PERU: Entre el riesgo del golpe y el cálculo de la guerra

En Perú, el fantasma de una nueva guerra con Ecuador se suma a los cada vez mayores riesgos de un golpe militar.

Según el congresista izquierdista Javier Diez Canseco, "los halcones del régimen del presidente Alberto Fujimori tratarán de reforzar la unidad de la Fuerza Armada, afectada por la crisis política del regimen, apelando a la vieja receta de provocar un conflicto con un enemigo exterior".

El antropólogo Rodrigo Montoya sostuvo a su vez que Fujimori evitó convertir en partido a Cambio 90-Nueva Mayoría, su fuerza política. "porque en su régimen ese papel lo tienen las Fuerzas Armadas".

"En consecuencia, pese a que maneja con modales autoritarios y verticales el parlamento y la administración pública y parece controlar a las cúpulas militares, Fujimori es un virtual prisionero de los equilibrios de poder de las estructuras castrenses", opinó.

En ese marco, la necesidad de buscar un enemigo externo, de acuerdo con la hipótesis de Diez Canseco, es una respuesta al crecimiento de la oposición a Fujimori en el ambito militar, un sector en el que el respaldo al presidente parecía mayoritario hasta fines de 1996.

En un universo como el de las Fuerzas Armadas, en donde la disidencia está prohibida, la oposición solo puede actuar en términos conspirativos y es difícil evaluar su potencial antes de que se exprese en términos de rebelión.

El golpismo en ciernes ya no es un tópico de charla entre analistas políticos, pues se ha convertido en un tema público desde este viernes, después que el oficialista matutino "Expreso" advirtió sobre ese riesgo en la primera página.

El diario sostiene que los adversarios militares y civiles de Fujimori se inspiran en el libreto del derrocamiento del presidente ecuatoriano Abdalá Bucaram.

Según esa hipótesis, al igual que ocurrió con Bucaram en febrero, se tratará de derrocar a Fujimori mediante un pronunciamiento militar precedido por tumultuosas manifestaciones callejeras, con la tácita aprobacion de Estados Unidos.

El eidtorial advierte que ese proyecto golpista es enfrentado con otro similar pero de intención opuesta preparado por los mandos militares comprometidos con Fujimori.

"Detrás de los elementos ultras de la oposición y del fujimorismo se mueven afanosamente los fantasmas del golpismo" señala.

Desde que Fujimori perpetró el "autogolpe" del 5 de abril de 1992, cuando disolvió ilegalmente el Parlamento y apresó a los líderes de los partidos opositores con ayuda del ejército, sus adversarios civiles se han esforzado por debilitar su respaldo militar o crear una oposición castrense.

La presión internacional, expresada en una conferencia ad hoc de la Organización de Estados Americanos, forzó a Fujimori a convocar a elecciones, que dieron origen al Congreso Constituyente que preparó la Constitución ahora vigente.

Una semana antes de que se realizaran las elecciones constituyentes, un golpe militar encabezado por el general Jaime Salinas y respaldado por el sector más duro de la oposición civil, intentó frustrar el proceso, pero Fujimori y sus aliados en los mandos del Ejército no tuvieron dificultad para vencerlo.

Salinas llegó de Washington, "y nunca se supo a ciencia cierta que participación tuvo en esa intentona el gobierno norteamericano", comenta Expreso.

Desde entonces, la oposición, con el aparente respaldo de un sector disidente y encubierto del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), se dedicó a desgastar la imagen de la cúpula militar y del principal asesor de inteligencia de Fujimori, el abogado Vladimiro Montesinos, revelando sus abusos contra los derechos humanos.

En abril de 1993, el general Rolando Robles denunció los crímenes de un grupo del Servicio de Inteligencia del Ejército, afirmando que eran conocidos por los mandos, y luego se asiló en la embajada de Estados Unidos.

En los últimos meses, las denuncias contra los excesos no se refieren únicamente a los crímenes contra civiles sospechosos de insurgencia, sino que comenzaron a surgir a luz víctimas militares, como el caso de la agente del SIN Leonor La Rosa, torturada por sus jefes por presunta infidencia.

La destitución de tres miembros del Tribunal de Garantías Constitucionales que declararon ilegal la intención de Fujimori de postular por segunda vez consecutiva a la presidencia abrio campo a una serie de mítines callejeros.

El respaldo popular a Fujimori, que en enero de este año bordeaba 60 por ciento, está ahora en torno del 30 y analistas de los partidos opositores estiman que el presidente está perdiendo las esperanzas de quedarse en el poder por la vía electoral, de modo que buscará una forma de patear el tablero, como en 1992.

Según Diez Canseco, "Fujimori se propone crear condiciones para un nuevo autogolpe provocando tensiones militares en la frontera con Ecuador, país cuyo presidente, Fabian Alarcón, también parece tener necesidad de encontrar un enemigo externo para reforzar su propia estabilidad".(FIN/IPS/al/dg/ip/97

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