Esquivando la censura rusa desde el círculo polar

Noche boreal en Kirkenes, a 400 kilómetros al norte del círculo polar ártico. Esta pequeña ciudad de Noruega en la frontera con Rusia se ha convertido en el hogar de cuatro periodistas exiliados rusos. Imagen: Elizaveta Vereykina / IPS

MADRID – A 400 kilómetros al norte del círculo polar ártico, Giorgi Chentemirov, periodista ruso, cuenta que llevaba ya seis meses fuera del país cuando fue declarado “agente extranjero” por el Ministerio de Justicia ruso.

“Me lo comunicaron el mes de marzo. No puedo decir que me sorprendiera, pero, desde luego, no por ello dejaba de producirme inquietud”, explica el periodista a IPS por teléfono desde Kirkenes, una pequeña urbe noruega de algo más de 4000 habitantes y  fronteriza con Rusia.

Chentemirov, de 38 años, es uno de muchos informadores que se han visto obligados a abandonar su país en los últimos dos años. Según cuenta, la invasión de Ucrania por parte de Moscú, en febrero de 2022,  fue un “punto de inflexión” para la prensa en Rusia.

“Se aprobó la Ley de Censura bajo la cual se consideraba delito hablar de ‘guerra’ en Ucrania en vez de ‘operación especial’. Solo podíamos citar fuentes oficiales, ni siquiera las de la ONU. Salirse del guion, aún hoy, pasa por largas penas de cárcel”, recuerda el periodista.

“Es hoy, con la guerra de Ucrania, cuando vemos funcionar a pleno rendimiento toda esta maquinaria de desinformación, pero necesitamos recordar que fue creada por Vladimir Putin allá por 2005″: Alfonso Bauluz.

Además de ser una firma conocida y respetada en Rusia, Chentemirov era también el presidente de la Unión de Periodistas de Karelia, su región, en el noroeste del país. “A pesar de lo servil que es la Unión de Periodistas rusos nosotros éramos muy independientes, nunca nos callábamos”, subraya.

No podía ser de otra manera en un país que, recuerda el reportero, la censura también se ejerce bloqueando infinidad de páginas web y redes sociales y en el que muchos editores viven bajo la presión de que un artículo fuera de tono les obligue a bajar la persiana.

“Desgraciadamente, el periodismo real en Rusia pasa por firmar con seudónimos para proteger tu identidad y publicar para medios que no están en el país”, explica Chentemirov.

Thomas Nilsen, editor jefe del Barents Observer (D), posa junto a alguna de las recientes incorporaciones a su plantilla que incluyen a Elizaveta Vereykina y a Georgi Chentemirov, segundo por la izquierda. Imagen: Barents Observer

Hoy trabaja para el Barents Observer, un diario digital noruego fundado en 2002 que ha colaborado con periodistas rusos durante 20 años y ha incorporado a tres comunicadores rusos más a su plantilla.

“Es clave tener un medio ruso parlante que pueda llamar ‘guerra’ a la guerra, y que cubra temas prohibidos en Rusia como ciertas iniciativas civiles, la oposición política, la brutalidad del frente ucraniano, las mentiras del Kremlin…”, explica a IPS por teléfono Thomas Nilsen, editor jefe del Barents Observer desde Kirkenes, la sede la redacción.

Se trata de un medio con una larga experiencia esquivando la censura rusa. No en vano, en 2019 se convirtió en el primer medio nórdico en ser bloqueado en Rusia. Nilsen asegura contar hoy con recursos para sortear los obstáculos en Internet.

Sus lectores también se ven obligados a utilizar vías alternativas para acceder a la información.

“Como la mayoría de los medios de prensa extranjeros que hacen periodismo real están vetado en Rusia, millones acceden a Internet a través de herramientas como las VPN”, añade el editor noruego.

 

Celulares en manos de rusos en el exilio trabajando de voluntarios en la frontera de Polonia con Ucrania. La invasión de Moscú a Ucrania también ha provocado una escalada de las amenazas a los periodistas rusos. Imagen: Gilad Sade / IPS

“Clima de terror”

El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) denuncia que docenas de medios de prensa y más de 100 periodistas han sido calificados como “agentes extranjeros” en Rusia desde 2021.

