KATHMANDÚ – A medida que aumentan los incidentes de sequía y lluvias extremas, los agricultores del sudeste asiático se asocian con expertos para elaborar pronósticos meteorológicos específicos que les permitan sortear las amenazas y, cuando la adaptación resulta demasiado costosa, compran seguros especialmente diseñados para proteger sus medios de vida.
Los impactos climáticos van en aumento. En 2016, por ejemplo, el fenómeno de la Oscilación del Sur (Enos), conocida como El Niño, provocó una grave sequía e intrusión salina en 11 de las 13 provincias del delta del río Mekong, en Vietnam.
Esto afectó a 400 000 hectáreas de tierras de cultivo, lo que supuso 200 millones de dólares en pérdidas económicas y la inseguridad alimentaria de los agricultores. Los ingresos de los hogares se redujeron en 75 %, lo que sumió en la pobreza a los productores más vulnerables que tenían pocos ahorros y no estaban asegurados.
Los enfoques integrados de gestión y transferencia de riesgos, como por ejemplo, soluciones innovadoras de seguros, serán de vital importancia para que los pequeños agricultores puedan gestionar los impactos físicos y financieros del clima.
Ese es un componente clave del proyecto DeRisk del Sudeste de Asia, que desarrolla una serie de estrategias de adaptación, según explica el profesor Shahbaz Mushtaq, director del segmento de seguros del proyecto en la australiana Universidad de Southern Queensland (USQ), uno de los tres socios de la iniciativa.
Los otros son la Organización Meteorológica Mundial y la Alianza de Biodiversidad Internacional, del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT, en inglés), que forma parte del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, en inglés).
El proyecto trabaja en la mejora de las previsiones climáticas, en nuevos sistemas y prácticas de riego y en la mejora de los sistemas de producción», explica Mushtaq a IPS en una entrevista telemática desde Queensland.
La premisa subyacente es que los pequeños agricultores deben mitigar el riesgo en la medida de lo posible, al tiempo que desarrollan y adoptan prácticas de adaptación adecuadas.
Además, “el proyecto reconoce que la adaptación tiene un límite», añade, porque “no todos los riesgos son gestionables”. Cuando deja de ser económicamente viable, “hay que transferir el riesgo a otra parte, y ahí es donde los seguros desempeñan un papel importante», puntualiza.
DeRisk, financiado por el alemán Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear, opera actualmente en Vietnam, Laos, Myanmar y Camboya.
Por ejemplo, en un proyecto piloto en Vietnam, dirigido por la Alianza en una de las provincias del delta del río Mekong, el departamento de producción de cultivos (en todos los niveles), los agentes de extensión agraria y los agricultores dialogan con los meteorólogos para moldear una previsión meteorológica general. Esa previsión incorpora avisos estacionales y de 10 días y está dirigida a los productores de arroz.
“Hacemos hincapié en el desarrollo conjunto de las distintas partes interesadas, integrando la información de los expertos en hidrometeorología y los expertos en cultivos con los conocimientos locales de los agricultores», afirma Nguyen Duy Nhiem, coordinador de DeRISK en Vietnam.
“Por ejemplo, los representantes tomarán una previsión estacional, desglosada por meses, y generarán orientaciones para cultivos específicos como la mejor fecha de siembra, la mejor variedad para plantar y, en caso de sequía, qué variedad resistente a la sequía se debe utilizar”, explica Nguyen a IPS en una entrevista por internet.
Estos consejos se presentan en forma de boletín y se distribuyen a través de diversos medios, como altavoces fijos en las aldeas, boletines en papel o carteles, junto con una aplicación para teléfonos inteligentes llamada Zalo.
Los avisos de 10 días se centran en las condiciones diarias. “Por ejemplo, si va a llover un día determinado, se dice a los agricultores que no apliquen fertilizantes o pesticidas porque se filtrarían en el suelo», explica Nguyen.
El coordinador del proyecto en Vietnam está satisfecho con los progresos del proyecto. Las partes interesadas del sector hidrométrico y del sector agrícola «entienden mejor sus respectivos idiomas», dice Nguyen.
“Por ejemplo, antes de la participación en el proyecto, cuando se hablaba de ‘días de lluvia’, las partes interesadas del sector agrícola y los agricultores pensaban que la lluvia debía ser una cantidad que pudiera medirse en un medidor, mientras que para el sector hidrométrico podía ser cualquier cantidad superior a 0,0 milimetros. La definición de días de lluvia se ha aclarado durante las discusiones y se ha anotado claramente en los boletines”, detalla.
Además, Nguyen afirma que los más de 20 000 agricultores que han recibido los avisos en las dos últimas temporadas de cultivo han quedado muy satisfechos porque la información les ha ayudado a evitar el impacto de las inclemencias del tiempo y a tomar decisiones más informadas. Si los planes se mantienen, otros distritos y provincias de la región empezarán a elaborar las previsiones hechas medida en 2022.
Entre los retos, según Nguyen, está la falta de capacidad del personal de las oficinas meteorológicas provinciales para elaborar las previsiones a medida. Otro es llegar a más agricultores. Aunque muchos agricultores tienen acceso a teléfonos inteligentes, no todos saben cómo utilizarlos para acceder a los avisos del grupo Zalo.
