Cuba y la UE escriben una nueva página en sus relaciones

Federica Mogherini, alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, se da la mano con Rodrigo Malmierca , ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba, en un encuentro en La Habana en enero de este año. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Federica Mogherini, alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, se da la mano con Rodrigo Malmierca , ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba, en un encuentro en La Habana en enero de este año. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Cuba y la Unión Europea (UE) avanzan en sus relaciones políticas y de cooperación, en una nueva etapa que podría llevar a esta nación caribeña a repensar  su ingreso al Acuerdo de Cotonou, eje de la colaboración entre Bruselas y la Asociación de países de África, Caribe, Pacífico (ACP).

En entrevista con IPS, el embajador de la UE ante La Habana, Alberto Navarro, dijo que este país puede solicitar su incorporación a esa asociación y beneficiarse de sus ventajas comerciales. “Hay tiempo todavía para que Cuba lo piense. El nuevo convenio debe estar en vigor para febrero 2020, que es cuando termina el actual”, señaló.

Sin embargo, especialistas cubanos desestiman que el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre La Habana y el bloque comunitario, vigente desde noviembre de 2017, abra el paso “per se” a la  perspectiva de una adhesión de Cuba a ese convenio, ni está entre las prioridades bilaterales locales.[pullquote]3[/pullquote]

El Acuerdo de Cotonou, suscrito en esa ciudad de Benín en 2000, enmarca el intercambio comercial y de asistencia al desarrollo, en especial en la reducción de la pobreza, entre la UE y 79 Estados de la ACP. El acuerdo reemplazó a la Convención de Lomé, vigente entre 1975 y 2000 entre Bruselas y antiguas colonias anglófonas y francófonas en el Sur en desarrollo.

“En cualquier caso, no se conoce ninguna disposición expresa del gobierno cubano de adherirse a la Convención de Cotonou, un asunto que, repito, parece estar fuera de agenda por el momento, a la vez que no parece existir tampoco una propuesta oficial concreta por parte de la UE”, opinó a IPS el investigador y experto en el tema Eduardo Perera.

Reconoció que esa asociación traería a la isla varias ventajas, entre otras, negociar con la UE como parte del Caribe, cuyos Estados insistieron particularmente en la incorporación cubana al proceso original a fines de la década de los 90, frustrado por presiones adversas de algunos Estados miembros de la UE.

Cuba retiró su solicitud de ingreso en esa época, tras la amenaza de algunos países miembros de la UE  de aplicar la cláusula democrática. En 1996, el gobierno español del derechista José María Aznar  (1996-2004) logró imponer la llamada posición común, que condicionaba la cooperación a cambios políticos que La Habana rechazó.

Entre los inconvenientes, Perera mencionó que la forma de organización de este convenio a través de los llamados Acuerdos de Asociación Económica, esquemas de libre comercio que “entrañan complejidades y desventajas para las economías ACP debido a las asimetrías entre sus mercados y los de la UE”.

El embajador Navarro insistió en que Cuba “ha comenzado a hablar de una posible liberalización comercial o de cooperación  y sin dudas la UE estaría encantada de apoyar”. Pero “lo ideal sería que entrara en el Acuerdo de Cotonou, porque ahí lo tiene todo”, incluido el acceso al Fondo Europeo de Desarrollo  (FED)”, indicó.

Perera, especialista en las relaciones cubano-europeas, consideró ventajoso que a diferencia de los acuerdos bilaterales, el convenio de Cotonou “dispone de un protocolo financiero cuya ejecución puede mejorar las condiciones de acceso”.  El FED es el instrumento de financiación de la UE con los países de ACP.

Alberto Navarro, embajador de La Unión Europea ante La Habana, durante una entrevista exclusiva con IPS en la delegación del bloque europeo en la capital de Cuba. Crédito: Cortesía de la UE/Cuba
Alberto Navarro, embajador de La Unión Europea ante La Habana, durante una entrevista exclusiva con IPS en la delegación del bloque europeo en la capital de Cuba. Crédito: Cortesía de la UE/Cuba

La Habana y Bruselas firmaron en diciembre de 2016 el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, lo cual permitió la eliminación de la posición común, que durante dos décadas  dificultó los vínculos cubano-europeos.

