El mexicano David Jiménez cultiva dos variedades de lechuga y otras plantas en su chinampa de menos de una hectárea en el pueblo de San Gregorio Atlapulco, en el sur de Ciudad de México.
“Puede haber cinco o seis cosechas al año. La lechuga puede crecer en 30 días”, relata a IPS con entusiasmo este productor, presidente de la cooperativa La Casa de la Chinampa, integrada por seis socios y que funciona dentro de Xochimilco, una de las 16 demarcaciones territoriales (equivalentes a municipios) de la megalópolis capitalina.
El ejido (tierra de explotación colectiva) en que Jiménez tiene su finca consta de 800 hectáreas, de las que la mitad alberga chinampas, y donde viven 800 propietarios que se dedican mayoritariamente a la producción de verduras.
El sistema de chinampas, término que proviene de “chinampi”, que en lengua indígena náhuatl significa “el lugar del terreno fértil de flores”, ya era practicado por los pueblos originarios mucho antes del arribo de los conquistadores españoles en el siglo XV.
La técnica desarrollada por los aztecas se basa en la construcción de cuadros de cultivo en los humedales de la microrregión, mediante cercas de estacas de ahuejote (sauce), un árbol típico de este ecosistema y cuya virtud es soportar el exceso de agua.
El fondo de la chinampa es rico en lodo y desechos orgánicos, los cuales aportan los nutrientes para el crecimiento de las plantas, en sus tipos de tierra adentro, sembrado en las orillas y regado con agua de los canales, y de laguna, que crece sobre el agua.
Gracias a ello, los vegetales y verduras contienen altos niveles nutricionales, fijados por la interacción del ecosistema.
La zona chinampera, la huerta que alimenta a los 21 millones de personas de la Ciudad de México y su zona metropolitana, se preserva en las demarcaciones metropolitanas de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco.
La superficie total donde se utiliza el sistema de chinampas es de 750 hectáreas, que cultivan unos 5.000 productores. El esquema es rentable para ellos, pues cada día salen de sus plantíos unas 80 toneladas de verduras.
Por cada lechuga reciben unos 10 centavos de dólar, calculó Jiménez, sin dejar de atender una de las hileras de esta planta en su predio.
Hortalizas como espinacas, acelgas, rábanos, perejil, cilantro, coliflor, apio, hierbabuena, cebollín, romero, lechuga y verdolaga provienen de estos jardines flotantes. Ese collage de hojas es la postal que el visitante divisa al adentrarse en los senderos que lo internan en una alfombra segmentada en rectángulos de siembra y en las arterias de agua que los alimentan.
El sistema retiene agua, produce peces, vegetales, flores y plantas medicinales, no está expuesto a sequía, ahorra agua, en comparación con la irrigación tradicional.
Además, indican los estudios sobre las chinampas, repele las pestes, son más productivos que los esquemas agrícolas convencionales y permite la producción de biomasa. La modalidad es totalmente sostenible, pues mantiene la humedad en el área, que beneficia a la microbiótica del suelo, y regula el microclima de la zona.
Ricardo Rodríguez, fundador y director de la empresa De la Chinampa a la Mesa, ideó una forma de aliar las técnicas tradicionales de producción y las nuevas tecnologías, al comercializar las hortalizas vía las redes sociales. Así, recoge las verduras en el área natural de Cuemanco, en Xochimilco, registra clientes en su página, procesa la compra y la reparte a domicilio.
“Se genera demanda para que sigan sembrando y tengan motivos para cultivar la tierra. Eso hace que se restauren las chinampas. El mercado reconoce el valor de la chinampería, empiezan a reconocer la producción agrícola”, afirmó Rodríguez a IPS.
Rodríguez trabaja con 22 chinamperos que cosechan aproximadamente 15 hectáreas y plantan brócoli, espinaca, betabel y rábano. El emprendedor procesa unos ocho pedidos diarios, con un peso promedio de unos ocho kilogramos, ya tiene 450 clientes registrados y coloca las verduras en tiendas y restaurantes orgánicos.
