Solo cuatro de los 12 países de Asia occidental se encuentran por encima del límite de la escasez de agua de 1.000 metros cúbicos por persona y por año, el mínimo viable para la población humana.
«La escasez de agua potencialmente podría tener un mayor impacto en las calificaciones de crédito soberano que las catástrofes naturales ya que las condiciones de escasez de agua demoran en aparecer», según Moritz Kraemer, director gerente de la calificadora Standard & Poors Global Ratings.[pullquote]3[/pullquote]
«La escasez de agua, la migración y los conflictos aún no se toman en cuenta para el Análisis de la Integración del Riesgo Ambiental al Crédito Soberano (Erisc, en inglés), pero por cierto que tenemos que hacerlo», añadió.
El Erisc pretende ayudar a las instituciones financieras a integrar los riesgos ambientales a sus evaluaciones de riesgo y a las decisiones de inversión mediante la identificación y cuantificación de la forma en que pueden afectar el rendimiento económico de los países y, por lo tanto, el costo del crédito en el mercado de la deuda soberana.
El análisis parte de la base de que el riesgo soberano puede ser materialmente afectado por riesgos ambientales como el cambio climático, la escasez de agua, la degradación de los ecosistemas y la deforestación.
«Hasta el momento no tenemos datos… suficientes sobre las posibles consecuencias económicas de la escasez de agua o el cambio en los patrones de lluvia para poder simular numéricamente el resultado, pero sabemos que los países con grandes problemas hídricos tendrán repercusiones mucho más allá de sus fronteras, lo que desatará movimientos migratorios para empezar. Europa es un ejemplo», advirtió Kraemer.
Asia occidental es importante geopolíticamente ya que vincula a África, Asia y Europa.
«Jordania era en 2013 el cuarto país con mayor escasez de agua del mundo, pero en apenas dos años, en 2015, su situación se deterioró al segundo lugar, cuando cientos de miles de refugiados sirios y yemeníes emigraron” al reino jordano, explicó Carl Bruch, del Instituto de Derecho Ambiental, con sede en Washington.
«Muchas de las economías con problemas hídricos… como Jordania y Marruecos, ya tienen bajas calificaciones de crédito… Aún queda por hacer más investigación», señaló Kraemer a IPS en el marco de la segunda Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, celebrada a fines de mayo en Nairobi, donde ministros de todo el mundo se reunieron para tomar una decisión sobre la agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
La suma de los problemas sociopolíticos y ambientales desata migraciones y conflictos
«Hay una estrecha conexión entre los problemas políticos y sociales derivados del desplazamiento, pero por qué las personas deciden trasladarse en última instancia se debe a menudo a los problemas ambientales, cada vez más debido a la escasez de agua que se repite mucho en Asia occidental», destacó Jacqueline McGlade, la directora de Alerta Temprana y Evaluación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
La degradación del suelo, la desertificación y la escasez de recursos hídricos renovables son los problemas más acuciantes de Asia occidental, a medida que los conflictos afectan el ambiente y la salud, lo que socava la capacidad de la región para producir alimentos suficientes para la población creciente, especialmente en la subregión del Mashreq, que incluye a Iraq, Jordania, Líbano, los territorios palestinos ocupados, Siria y Yemen, según la sexta Perspectivas de Medio Ambiente Mundial (GEO-6), publicada en mayo por el PNUMA.
Con el aumento de la demanda, Asia occidental se enfrenta ahora al deterioro de la calidad del agua debido a la sobreexplotación de las aguas subterráneas, la intrusión marina, el agotamiento y la salinización de los acuíferos, además del incremento de los costos de bombeo. La región ya ha superado su capacidad natural para satisfacer su propia demanda de alimentos y agua.
El círculo vicioso del agua, la degradación de los recursos de la tierra y los conflictos
Aunque las prioridades de la región son la paz, la seguridad y el ambiente, el ciclo vicioso de la degradación, consecuencia y motivo de los conflictos, puede impedir que las personas regresen a sus hogares y normalicen sus vidas y, de paso, a la economía, destacó Daria Mokhnacheva, especialista de la Organización Internacional para las Migraciones.
«La mayoría de los refugiados de los conflictos en Iraq no podrán volver a casa para normalizar su vida, aunque así lo quieran, si no se retiran las minas y municiones sin explotar colocadas en lo que solían ser sus granjas. Y la eliminación de las minas puede tomar décadas», observó.[related_articles]
Por otra parte, aunque Iraq tiene la mayor superficie de tierras de cultivo disponibles en la región, es el país que más sufre por la salinidad del suelo y la erosión eólica. Cerca de 97 por ciento del territorio iraquí es árido, la desertificación afecta a 39 por ciento del total, y un 54 por ciento adicional está bajo amenaza, según GEO-6.
«Los agricultores y pastores tradicionales pueden permanecer en campamentos temporales durante años, y estos, si están en zonas con escasez de agua o propensas a la sequía, pueden provocar numerosos desplazamientos”, añadió.
“La migración a las zonas urbanas destruye sus estilos de vida, costumbres y formas de vida por completo, lo que aumenta la vulnerabilidad. Con una estadía a largo plazo en los campamentos, las niñas y las mujeres se convierten en blancos de los traficantes, y niñas de hasta nueve años de edad son obligadas a casarse para reducir la presión por los alimentos” sostuvo.
La identificación temprana de la escasez de agua y los centros de migración clave para la prevención de conflictos
«Tenemos evidencia de Asia occidental de que la transición de las zonas rurales a las urbanas comienza a sembrar las semillas del desplazamiento que en última instancia puede conducir a los conflictos», alertó McGlade.
«Así que el verdadero problema para la gobernabilidad ambiental es si podemos detectar con suficiente antelación las condiciones en las que es probable que falle la seguridad alimentaria o hídrica, y si podemos identificar estos ‘puntos críticos’ para tomar medidas preventivas con el fin de que la gente no abandone las tierras», subrayó.
«Ya hemos visto a tres millones de personas procedentes de Siria y Yemen en movimiento hacia la frontera con Jordania. ¿Se podría haber evitado este éxodo?», cuestionó.
«Debemos integrar la investigación sobre las migraciones y el ambiente con aquella sobre la vulnerabilidad social para identificar los puntos críticos de forma temprana», recomendó Mokhnacheva, de la OIM.
«También tenemos que mejorar la evidencia local para informar a las políticas de migración que puedan responder a las necesidades reales”, añadió.
Traducido por Álvaro Queiruga