El último informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) los califica como un éxito contundente en la lucha contra la pobreza, pero hay voces de la sociedad civil que discrepan con esa conclusión.
«Luego de avances profundos y sistemáticos, ahora sabemos que la pobreza extrema se puede erradicar en el plazo de una generación más”, afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en la presentación del informe realizada en Oslo, el lunes 6.[pullquote]3[/pullquote]
Los ODM, cuyo plazo de cumplimiento termina en diciembre, “contribuyeron en gran medida a este progreso, y nos enseñaron cómo los gobiernos, las empresas y la sociedad civil pueden trabajar juntos para lograr avances transformadores”, dijo.
La ONU afirma que redujo la pobreza a la mitad. «El mundo cumplió ese objetivo, y deberíamos estar muy orgullosos de ese logro», añadió Ban.
Pero el objetivo de la erradicación de la pobreza mundial se fijó para 2030 en virtud de una propuesta de Agenda de Desarrollo Posterior a 2015, que incluye una serie de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que se presentarán en una reunión cumbre de gobernantes en septiembre.
La adopción de objetivos puede sacar a millones de personas de la pobreza, empoderar a las mujeres y las niñas, mejorar la salud y el bienestar, y ofrecer oportunidades nuevas y diversas para una vida mejor, según el Informe 2015 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
«Hace solo dos breves décadas, casi la mitad del mundo en desarrollo vivía en la pobreza extrema. El número de personas que ahora viven en la pobreza extrema se redujo en más de la mitad, pasando de 1.900 millones en 1990 a 836 millones en 2015», según el informe.
Pero las organizaciones de la sociedad civil tienen sus dudas.
«Los ODM no son un caso exitoso», aseguró Jens Martens, director ejecutivo de Global Policy Forum, una organización con sede en Nueva York.
En cambio, limitaron el discurso desarrollista a algunas metas y objetivos cuantitativos y no tocaron las condiciones del marco estructural del desarrollo, observó en diálogo con IPS.
Martens aseguró que el objetivo de la pobreza de ingresos es débil y que el umbral con el que se mide, de 1,25 dólares por día, es completamente insuficiente, ya que alguien que gane 1,26 dólares sigue siendo pobre.
«Centrarse solo en la pobreza de ingresos no es para nada suficiente. Los gobiernos tienen que lidiar con los problemas de la pobreza y la desigualdad en todas sus dimensiones», recomendó.
Por otra parte, los ODM no tomaron en cuenta que los patrones de consumo y producción del Norte global, con su impacto en el cambio climático y la biodiversidad, tienen graves consecuencias para la supervivencia y las condiciones de vida en el Sur en desarrollo, comentó.
Martens elogió que los nuevos ODS reflejen un enfoque de desarrollo mucho más amplio, sean universales y multidimensionales, y no solo incluyan objetivos para los pobres, sino también para los ricos.
Ben Phillips, de la organización ActionAid, con sede en Sudáfrica, dijo a IPS que no se podrá acabar con la pobreza a menos que los gobiernos aborden la crisis de la brecha cada vez mayor de la riqueza y el poder que existe entre los más ricos y el resto del mundo.
Acabar con la pobreza para 2030 no debe ser solo un ejercicio aritmético basado en bajos ingresos en dólares que no garantizan una vida digna para todos, sostuvo.
«Si la gente se va a la cama con hambre, no tiene acceso al agua y al saneamiento, a la educación o la cobertura sanitaria, entonces el umbral del ingreso no es el fin de la pobreza», argumentó Phillips.
«El mundo puede superar la pobreza y garantizar la dignidad para todos si los líderes políticos… fomentan el empleo, aumentan los salarios mínimos, prestan servicios públicos universales, detienen la evasión fiscal y lidian con el cambio climático», instó.
Los gobiernos tienen que enfrentar a los intereses corporativos, tan poderosos que son los únicos beneficiarios de reglas internacionales de las cuales ellos mismos son sus coautores, afirmó.
Según Martens, las lecciones de los ODM enseñan que los objetivos de desarrollo solo son útiles si están vinculados a compromisos claros de los gobiernos para brindar los medios necesarios para su aplicación.
Por ese motivo recordó que es de suma importancia la Conferencia de Addis Abeba sobre Financiación para el Desarrollo, que se realizará en Etiopía del 13 al 16 de este mes.
Para evitar el fracaso de la conferencia, los gobiernos deben aceptar que tienen responsabilidades en común pero diferenciadas para proporcionar los medios necesarios para aplicar los ODS, indicó.
También deben fortalecer la cooperación fiscal internacional, mediante la creación de un órgano intergubernamental tributario dentro de la ONU, recomendó.[related_articles]
Mientras tanto, el informe 2015 sobre los ODM concluyó que el esfuerzo a lo largo de 15 años para cumplir los ocho objetivos que figuran en la Declaración del Milenio del año 2000 tuvo éxito en gran medida en todo el mundo, aunque reconoce que persisten las deficiencias.
Los datos y análisis presentados en el informe muestran que, con intervenciones específicas, estrategias sólidas, recursos suficientes y voluntad política, incluso los más pobres pueden avanzar.
No obstante, el informe reconoce que el progreso ha sido desigual entre regiones y países.
Los conflictos armados siguen siendo la mayor amenaza para el desarrollo humano, y los países frágiles y afectados por estos enfrentamientos experimentan los mayores índices de pobreza.
La desigualdad de género persiste aunque hay una mayor representación de mujeres legisladoras y más niñas van a la escuela.
Las mujeres siguen sufriendo discriminación en el acceso al trabajo, los bienes económicos y la participación en la toma de decisiones privadas y públicas, según el informe.
A pesar del enorme avance impulsado por los ODM, unos 800 millones de personas aún viven en la pobreza extrema y padecen hambre.
Los niños y niñas del 20 por ciento más pobre de los hogares tienen más del doble de probabilidades de tener un desarrollo físico insuficiente que sus pares del 20 por ciento más rico.
También tienen cuatro veces más probabilidades de no asistir a la escuela. En los países en conflicto, la proporción de niños y niñas que no reciben educación formal aumentó de 30 por ciento en 1999 a 36 por ciento en 2012, señaló el informe.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga