IRAQ-ONU: Rusia y su canciller surgen como triunfadores

Rusia y su canciller, Yevgeny Primakov, surgen como triunfadores en el pacífico desenlace de la disputa entre Iraq y Estados Unidos acerca de los inspectores de armas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Se trata de la primera gran iniciativa diplomática aparentemente exitosa que toma Moscú desde la desintegración de la Unión Soviética, hace seis años.

La reacción de Washington sugiere que las fisuras del acuerdo se volverán evidentes este viernes, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU y la Comisión Especial de las Naciones Unidas (UNSCOM), encargada de la inspección de armas, se reúnan en Nueva York.

La reunión tendrá por finalidad discutir, como se acordó, "formas de volver más eficaz la tarea de UNSCOM".

Funcionarios de gobierno de Estados Unidos advirtieron que no habrá negociación, no se fijarán plazos para el levantamiento de las sanciones contra Iraq y no se recompensará al gobierno iraquí por readmitir a todos los inspectores.

"La iniciativa ruso-iraquí no compromete a Estados Unidos ni al Consejo de Seguridad", declaró Bill Richardson, embajador estadounidense ante la ONU.

"¿Por qué deberíamos compensar a Iraq por retractarse luego de haber cometido un acto ilegítimo?", preguntó.

Mientras tanto, Primakov puede lucirse con un acuerdo que parece haber beneficiado a ambas partes. Por un lado permitió a Estados Unidos clamar victoria porque el acuerdo negociado en Ginebra dispone el "regreso incondicional" a Iraq de UNSCOM, con los miembros estadounidenses expulsados por Bagdad.

Por otra parte, el acuerdo ruso-iraquí compromete a Moscú y Bagdad a trabajar activamente para el levantamiento de las sanciones comerciales que la ONU impuso a Iraq en 1991, tras su invasión a Kuwait.

De esta forma, Rusia se alió públicamente a Iraq, un hecho que seguramente no complace a Estados Unidos ni a Gran Bretaña.

Además, las "conversaciones sobre eficacia" de la UNSCOM podrían resultar en una reducción del número de inspectores estadounidenses y un aumento de inspectores más tolerantes de Francia, Rusia y otros países, para beneplácito de Iraq.

Aún si Washington y Londres se mantienen firmes, el régimen del presidente iraquí Saddam Hussein obtuvo ciertas victorias a nivel político y psicológico.

La crisis expuso profundas diferencias entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, ya que Francia, Rusia y China se opusieron rotundamente al uso de la fuerza contra Iraq, respaldado por Estados Unidos y Gran Bretaña.

Así mismo, la disputa forzó a los países árabes a adoptar una postura, y sin excepción se opusieron a cualquier acción militar contra Bagdad, entre ellos Kuwait, víctima de la agresión iraquí hace siete años, y Arabia Saudita, que proveyó bases terrestres a la coalición que aplastó a Iraq en la guerra del Golfo.

Tanto Kuwait como Arabia Saudita argumentaron que, a diferencia de lo ocurrido en 1990, Iraq no ocupó ahora ningún país extranjero.

Además, Saddam Hussein volvió a concentrar la atención mundial en la situación de la población iraquí, que desde hace 75 meses padece las consecuencias del embargo económico.

La Organización Mundial de la Salud calcula que más de 500.000 niños y niñas iraquíes menores de cinco años murieron como resultado de la desnutrición y la falta de medicinas que generó el embargo de la ONU, un hecho que tuvo gran peso en gobiernos y poblaciones árabes.

La crisis subrayó el contraste entre la determinación de Washington de implementar la Resolución 687 del Consejo de Seguridad de la ONU, referida al cese del fuego en la guerra del Golfo, y su incapacidad para, a cambio de la paz, convencer a Israel de acatar la Resolución 242.

La Resolución 242 exige el retiro de soldados israelíes de los territorios árabes ocupados.

Finalmente, la crisis podría generar una actitud menos agresiva del presidente ejecutivo de la UNSCOM, Richard Butler. El diplomático australiano, quien asumió el cargo en julio, fue acusado de añadir leña al fuego mientras la tensión aumentaba.

Butler reaccionó frente a la expulsión iraquí de los seis inspectores estadounidenses con el retiro inmediato de todos los integrantes de la UNSCOM, pero informó del hecho a los medios de comunicación antes que al Consejo de Seguridad.

Algunos observadores sostuvieron que la actitud de Butler provocó la ira de los embajadores de Rusia y China ante la ONU.

Posteriormente, Butler declaró al diario The New York Times que "la verdad en algunas culturas es lo que se puede decir mientras lo crea la gente", comentario que fue considerado racista por muchos diplomáticos árabes.

El éxito de las negociaciones debe haber agradado especialmente a Primakov quien, como enviado especial del entonces presidente soviético Mijail Gorbachov, intentara sin éxito impedir la guerra entre los aliados encabezados por Estados Unidos e Iraq en 1991.

A pesar de las medidas que tomó el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, para consolidar sus fuerzas en el Golfo, Washington tuvo pocas posibilidades esta vez de lanzar ataques masivos contra Iraq.

Pero Primakov, quien fue periodista en la región y mantiene una relación personal con Hussein, tuvo el tiempo y la experiencia de su parte.

Saddam expulsó a los inspectores estadounidenses 15 días antes del comienzo en Qatar de la cuarta Conferencia Económica de Medio Oriente y Africa del Norte (MENA), auspiciada por Estados Unidos.

Dieciséis de los 22 miembros de la Liga Arabe no participaron en la MENA y justificaron su ausencia por la incapacidad de Washington para obligar a Israel a implementar los acuerdos de Oslo.

Los demás miembros de la Liga Arabe habrían boicoteado la conferencia si Estados Unidos hubiera atacado blancos iraquíes antes de la inauguración de la reunión, el 16 de noviembre.

Además, para el 5 de diciembre ya estaba previsto el comienzo de la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica (ICO), en Teherán.

La ICO es una institución panislámica de cooperación intergubernamental que celebra una cumbre cada tres años, con sede en la ciudad portuaria de Jeddah, en Arabia Saudita, y financiada en gran parte por ese país.

Irán invitó a Hussein al encuentro de la ICO. Si Clinton hubiera decidido la acción militar contra Iraq y su población, integrada en 95 por ciento por musulmanes, antes de la cumbre, la probable reacción en Teherán habría sido destructiva para los intereses estadounidenses en el mundo islámico.

Pero fuentes de la UNSCOM tienen otra teoría sobre la conveniencia en el tiempo de la amenaza de expulsión de los inspectores estadounidenses por parte de Hussein.

Las fuentes sostienen que a Hussein se le habían agotado las objeciones técnicas para impedir que la UNSCOM revelara su tecnología de armas químicas y biológicas y, por tanto, decidió recurrir a los artilugios políticos.

Ahora que el equipo de la UNSCOM volverá en breve a Iraq para reanudar su labor, el mundo quizá no tenga que esperar mucho para descubrir la verdad. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/ml-aq/ip/97

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