«Mis dos hijos fueron asesinados sin piedad por guerrilleros talibanes hace tres años. Mi marido murió por causas naturales un año atrás. Ahora, me dedico a pedir limosna para criar a mis dos nietos», señaló Gul Pari, de 50 años, a IPS.
Pari, que espera su turno en la clínica de un psiquiatra en Peshawar, la capital de Jiber Pajtunjua (JP), la provincia noroccidental de Pakistán, dice que sueña todas las noches que sus hijos están vivos y que regresarán algún día.[pullquote]3[/pullquote]
«Los estoy esperando. Son mártires y vendrán a vengarse de sus asesinos», sostuvo.
El psiquiatra Mian Iftikhar Hussain asegura que la mayoría de las mujeres en las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA, en inglés) de este país padecen problemas psicológicos debido a la violencia incesante de la guerrilla del movimiento extremista Talibán.
Las FATA están situadas en la frontera con Afganistán y comprenden siete distritos, con una población de seis millones de personas.
«Hemos recibido al menos 200 personas, principalmente mujeres, con trastornos de estrés postraumático debido a las pérdidas humanas y financieras”, explicó Hussain.
En la zona operan los combatientes del Talibán desde 2001, cuando las fuerzas de la coalición lideradas por Estados Unidos derrocaron a su gobierno en Kabul tras los atentados del 11 de setiembre de ese año en Nueva York y Washington.
El movimiento Talibán se refugió en las FATA, desde donde comenzaron a atacar a las fuerzas paquistaníes, con daños a las escuelas y otros edificios de propiedad pública.
Hacia el final de 2005, Pakistán, un aliado de Estados Unidos en la llamada “guerra contra el terrorismo”, comenzó la operación militar que desplazó de sus hogares al menos a tres millones de personas en este país de más de 180 millones de habitantes.
«La mayoría de las personas desplazadas desarrollaron problemas psicológicos porque perdieron a sus seres queridos en la guerra entre el Talibán y el ejército, además de perder sus comercios y su producción agrícola», destacó Hussain.
Muhammad Rafiq, dueño de una tienda en Waziristán del Norte, uno de los distritos de las FATA, dijo a IPS que su hija ahora tiene problemas mentales debido al desplazamiento. «Vivimos en una casa de adobe sin agua corriente, saneamiento, ni electricidad, lo que hace que mis hijos tengan problemas de salud», se quejó.
Rafiq dijo que en su lugar de origen tenían una casa mejor y había ganado suficiente dinero para llevar una vida próspera, pero ahora son sumamente pobres y ni siquiera consiguen la comida adecuada.
El profesor Syed Muhammad Sultan, del departamento de psiquiatría del Hospital de Clínicas de Jiber en Peshawar, advierte que los residentes de las FATA tendrán más problemas psicológicos en el futuro.
La mayor parte de la población desplazada se refugió temporalmente en la provincia de JP en pequeñas casas o escuelas, donde carecen de los servicios básicos.
En estas condiciones, los desplazados “están destinados a desarrollar trastornos psicológicos a corto y largo plazo, además de los problemas físicos», afirmó.
Muchos desplazados desarrollaron problemas de despersonalización y del sentido de la realidad, por los cuales sienten un cambio completo en su personalidad y en las de los demás, explicó.
El profesor Sultan dijo que la carga de los trastornos psicológicos es invisible, pero que podría agravarse si no se controla a tiempo.
«Las mujeres son las peores víctimas de este desplazamiento en masa, el que probablemente les genere trastornos de ansiedad, de pánico… y depresión», advirtió.[related_articles]
La psicóloga Zeenat Shah dijo que muchos desplazados padecen baja autoestima, así como inseguridad por el futuro, y el dolor y el duelo son otros de los problemas que atraviesan.
«La gente que tiene que huir de su casa tiene dificultades para adaptarse a nuevos entornos y tiene una sensación de inseguridad. Eso es consecuencia de la pérdida de la estructura social, así como de la muerte de parientes cercanos en el conflicto, y causará fobias permanentes, depresión crónica y problemas de ajuste», explicó.
Otra psicóloga comparte esa opinión.
«De la infancia a la adolescencia, los niños pasan por una gran cantidad de drásticos cambios en su salud física, así como mental. Durante la transición, adquieren su identidad, crecen físicamente y establecen su interacción social y sus relaciones en el hogar, en la comunidad y en la sociedad en su conjunto», subrayó.
Los niños, niñas y adolescentes que padecen las dificultades psicológicas como las vividas en las FATA no pueden avanzar en sus estudios académicos, aseguró.
La situación con respecto a las mujeres se deteriorará si estas permanecen en las mismas condiciones en las que se encuentran ahora, advirtió la psicóloga.
«Estas mujeres tienen que vivir en comunidades de acogida con familiares o en pequeñas casas alquiladas, que en su mayoría no tienen sistemas adecuados de agua, electricidad o saneamiento. Es muy difícil para ellas trabajar y cocinar en el mes de ayuno actual en este clima caliente”, dijo en referencia al ramadán, el noveno mes del calendario musulmán.
Zainab Bibi, otra psicóloga del mismo hospital, también percibió la misma situación en habitantes los de Waziristán del Norte.
Los desplazados “abandonaron sus hogares de prisa para salvar sus vidas. Son víctimas de la guerra que ya lleva una década en sus zonas de origen», recordó.
«Va a ser muy difícil para ellos superar sus problemas. Sin embargo, podrían superar algunos con la ayuda del gobierno y de organizaciones sociales, así como de sus familiares», añadió.
Traducido por Álvaro Queiruga