PERU: Cómo fue la toma de la residencia del embajador de Japón

El asalto a la residencia del embajador de Japón en la capital de Perú por parte del guerrillero MRTA se produjo a las 20.00 hora locales del martes 17 de diciembre de 1997, pero los preparativos habían comenzado mucho antes.

Un inmueble donde funcionaba una falsa organización no gubernamental, vecina de la sede diplomática, fue utilizado por el MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru) ese día para tomar la embajada y capturar 480 rehenes, cuya libertad pretendió canjear por la de sus compañeros presos.

Los guerrilleros abrieron con explosivos un boquete en una de las paredes del local desde donde se inició la operación. Por allí ingresaron algunosinsurgentes.

La policía estimó que algunos de los asaltantes ingresaron primero, confundidos entre los mozos que servían en la fiesta de cumpleaños del emperador Akihito, y quienes efectuaron disparos en otro punto de la residencia para distraer la atención de los custodios.

El local utilizado para iniciar la toma había sido alquilado meses atrás por una pareja joven, con dos niños y aspecto más o menos similar al de los vecinos de ese barrio de clase media alta, quienes informaron que además de residir allí lo utilizarían para una oficina de estudios sociales.

Aunque se encontraron allí algunos catres, vajilla y prendas que sugieren que fue punto de alojamiento de más de una decena de personas, la policía consideró que la mayoría de los insurgentes llegó en las horas previas a la operación en una ambulancia robada meses atrás.

Los insurgentes que ingresaron disfrazados como cocineros y mozos de servicio para la recepción diplomática desenfundaron armas, incluyendo fusiles AKM, y obligaron a los invitados que departían bajo un toldo en el jardín a tenderse en el suelo.

Mediante cuatro disparos de granadas antitanque disparadas por fusiles, el MRTA comunicó que tenía en su poder la residencia, y de inmediato se produjo un intercambio de disparos (aparentemente casi todos al aire) con los policías que se encontraban en el exterior.

Los insurgentes concentraron a sus rehenes en la casa y desde las 22 horas comenzaron a liberar a las mujeres en grupos de 10, comenzando por las más ancianas, entre las que se encontraba la madre del presidente Alberto Fujimori.

Algunas de las mujeres liberadas informaron que solo una persona resultó herida en el confuso tiroteo de los primeros minutos, un insurgente impactado en la pantorrilla por una bala.

Mediante una de las invitadas, una periodista norteamericana, se conocieron las demandas de los insurgentes: reclamaban la libertad de todos sus compañeros presos y solicitaron la presencia del Defensor del Pueblo, Jorge Santisteban, y el sacerdote católico Hubert Lansiers.

A través del teléfono celular de uno de los rehenes, una radioemisora local logró conversar brevemente con uno de los miembros del comando del MRTA, presumiblemente Néstor Cerpa, el comandante de la operación, quien hasta entonces era conocido como "comandante Huertas".

El guerrillero entrevistado entonces calificó a los rehenes de "prisioneros de guerra". "Comenzaremos a ajusticiar a los prisioneros" si Fujimori no cedía, advirtió. "La liberación de todos los compañeros o nos morimos todos con los rehenes. ¿Estamos claros?", expresó.

Luego, los emerretistas liberaron a las mujeres y ancianos y, posteriormente, al personal de servicio.

Los insurgentes se apostaron en el cuerpo central de la residencia diplomática. Dejaron despejado, como tierra de nadie, el amplio jardín que la rodea, mientras la policía controlaba la calle desde la puerta exterior y corrieron a los periodistas a un radio de 100 metros.

Según uno de los dos rehenes varones que lograron escapar en las primeras horas de este miércoles, los insurgentes habían clasificado a sus prisioneros en orden de jerarquía y mantenido a los más destacados en el segundo piso.

Los que lograron fugar fueron el alcalde de Miraflores, Fernando Andrade, y el comandante naval y edecán de Fujimori, Rodolfo Reategui. Andrade se escabulló desde la ventana de un baño al jardín. Reategui se despojó de su uniforme y, desnudo pero cubierto con tohallas, ganó la calle corriendo en zig zag.