Entre las posibles soluciones, dice, está el desarrollo de una aplicación o la asociación con una empresa de telecomunicaciones para enviar mensajes a todos los clientes de las zonas del proyecto.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
En la vecina Laos, los avisos agroclimáticos están disponibles para todo el país, en previsiones mensuales y semanales, dice el coordinador de DeRisk en el país, Leo Kris Palao. La puesta en marcha de DeRISK en Laos se vinculó con los esfuerzos existentes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para mejorar aún más este sistema con los socios nacionales.
El sistema está automatizado, explica en una entrevista respondida por correo electrónico. Denominado Servicios Climáticos para la Agricultura de Laos (LaCSA, en inglés), el sistema analiza los datos meteorológicos y agrícolas de las bases de datos nacionales y la recogida de datos sobre el terreno por parte de los socios locales. Dependencias del Ministerio de Agricultura y Silvicultura revisan los avisos antes de su difusión.
Se puede acceder a LaCSA en línea a través de una aplicación (Android/iOS), pero para aquellos que no utilizan herramientas informáticas, la información, como en Vietnam, también se comparte a través de altavoces, radio y televisión, y carteles comunitarios y escolares.
Más de 21 000 agricultores de Laos han adaptado sus actividades tras recibir asesoramiento. Estamos satisfechos con los avances del proyecto DeRISK en Laos», dice Palao.
“Según nuestra evaluación de referencia, la mayoría de las respuestas de los agricultores que recibieron los consejos agroclimáticos indicaron que el cambio de las fechas de siembra, el uso de variedades adecuadas a las condiciones climáticas de la temporada y la gestión del agua y los fertilizantes eran algunas de sus prácticas de adaptación”, añade.
El académico Mushtaq afirma que, para mitigar aún más el «riesgo residual», que no puede gestionarse económicamente mediante estrategias de adaptación, su equipo desarrolló varios productos de seguro basados en índices que ahora se están probando a través de un plan de seguro piloto: el Seguro de Protección Climática del Café.
“La evaluación para el plan de seguros incluía preguntas sobre los mayores riesgos a los que se enfrentan los agricultores, ya sean sequías, enfermedades o lluvias extremas, entre otros peligros. Queríamos desarrollar productos para aquellos riesgos que tuvieran mayor impacto», afirma Mushtaq.
El investigador de la universidad australiana añade que si se produce un fenómeno meteorológico extremo y un agricultor no puede recuperarse inmediatamente de las pérdidas, «su producción se resentiría, afectaría a la cadena de suministro, al tostador y a las regiones productoras de café”.
“Pero si los agricultores pudieran recuperarse rápidamente, esto ayudaría a la industria y a toda la cadena de suministro. Ese es el motor que impulsa a la industria de la cadena de suministro a cofinanciar las primas de los seguros”, detalla.
Mushtaq afirma que le impresionó que los caficultores le dijeran que la sequía y las precipitaciones extremas son riesgos importantes, pero que no querían un seguro contra la sequía porque son capaces de hacer frente a ella gracias al acceso al riego. “Pero si hay precipitaciones extremas, no tenemos opción de gestionar ese riesgo, así que queremos productos que lo cubran», cuenta que le dijeron los caficultores.
La evaluación inicial puso de manifiesto que los agricultores tienen diversas actitudes respecto a los seguros: algunos estaban dispuestos a pagar más que la prima sugerida, otros ni siquiera se planteaban la posibilidad de comprarlos y la mayoría se encontraba en un punto intermedio, insegura.
Finalmente, la mayoría estuvo de acuerdo con el producto. Lo que convenció a los escépticos fue la credibilidad que la USQ y sus socios habían desarrollado a lo largo de los años de trabajo con la industria del café, representada por el sector privado y las asociaciones, dice Mushtaq.
“Para mí, el factor de éxito más importante fue la presencia del propio sector. Hay que tener un liderazgo realmente sólido para impulsar esta agenda. Tuvimos la suerte de contar con buenos socios en el sector del café”, explica.
En las fases 1 y 2 del proyecto piloto, los agricultores y los comerciantes de café se repartirán los costes de las primas, pero en años posteriores, otros agentes de la cadena de suministro, como los tostadores, tendrán que contribuir con una parte. El reparto exacto de los costes aún debe negociarse.
En la actualidad, el producto de seguro de «precipitaciones extremas» está en funcionamiento, explica Mushtaq, lo que significa que si las precipitaciones totales superan el umbral de la temporada usual de dos meses, se activarán los pagos. Como el seguro está indexado, los pagos reflejarían la cantidad de protección que los agricultores decidieran adquirir.
Para llegar a este punto, «hemos tenido que organizar varios talleres y recopilar mucha información sobre el funcionamiento de los productos de seguro basados en índices», dice.
Añade que hay que hacer más para aumentar la concienciación. En el futuro, el equipo considera la posibilidad de realizar una campaña de concienciación. «La concienciación sigue siendo un problema y tenemos que hacer una campaña masiva», plantea.
DeRISK quiere seguir desarrollando sus servicios climáticos y productos de seguros y trabajar con socios nacionales en políticas y estrategias de apoyo a los pequeños agricultores de la región en respuesta a los riesgos climáticos.
T: MF / ED: EG