La primera reunión del Consejo Conjunto UE-Cuba, celebrada el 15 de mayo en Bruselas, dio luz verde a la agenda de trabajo de los próximos meses, que incluye el inicio de cinco diálogos políticos sobre áreas de interés mutuo: la no proliferación de las armas de destrucción masiva y el control de las armas convencionales.

Abarcan además la solución a las medidas coercitivas unilaterales,  la aplicación de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y los derechos humanos. Se realizarán de manera alterna en La Habana o Bruselas entre octubre de 2018 y marzo de 2019. “Hemos acordado fechas y sitios, pero aún no las modalidades”, dijo Navarro.

Al anunciar en Bruselas la realización de estos diálogos, la alta representante de Relaciones Exteriores y Seguridad de la UE, Federica Mogherini, explicó que se acordó institucionalizar el  diálogo sobre derechos humanos, “como un pilar clave de nuestra relación. Nos basaremos en nuestras consultas informales, iniciadas en 2015 en esta área”.

Al respecto, el embajador Navarro amplió que se discuten tres aspectos “fundamentales”, elevar el nivel  de los jefes de las delegaciones, la presencia de los estados miembros de la UE y las modalidades de participación de la sociedad civil, “algo complicado en Cuba donde hay una tolerada y otra que no”.

El diplomático descartó que la diferencia de enfoques en el tema de los derechos humanos y frente a Venezuela, puedan poner en riesgo las relaciones mutuas. “No tenemos las mismas posturas, pero eso no impide que sigamos hablando de todo y tener excelentes relaciones”, aseguró.

Un hombre fotografía un modelo de generador de energía eólica durante la inauguración de las Ferias Energías Renovables, en La Habana, en enero de este año. El desarrollo de energías limpias en el país caribeño es uno de los sectores de cooperación de la Unión Europea con Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Un hombre fotografía un modelo a escala de un generador de energía eólica durante la inauguración de las Ferias Energías Renovables, en La Habana, en enero de este año. El desarrollo de energías limpias en el país caribeño es uno de los sectores de cooperación de la Unión Europea con Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

“Nos centramos con Cuba en las cosas en que tenemos la misma línea, apoyo a Naciones Unidas, al desarrollo sostenible, energías renovables, el apoyo al sistema multilateral y a la integración regional en América Latina, buscar los puntos de encuentros más que los de desencuentro”, agregó.

En la actualidad, la UE es el primer socio comercial de Cuba, el primer inversor y su principal socio de desarrollo. Se espera por ello que el Acuerdo base aporte nuevas oportunidades para más inversión y mayor intercambio comercial, que en 2017 superó los 2.500 millones de euros (2.850 millones de dólares).

Como parte del apoyo europeo al proceso cubano de reformas económicas y sociales y contribución a su desarrollo sostenible, en la primera reunión del Consejo Conjunto UE-Cuba se firmó un nuevo programa de cooperación en energías renovables, por un valor de 18 millones de euros (20,5 millones de dólares).[related_articles]

Con ese financiamiento, la UE contribuye a los planes cubanos de elevar sostenidamente el uso de portadores renovables de energía. También se financiará un  proyecto de 21 millones de euros (23,9 millones de dólares) sobre seguridad alimentaria y agricultura sostenible, otro de los programas gubernamentales priorizados.

“Queremos acompañar, en la medida en que así lo desee el pueblo y gobierno cubano, sin ningún tipo de interferencia y siempre desde la base del respeto mutuo,  su marcha para una mejora de las condiciones de vida y su plan para avanzar en los objetivos de desarrollo sostenible”, indicó Navarro.

“Cuando decimos acompañar lo hacemos con asistencia técnica, proyectos, financiación”,  remarcó el embajador, para quien “hay  muchos puntos de coincidencia con Cuba para avanzar en una cooperación y diálogo político reforzado”.  No obstante, ese camino no está exento de riesgos, sobre todo externos.

En ese sentido, admitió que el retroceso en las relaciones de Cuba con Estados Unidos, bajo la presidencia del republicado Donald Trump, impone nuevos desafíos al reacercamiento de los 28 con La Habana. “El embargo sigue vigente y complica en muchas ocasiones las operaciones comerciales y de inversión”,  comentó.

Edición: Estrella Gutiérrez

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