disuelve 15 veces más rápidamente en la sangre que el oxígeno y mejora la circulación sanguínea. Una vez incorporado, desinfecta la sangre, acabando con virus, hongos y bacterias, según Wainwright.

La aplicación de oxígeno para el tratamiento de enfermedades es una antigua técnica ampliamente usada en odontología y luego por los alemanes en la segunda guerra mundial, para curar heridas. agregó.

"Debilitados por el ozono, los gérmenes se vuelven vulnerables a las defensas naturales del organismo humano", dijo el físico.

Wainwright aseguró que su terapia no sólo prolonga la vida de los pacientes de sida, sino que acaba con todo síntoma.

Pese al rechazo de las autoridades, tiene el apoyo de algunos de sus pacientes, como James Makokha, que perdió a su esposa y a su hijo a causa del sida. "Yo no tenía esperanzas de sobrevivir, hasta que un amigo me informó del nuevo tratamiento contra el sida", dijo.

Makokha y otros 37 pacientes aseguran estar curados. "Si no fuera por el ozono, yo estaría ahora en la tumba", afirmó otro paciente, quien afirma haber tenido resultado negativo en la prueba del VIH.

Pero no todos dicen lo mismo. "Mi amigo murió, pese al tratamiento", comentó Lilian Njoroge, una esteticista.

Los científicos no reconocen cura ni vacuna contra el sida, que ha afectado al menos a 23 millones de personas en todo el mundo.

Ciertas combinaciones de fármacos específicos dilatan la manifestación plena de la enfermedad. "Pero se trata de productos costosos, y sólo los ricos pueden pagarlos", advirtió Makokha.

El tratamiento con el cóctel de fármacos puede costar anualmente 20.000 dólares, un precio fuera del alcance de la mayoría de la población de Kenia, donde el gasto por habitante en salud es inferior a 10 dólares por año. (FIN/IPS/tra- en/ja/mn/pm/ff/he/97

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