La organización que promueve los derechos de los periodistas a nivel mundial apunta a que hay al menos 19 informadores rusos actualmente en prisión. Los dos últimos hasta la fecha fueron condenados el 17 de noviembre, a penas de 9,5 y 10,5 años por cargos “fabricados” según el comunicado del CPJ.

Rusia ha caído al puesto 164 (de 180) en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras (RSF).

“Es hoy, con la guerra de Ucrania, cuando vemos funcionar a pleno rendimiento toda esta maquinaria de desinformación, pero necesitamos recordar que fue creada por Vladimir Putin allá por 2005,” explica a IPS en Madrid Alfonso Bauluz, presidente de Reporteros Sin Fronteras España.

Bauluz lamenta la “imposibilidad” de discrepar en Rusia toda vez que apunta a normas “descabelladas” que, insiste, empujan al exilio a muchos periodistas independientes y obligan a mantener un perfil bajo a los que se quedan.

Entre las iniciativas lanzadas por RSF, destaca la conducida por la sección alemana de la oenegé: se han recaudado dos millones de euros para dar viabilidad económica a redacciones en el exilio y asistir a periodistas durante su evacuación.

No obstante, el acoso no es exclusivo a informadores rusos. Hay dos estadounidenses entre los encarcelados en Rusia y son muchísimos más los corresponsales extranjeros establecidos en el país que se han visto obligados a marcharse.

“Antes de la guerra en Ucrania ya era complicado y peligroso trabajar en el país, pero hoy podemos decir que ya no existe el periodismo en Rusia” asegura para IPS también por teléfono Marc Marginedas, corresponsal en Moscú durante 11 años para el Periódico de Cataluña.

Habla desde su Barcelona natal tras abandonar Moscú el año pasado. Más allá del “clima de terror” que, dice el periodista, respira la prensa en Rusia, Marginedas describe la política comunicativa del Kremlin como una “orgía de noticias falsas”.

“Luego está la ofensiva administrativa: visados que hay que renovar cada tres meses, la pesadilla burocrática de alquilar un piso y obtener el registro del Servicio de Migraciones…”, matiza el periodista español.

Vista panorámica de Kirkenes. Las fronteras de Rusia con Finlandia y Noruega se han convertido en puntos de tensión desde el comienzo de la guerra de Ucrania. Imagen: Barents Observer

Volver a empezar

Todo es más doloroso cuando es tu casa a la que no puedes volver. Tras siete años trabajando para la BBC, la radiotelevisión pública británica, la reportera moscovita Elizaveta Vereykina abandonó Rusia pocas semanas después de que arrancara la ofensiva de Moscú en Ucrania.

“Trabajé para la cadena durante un par de meses en Turquía y Letonia. Luego la BBC me pidió que volviera porque necesitaban gente en Rusia y lo hice, en mayo de 2022”, explica Vereykina a IPS en conversación telefónica desde Tromso, en el extremo norte noruego.

Fueron apenas cuatro meses hasta que decidió abandonar el país de nuevo, ya de forma definitiva.

“La situación empeoraba cada día y sentía que era peligroso. La gente tenía miedo a hablar con nosotros por tratarse de un medio extranjero y cada vez era más difícil viajar dentro del país, y hasta cosas tan sencillas como hacer una reserva en un hotel”, asegura.

Su compañera en la BBC, la veterana periodista británica Sarah Rainsford, había sido obligada a abandonar el país en agosto de 2021. “Incluso antes de la invasión se notaba que las cosas empezaban a cambiar, que aquello se encaminaba hacia una auténtica caza de brujas”, añade la reportera rusa.

Tras pasar por el Reino Unido y Georgia, Vereykina, aceptó la invitación del Barents Observer para unirse a su plantilla en febrero de este año. Sin perder de vista la actualidad en su país de origen, también abre el foco sobre las amenazas que sufre el delicado ecosistema ártico.

“Soy una enamorada de esta parte del mundo y hoy disfruto de la libertad que me otorga poder elegir mis propios temas”, subraya, antes de añadir que no ve un futuro para ella en Rusia.

ED: EG

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