Se les prometió un mundo de esperanza pero terminaron como servicio doméstico en hogares de Líbano en condiciones indignas. Esta es la historia de muchas trabajadoras domésticas en el país. Con un sistema de patrocinios de 70 años de antigüedad, estas empleadas están vinculadas a sus patronos con pocos o ningún derecho básico.
El llamado sistema de “kafala (patrocinio, en árabe)”es el principal problema detrás de casos desgarradores que se han visto en Beirut y otras ciudades libanesas este año.
Abandonadas a las afueras de sus embajadas, muchas trabajadoras domésticas se quedaron sin dinero, pertenencias o sus pasaportes. En junio de 2020, cuando Líbano fue azotada por una nueva ola de su crisis económica, muchas de las trabajadoras, mayoritariamente etíopes fueron abandonadas en las puertas de su embajada en Beirut.
Con la intensificaron la crisis económica, el país vio hundirse su moneda, la libra libanesa, así que dado que a las trabajadoras del hogar se les paga en moneda extranjera, especialmente en dólares, sus empleadores ya no podían pagar lo que les debían.
Esta situación expuso las razones por las cuales Líbano debería abolir el sistema kafala y por qué el lema surgido en Estados Unidos: Black Lives Matter (las vidas de los negros importan) también debería hacer reflexionar en Líbano.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Foro de Migrantes en Asia (AMF) han examinado la situación especial de las trabajadoras domésticas en el Líbano y en todo Medio Oriente.
Al referirse al sistema de kafala, analizaron los puntos principales de por qué debería cambiar. El sistema hace que el estado migratorio del trabajador esté legalmente vinculado al empleador o patrocinador.
Bajo ese sistema, la persona trabajadora migrante migrante debe firmar una aceptación por escrito de su “kafeel” (patrocinador) para ejercer sus derechos, sin el cual no podrían abandonar el país.
«Esto sitúa al y la trabajadora migrante como completamente dependiente de un kafeel para su sustento y residencia», destacan esas dos instituciones internacionales.
En otras palabras, un empleador o patrocinador puede restringir los movimientos y cualquier comunicación del trabajador, que evite que denuncie prácticas abusivas como exceso de trabajo, pago inferior al legal, abusos de otro tipo e incluso extorsión.
Muchos kafeels usaron su poder para oprimir a las trabajadoras domésticas migrantes (MDW, en inglés), recurriendo al abuso físico y psicológico.
Las trabajadoras domésticas en Líbano son principalmente de países africanos o del sur y sudeste asiático. La mayoría de ellas son mujeres y, según alerta Amnistía Internacional, Líbano alberga a 250 000 trabajadoras domésticas extranjeras.
Las comunidades internacionales y locales han adoptado muchos enfoques para reformar el sistema de kafala e incluso abolirlo. Varias organizaciones no gubernamentales (ONG) locales e internacionales, la OIT y muchas embajadas extranjeras han planteado la cuestión de la reforma al Ministerio de Trabajo, para garantizar la seguridad y protección de estas trabajadoras e impedir que caigan en el trabajo forzado y la explotación.
This is Lebanon (Esto es Líbano, TIL, en inglés) es una de las organizaciones que buscan crear conciencia sobre esta forma de esclavitud moderna y proteger a las MDW de familias y empleadores abusivos. Activistas de TIL hablaron con IPS mediante seudónimos para garantizar su seguridad y su misión.
Cuando se le preguntó sobre la existencia de la esclavitud moderna en Líbano, una integrante de TIL, Patricia, dijo que la respuesta es «un sí inequívoco».
Explicó que el sistema justifica la discriminación racial y de clase que conduce a sociedades de cercanas al apartheid, el sistema de segregación racial que imperó en Sudáfrica.
La razón por la cual las MDW se consideran «inferiores» o incluso «infrahumanas» es porque el sistema crea una cultura de xenofobia, superioridad racial, sexismo y clasismo, y porque los empleadores se ven a sí mismos como dueños de estas trabajadoras debido al poder otorgado por el sistema.
