La violencia perpetua mexicana anida en Nuevo León

Julio César Oliva, con un letrero en la espalda de su camisa que reza: “¡Hey Kariss, te encontraré pronto!”, dedicado a su hija Karina, desaparecida en 2015. Crédito: Mónica González/Pie de Página
Julio César Oliva, con un letrero en la espalda de su camisa que reza: “¡Hey Kariss, te encontraré pronto!”, dedicado a su hija Karina, desaparecida en 2015. Crédito: Mónica González/Pie de Página

Karina salió a buscar trabajo el 7 de abril del 2015 y no ha vuelvo a casa. Desapareció en algún tramo de la carretera de Apodaca, en el estado de Nuevo León, en el noreste de México.

Julio César Oliva, su padre, fue a denunciar y tuvo como respuesta las mismas frases que las autoridades suelen dar siempre: «tu hija anda por ahí», «seguro se fue con el novio». Pero Julio sabe que esto no es cierto: el récord del teléfono deja ver que antes de su secuestro, Karina recibió mensajes de un número no identificado donde la amenazaban.

Rodeado por murales de Emiliano Zapata, en el Museo del Campesino en Monterrey, la capital del estado, Julio César habla de su hija de 21 años, de sus ocho tatuajes, uno de ellos en forma de rosa con la frase “My life” en su muñeca.

«Este tatuaje yo lo interpreto como el dicho de que no se le toca ni con el pétalo de una rosa, pero también, las rosas tienen espinas y yo espero que mi hija no se lashaga fácil», dice refiriéndose a quienes se la llevaron.

Julio se cansa de ver fotos de su hija en la casa cuando quiere verla a ella, cree reconocerla en una joven vestida de negro, con botas y las puntas del pelo pintadas de verde. Julio carga con la palabra “pronto” a cuestas, en la espalda y el corazón, porque no pierde la esperanza de que “pronto” pueda verla de nuevo.

Hace 5 años, en el 2011, a esta ciudad del norte de México llegó la Caravana por laPaz, encabezada por Javier Sicilia. Entonces los familiares que salieron a las calles encarnaron los estragos de la violencia de la guerra contra el narco, como le llamó Felipe Calderón.

Ahora, ante esta otra Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia, el reclamo de otros familiares de desaparecidos, como don Julio César que busca a su hija Karina, dejan ver que la violencia no cesó ni la justicia llegó.

Manifestación en Monterrey, la capital del nororiental estado de Nuevo León, en México, al paso de la Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia. Crédito: Mónica González/Pie de Página
Manifestación en Monterrey, la capital del nororiental estado de Nuevo León, en México, al paso de la Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia. Crédito: Mónica González/Pie de Página

La organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FUNDENL) recibió tan solo en el 2015, 110 casos de desaparición, de los cuales 70 por ciento no cuentan con denuncia formal por el miedo a ser amenazados, estigmatizados o criminalizados.

Leticia Hidalgo, madre de Roy Rivera desaparecido en enero del 2011, relata que los padres dejaron de esperar resultados de las autoridades y comenzaron la búsqueda por sí mismos. Esto, dice, ha sacado a la luz: mil cuerpos y 200 mil fragmentos de hueso, en distintas fosas de Nuevo León, que aún no han sido identificados.

Es aquí mismo, en Nuevo León, donde 49 personas, fueron asesinadas y sus cuerpos desmembrados y arrojados en la carretera Monterrey-Cadereyta, en mayo del 2012. Hasta ahora solo se han identificado ocho personas migrantes.

Hace 15 años “Los Zetas” llegaron a Monterrey. Se les recuerda por ser los primeros en desatar terror a plena luz del día y en lugares públicos, así como por su precisión militar. En esos tiempos eran el brazo armado del Cártel del Golfo.

Les tomó ocho años convertirse en los líderes de Monterrey, pero su disputa con sus antiguos jefes tuvo secuelas; la toma de carreteras, secuestro de camiones y reclutamiento de jóvenes fueron los más evidentes.

Ahora, al paso de la Caravana la guerra continúa. Siguen Los Zetas y el Cártel del Golfo, siguen los operativos, los militares, las desapariciones.

La marcha avanza por la calle Mier, los padres de los jóvenes que fueron desparecidos y miembros de la caravana le cantan a los que observan: “A ti que miras, también te están chingando (dañando)”.

Mientras la Caravana avanza en su recorrido de 8.000 kilómetros con destino a Nueva York, a donde llegarán el 21 de abril, tras comenzar la marcha en la capital hondureña el 28 de marzo, Julio César Olivares, el padre que busca a su hija Karina, permanece en silencio en tanto el resto de los asistentes canta.

En ese silencio, es que Julio César recuerda a su hija de 21 años, ahora desaparecida, al acudir a las marchas contra la violencia y volver a casa con la pregunta constante: “¿cómo es posible que desaparezcan?”.

Este artículo fue originalmente publicado en Pie de Página, un proyecto de Periodistas de a Pie financiado por Open Society Fundations. IPS-Inter Press Service tiene un acuerdo especial con Periodistas de a Pie para la difusión de sus materiales.

Revisado por Estrella Gutiérrez

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe