“A través del agua es posible medir los impactos del cambio climático”, aseguró Ségolène Royal, ministra de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía de Francia, en una conferencia en el marco de la COP21.
“El agua es el eje de la Agenda de Acción Lima-París, pero es cierto que durante mucho tiempo, los asuntos relacionados con ella y los océanos quedaron marginados de las conferencias climáticas, considerando que 90 por ciento de las catástrofes naturales se relacionan con el agua y que 40 por ciento de la población mundial deberá hacer frente a la escasez de acá a 2050”, puntualizó.
Royal se expresó así en el lanzamiento de la iniciativa “El clima es el agua”, en la COP21 (21 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), realizada del 30 de noviembre al 12 de diciembre en París.
El 2 de diciembre, en el Día de la Resiliencia, una agrupación internacional que busca generar consciencia sobre este tema, se reunió en la localidad de Le Bourget, para lanzar la iniciativa #ClimateIsWater.
En ese contexto se realizaron numerosas actividades y conferencias de prensa con el fin de resaltar que el agua es un asunto clave para hacer frente al cambio climático. La iniciativa convocó a varias organizaciones de la sociedad civil y otros actores.
La gestión sostenible del agua es fundamental para hacer frente al recalentamiento planetario.
“Actores de distintos sectores deben contribuir a las estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático integrando el agua a la futura arquitectura climática”. Para alcanzar ese objetivo, es fundamental conseguir fondos, declaró a la prensa Torgny Holmgren, del Instituto Internacional de Agua de Estocolmo (SIWI, en inglés).
El agua es la base de todas las formas de vida sobre la Tierra, y su existencia en el planeta creó las condiciones para el origen de la vida y de los miles de millones de años de evolución.
Además, la historia de la humanidad muestra cómo muchas civilizaciones florecieron y dependieron del control de las fuentes de agua.
Mesopotamia (tierra entre ríos, en griego), conocida como la “cuna de la civilización” dependió del Tigris y del Éufrates. El Antiguo Egipto se desarrolló en torno al Nilo, y el imperio chino prosperó a lo largo de las cuencas del Amarillo y el Yangtsé y desarrolló una compleja maquinaria administrativa basada en la gestión del recurso para la irrigación de sus cultivos.
Se puede decir que el desarrollo humano depende del agua y que el recurso vital es fundamental para la prosperidad económica y social.
En la actualidad, el agua es un bien común en muchos países, lo que subraya la importancia de su acceso universal. Por otro lado, y en especial en las naciones occidentales, el agua se da por descontada.
Pero sin poder controlar su abundancia, ya sea por inundaciones o aumento del nivel del mar, o su escasez, por sequías y desertificación, el agua puede resultar catastrófica.
En 2015, el Foro Económico Mundial consideró al agua como el mayor riesgo que acecha a la sociedad global.
Según el Consejo Mundial del Agua (WWC), una de cada ocho personas vive sin agua potable y dos de cada cinco no tienen saneamiento adecuado en el mundo. Además, casi 3,5 millones de personas mueren al año por enfermedades derivadas de las malas condiciones del líquido vital. Y la mayoría de las personas afectadas viven en el Sur global.
Además, y directamente relacionado con la llamada “crisis hídrica”, hay fuertes vínculos entre el recurso y algunos de los ejes del desarrollo sostenible, como la agricultura y la seguridad alimentaria, la demografía y la urbanización, así como el clima y el ambiente.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la irrigación representa 70 por ciento de la extracción de agua, una proporción impresionante teniendo en cuenta la preocupación de los demógrafos por las proyecciones respecto del aumento de la población.
De hecho, se pronostica que la demanda de alimentos aumentará alrededor de 60 por ciento y la de energía, 100 por ciento, para 2050.
El agua está inexorablemente relacionada con la energía. No solo es necesaria para la generación hidroeléctrica, sino también para enfriar plantas de generación de energía, para el “fracking” (fractura hidráulica) con que se obtiene gas y petróleo, y para los biocombustibles.
Sin embargo, alrededor de 1.300 millones de personas, principalmente en África, carecen de electricidad.
Los nuevos desarrollos urbanos entre 2010 y 2030 igualarán a los construidos en toda la historia de la humanidad.
Eso aumentará la extracción de agua de las municipalidades, lo que implica ciertos asuntos como acceso, infraestructura, saneamiento y seguridad frente a los riesgos hídricos extremos.[related_articles]
Y lo que sorprende es que a pesar de toda la evidencia expuesta, durante mucho tiempo, el agua no llegó a ser prioridad en la agenda global.
No se la realza en las cuestiones climáticas, a pesar de que “los efectos del cambio climático se sentirán principalmente en el ciclo hídrico”, subrayó Benedito Braga, presidente del WWC.
Según estimaciones del instituto, las pérdidas por desastres naturales 70 por ciento relacionados con inundaciones y sequías en este siglo ya ascendieron a 2,5 billones (millón de millones) de dólares. Y otros asuntos clave, como la migración y los daños a la infraestructura están relacionados a desastres climáticos vinculados con el agua.
Si bien el agua no se menciona especialmente en el Acuerdo de París, es posible que se esté en un momento clave.
En el 7 Consejo Mundial de Agua, realizado en Daegu y Gyeongbuk en abril de 2015, Corea del Sur fue un destacado participante. El encuentro permitió colocar el tema del agua en la Agenda de Desarrollo Sostenible hacia 2030, y uno de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es específico sobre este tema.
El ODS 6, que procura garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y saneamiento para todos, cubre todo el ciclo hídrico, y está estrechamente relacionado con todos los otros objetivos. De hecho, su concreción significará un gran avance hacia el logro de la Agenda 2030.
La sociedad civil desempeña un papel crucial en llevar el asunto del agua a la agenda global.
De hecho, la Agenda de Acción Lima-Perú, que colocó el tema en el centro de los debates en París, incluye gobiernos, ciudades, regiones y otras entidades subnacionales, organizaciones internacionales, indígenas, mujeres, jóvenes, instituciones académicas y también empresas.
Más de 300 organizaciones suscribieron el pacto de París sobre agua y adaptación al cambio climático en las cuencas fluviales en la COP21.
El 8 Consejo Mundial del Agua se realizará en Brasilia en 2018. El hecho de que un país en desarrollo y seriamente afectado por la crisis hídrica sea sede del encuentro concentra la atención en el papel de las economías emergentes en las cuestiones climáticas y del agua.
Traducido por Verónica Firme