Según Patricia, muchas trabajadoras llegan a Líbano engañadas, sin saber que terminarán como empleadas en un hogar. Por lo general, se les miente y se les promete buenas oportunidades laborales, como trabajar en tiendas, restaurantes, oficinas, escuelas y muchos otros puestos.
También mencionó que las mujeres nigerianas son los más afectadas por estas falsedades.
Zahraa Dirani, periodista independiente y miembro de Fe-Male, una ONG que trabaja con mujeres y niñas en Líbano para eliminar la injusticia en el país, dijo a IPS que la situación de los MDW es inhumana.
«El kafala somete a las trabajadoras domésticas a una legislación de esclavitud», dijo Dirani.
La periodista explicó que esta situación no es humanamente aceptable y no es parte del siglo XXI. «Las ONG están desempeñando un papel importante en la sociedad porque están interceptando y ayudando a los MDW mientras el gobierno prácticamente está fuera de estas acciones”, afirmó.
Según Dirani, cuando Fe-Male decidió trabajar en la relación entre las trabajadoras domésticas y los empleadores, «la gente nos preguntó por qué mencionaríamos los derechos de las trabajadoras domésticas; son tercas y merecen lo que les hacen”.
“¿Por qué les darían un teléfono celular, reciben más dinero que yo, no necesitan más derechos?”, le argumentaban, en una expresión de la mentalidad libanesa, de los principales desafíos que tuvimos que enfrentar.
Dirani reconoció que se esperaban las expresiones racistas y supremacistas que escucharon porque son décadas de regirse por un sistema que da a los empleadores todo el poder para sentirse «más poderosos» o incluso «mejores» que sus trabajadoras migrantes.
Pero la solución al kafala sigue sin estar a la vista.
Muchas MDW pudieron abandonar el país, pero muchas todavía siguen a la espera de cómo sigue la situación del país y la suya propia.
Justamente, preocupa es la presión –o más precisamente la falta de ella- que han ejercido las embajadas extranjeras sobre el gobierno y por qué han guardado silencio sobre la difícil situación de sus propias ciudadanas.
La mayoría de las embajadas involucradas son en realidad consulados dirigidos por «cónsules honorarios» y no funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de esos países. Un elemento determinante, porque entran en conflicto intereses de las ciudadanas extranjeras y las empresas de empleo, con un impacto negativo para las trabajadoras, explicó TIL.
«Son ciudadanos libaneses (esos cónsules honorarios) que han utilizado su posición para fomentar sus intereses comerciales y, a veces, administran una agencia de reclutamiento», detalló Patricia, de TIL.
Dado que resulta ostensible que muchos de los consulados tienen agendas ocultas, el gobierno libanés debería ser quien toma una posición y medidas para minimizar los daños.
Desafortunadamente, Líbano está en un profundo conflicto político interno y la única acción que adoptó fue eliminar la multa a algunas de estas trabajadoras para que puedan abandonar el país.
Por lo general, cada vez que un trabajador migrante quiere irse, debe pagar el equivalente a unos 200 dólares como tarifa de salida. «Esto era prohibitivo y significaba que las mujeres que habían escapado de empleadores abusivos que no les habían pagado durante meses, terminaron encarceladas”, dijo Patricia.
“El sistema kafala hizo que las personas trataran a las MDW como si fueran ‘cosas’ o incluso algo de su ‘propiedad’, olvidándose de que son seres humanos», afirmó la periodista Dirani.
Presas en un país extranjero, abandonadas sin dinero, engañadas, maltratadas, anímicamente quebradas, ¿por qué las autoridades hacen la vista gorda ante una realidad en que tantas mujeres sufren?
Un solo dato da idea de la situación que viven: cada semana dos trabajadoras domésticas mueren en Líbano, según la agencia de inteligencia de la Seguridad General. El silencio no es una opción cuando la trata de personas queda tapada por complicidades cruzadas, aducen las ONG.
T: MF