Desde el principio, analistas independientes analizaron la posibilidad de que la captura de la residencia del embajadorhubiera sido conocida y deliberadamente tolerada por un sector militar opuesto a Fujimori.

El propio mandatario admitió en febrero que "por lo menos existió negligencia en el aparato antisubversivo, pues un informe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) advirtió semanas antes de la toma que el MRTA preparaba un operativo en Lima".

"No era difícil deducir que alguna embajada, especialmente la japonesa, eran los objetivos probables. Estamos investigando por qué no se tomaron previsiones en base a esa advertencia del SIN", dijo Fujimori, quien anunci'o entonces que "algunas cabezas caerán".

Hay abundantes pruebas de la existencia de un sector militar antifujimorista que difunde documentos firmados por la organización secreta "Leon Dormido" tendría vínculos con elementos del SIN y estaría detrás de algunos importantes incidentes politicos contra el mandatario peruano.

El comando del MRTA asaltó con insólita facilidad la residencia, sin herir a nadie.

Tal vez el plan consistía en secuestrar al propio Fujimori, cuya asistencia era segura. Entre los invitados se encontraban la madre del presidente, liberada inadvertidamente junto con las demás mujeres, y su hermano Santiago, quien siguió cautivo hasta este martes.

En 1995, fue descubierto un plan del MRTA para tomar la sede del Congreso y capturar como rehenes a algunos parlamentarios, con el propósito de canjearlos por la libertad de sus dirigentes que cumplen pena de cadena perpetua en varias cárceles del país.

Los políticos opositores atribuyen responsabilidad en el operativo al triunfalismo de Fujimori, quien proclamó en 1992 que el MRTA y Sendero Luminoso estaban destruidos, y desmanteló la unidad contrainsurgente más importante de la policía.

Comentarios recogidos por los diarios The Washington Times, de Estados Unidos, y Clarín, de Argentina, insisten en que la toma de la embajada era conocida anticipadanmente por los servicios de inteligencia.

El diario argentino fundamentó sus dudas en la ausencia sospechosa e inusual de los jefes del Ejército a la recepción en sede diplomática japonesa, y destacó que, en cambio, la cúpula de la policía cayó mansamente.

En esa misma línea de interpretación, analistas peruanos evalúan la posibilidad de que la toma de la residencia por un comando del MRTA haya sido favorecida por las divergencias de un sector de las Fuerzas Armadas, especialmente del Ejército, contra Fujimori, Montesinos y Hermoza.

En las primeras 14 horas del secuestro, el MRTA amenazó fusilar un rehén cada hora. Pero luego cambió su discurso para convencer al mundo que no es una organización terrorista y que la única amenaza contra la vida de los cautivos sería un intento de la policía de rescatarlos por la fuerza.

Dentro de ese marco, el valor del tiempo jugó en sentido contrario para ambos contendientes. Fujimori puede esperar indefinidamente con reducido costo político, mientras Cerpa perdía capital publicitario a medida que las horas pasen.

A las tres de la mañana del 7 de enero, los somnolientos policías despertaron sobresaltados cuando dos disparos de fusil quebraron el silencio de la madrugada desde el interior de la residencia del embajador de Japón.

La vigilancia daño al Estado, que el gobierno no tenía prisa y podía esperar hasta que la fatiga induciera a los subversivos a negociar la salida pacífica de los rehenes.

En medio de la crisis y con dos ministros rehenes, Fujimori volv2>> una rápida inspeccion por los jardines de la residencia, hizo una señal a alguien en el interior e ingresó.

Con los disparos aparentemente inmotivados, Cerpa, líder del grupo insurgente que capturó la embajada de Japón, recordó que el episodio que protagonizaba formaba parte de una guerra.

Con la guerra de desgaste que emprendió, Fujimori pretendió quebrar a los insurgentes y demostrarles que no estaban en condiciones de hacer daño al Estado, que el gobierno no tenía prisa y podía esperar hasta que la fatiga induciera a los subversivos a negociar la salida pacífica de los rehenes.

En medio de la crisis y con dos ministros rehenes, Fujimori ehenes.

En medio de la crisis y con dos ministros rehenes

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