Xochimilco, habitado por más de 415.000 personas en unos 125 kilómetros cuadrados, pertenece desde 1987 a los sitios Patrimonio Mundial Natural y Cultural de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Además, su sistema lacustre forma parte desde 2004 de la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, conocida como Convención Ramsar, especialmente como hábitat de aves acuáticas.
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) cataloga a las chinampas dentro de los Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial, pues conservan la agrobiodiversidad, adaptan a los cultivadores al cambio climático, garantizan la seguridad alimentaria y combaten la pobreza.[related_articles]
Para Marco Covarrubias, coordinador del Centro de Gastronomía de la privada Universidad del Claustro de Sor Juana, con sede en Ciudad de México, su valor alimentario es muy importante.
«La ventajas es que está contacto permanente con el agua que, a diferencia de otros sistemas, no se riega encima sino que es absorbida por las plantas. El valor nutritivo se obtiene a partir de que una buena parte de la chinampa está libre de pesticidas, insecticidas o agroquímicos, un valor agregado destacable», dellalló a IPS.
La urbanización irregular, el uso de plaguicidas, el cambio climático, la excesiva explotación del acuífero y el abandono han clavado sus puñales en las entrañas de la chinampa, indica un estudio de la Autoridad de la Zona Patrimonio (AZP) Mundial Cultural y Natural de la Humanidad en Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta.
La AZP, creada en 2014, es la responsable de gestionar la preservación del especial ecosistema en el área y mantener así las designaciones de Unesco y Ramsar.
“Cualquier rescate debe tomar en cuenta a los productores y el entorno cultural en que la chinampa se desarrolla. Es una cultura poco apreciada, los planes de restauración no se cumplen”, refirió Jiménez.
Su cooperativa decidió convertir dos hectáreas de su terreno en una parcela demostrativa de los beneficios de la modalidad para los visitantes.
Además, inició el lunes 22 de este mes un programa de difusión en escuelas de la zona que incluye un recorrido virtual por el área de chinampas. Con financiamiento público por unos 6.400 dólares, apuestan por concienciar a unos 6.000 estudiantes de siete escuelas del nivel primario y secundario de Xochimilco.
La autoridad ambiental se enfrenta a la austeridad para proteger la región. Si en 2015 contó con un presupuesto de 700.000 dólares, ese monto se encogió este año a 400.000. Desde 2013, la AZP ha apoyado 174 proyectos de mejora ambiental y cultura, pero se desconoce su impacto sobre las chinampas.
Además, en marzo de 2014, el Fondo Francés para el Ambiente Mundial donó 1,65 millones de dólares para la conservación de la zona.
En su informe de octubre de 2014, «Rehabilitación de la red chinampera y del hábitat de especies nativas de Xochimilco», el Instituto de Biología de la pública Universidad Nacional Autónoma de México sugirió que la restauración debe ser prioritaria por su importancia ecológica, económica y social.
Por ello, recomendó la promoción del modelo chinampa-refugio, “ya que esto representa múltiples beneficios para el mejoramiento de las condiciones de agua a la par que impulsa las actividades productivas sustentables como estrategia para evitar el avance de la zona urbana”.
«Se necesita mayor atención sobre la zona chinampera, observarla como zona de altísimo potencial de producción y crear una política pública que vincule a la gente que vive en las chinampas y de ellas y, desde ellas, se logre concatenar a los compradores directos. Es una buena opción a la que poner mayor atención», sostuvo Covarrubias.
Su universidad organiza desde 2014 el programa La Chinampería, para vincular a productores y compradores. Además, este año ejecuta otro plan de investigación aplicada para fomentar las cadenas de valor, en que participan 15 productores chinamperos.
“Faltan programas de concienciación para que los descendientes empiecen a recuperar las chinampas, mejorar su sistema de limpieza y reconocer al productor”, planteó Rodríguez, quien organiza los recorridos “Tour-conciencia”, para concienciar sobre el papel de las chinampas en la seguridad alimentaria y la importancia de la pequeña agricultura de cercanía.
El empresario quiere crear un mercado de productores en Cuemanco, generar una denominación de origen para Xochimilco, para que el valor comercial de la producción aumente, e instalar un centro de acopio.
Editado por Estrella Gutiérrez