BOGOTÁ – Un nuevo estudio ha prendido las alarmas sobre la prevalencia de VIH entre las comunidades indígenas en las aldeas de Jaguapiru y Bororó, en la zona de Dourados de Mato Grosso do Sul, la zona con la segunda población indígena más grande de Brasil, con 73 181 habitantes.
Los investigadores encontraron que la infección por VIH en dicha población es de 0,93 %, valor superior al observado en otros grupos indígenas brasileños e, incluso, mayor al de la población general de ese país, que es de 0,6 %.
Una anterior medición, realizada en 2012, entre estos grupos indígenas arrojó una prevalencia de 0,13 %, según indica el estudio que se publicado en la edición impresa de septiembre de la revista The Lancet Regional Health – Americas.
Además, aproximadamente 73,22 % de los 1927 participantes nunca se había realizado pruebas de VIH, hepatitis o sífilis, lo que resalta la falta de acceso a los servicios de salud y la poca conciencia sobre la importancia del diagnóstico temprano. La edad promedio de los participantes fue de 34,2 años, siendo la mayoría mujeres (74 %).
“La mayor parte de la población reside en las cercanías de la ciudad y está influenciada por habitantes urbanos no indígenas que tienen fácil acceso a ellos. Adicionalmente, estos indígenas incursionan frecuentemente en territorios diferentes a los suyos, lo que impacta sus dinámicas comunitarias y los expone a riesgos como el consumo de alcohol y el trabajo sexual”, aseguran los investigadores.
El objetivo era no solo estudiar la prevalencia de la infección por el VIH entre la población indígena residente en esta región fronteriza con Paraguay y Bolivia, sino identificar los principales factores de riesgo asociados con la infección, para luego analizar el perfil molecular del virus circulante.
El estudio también evaluó la eficacia de los tratamientos entre los indígenas que viven con el VIH y la aparición de posibles mutaciones de resistencia a los medicamentos.
De acuerdo con Simone Simionatto, profesora asociada de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de la Universidad Federal de Grande Dourados, y autora principal del estudio, se identificaron diferentes subtipos de VIH-1, siendo el subtipo C el más prevalente.
Este hallazgo resulta llamativo, pues, en América Latina, el subtipo predominante es el b, lo que lleva a pensar que los indígenas han estado expuestos a un VIH ‘importado’ por personas provenientes de otras regiones, señala a SciDev.Net John Mario González, profesor de inmunología en la Universidad de los Andes, con sede e Bogotá.
“Encontramos mutaciones de resistencia a los medicamentos en algunas muestras, lo que enfatiza la importancia de la vigilancia molecular para guiar las estrategias de tratamiento”, afirma Simionatto.
Para lograr estos hallazgos, los científicos llevaron a cabo una investigación transversal, con entrevistas a los participantes, abordando aspectos como la edad, el género, el estado civil, el nivel educativo, el historial de uso de drogas, el sexual, el de transfusiones de sangre y las infecciones de transmisión sexual.
Encontraron que la prevalencia de VIH-1 fue mayor en indígenas solteros, que recibían beneficios del gobierno, tenían menos de cinco años de educación formal, sostenían relaciones sexuales con usuarios de drogas inyectables y con antecedentes de infecciones de transmisión sexual y encarcelamiento.
Según Simionatto, los hallazgos resaltan la necesidad de implementar estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento “culturalmente sensibles para el VIH”, que atiendan las necesidades específicas de los pueblos indígenas.
“La identificación de subtipos y mutaciones de resistencia puede guiar a los profesionales de la salud a brindar tratamientos más efectivos y personalizados para los pacientes indígenas con VIH. Los resultados subrayan la importancia de aumentar la conciencia sobre el VIH y de mejorar el acceso a los servicios de atención médica dentro de estas comunidades”, indica la científica por correo electrónico.
“Comprender la prevalencia del VIH y otros problemas de salud dentro de estos pueblos nos permite reconocer la conexión inseparable entre la salud humana y el bienestar ambiental. Esta comprensión puede guiar a los encargados de formular políticas y a las partes interesadas en la puesta en marcha de estrategias integrales que tengan en cuenta tanto la salud como la conservación del medio ambiente”, dice.
“Este tipo de investigaciones es de importancia crucial, porque ayudan a entender el abandono histórico que han vivido todas las poblaciones originarias en el mundo, y particularmente en Latinoamérica y en el Caribe”: John Harold Estrada.
Para John Harold Estrada, profesor titular de salud colectiva en la Universidad Nacional de Colombia, los hallazgos van en la línea con lo que se ha hallado previamente sobre la prevalencia del VIH en comunidades indígenas en todo el mundo, y es que “todas las poblaciones aborígenes presentan tasas de infección superiores a las de la población general, con un mejor acceso a la salud. Esto es una tragedia para todos los pueblos originarios”, reconoce.
Uno de los hallazgos más interesantes del estudio –en opinión de Estrada– tiene que ver con la resistencia que presentaron algunos de los pacientes a los antirretrovirales, bien sea transmitida, lo que significa que el virus con el que se infectaron ya venía con mutaciones que hacen que los medicamentos no sean efectivos, o adquirida, que se presenta cuando el virus muta después de estar en contacto con el medicamento, para sobrevivir a él.
“Este escenario resulta gravísimo, porque significa una barrera enorme para poder controlar las pandemias, pues indica que se requerirán medicamentos con un acceso más difícil y costoso. Este tipo de investigaciones es de importancia crucial, porque ayudan a entender el abandono histórico que han vivido todas las poblaciones originarias en el mundo, y particularmente en Latinoamérica y en el Caribe”, puntualiza.
Este artículo se publicó originalmente SciDev.Net América Latina.