Dos informes de la organización de derechos humanos Human Rights Watch pusieron de relieve la difícil situación que vive la minoría uigur en China y arrojaron luz sobre la suerte que corren quienes intentan hallar un refugio seguro en la región.
El día 10, el grupo con sede en Nueva York publicó una declaración de condena al gobierno de Tailandia por deportar a 100 inmigrantes uigures a China, donde esa comunidad es perseguida, según HRW.[pullquote]3[/pullquote]
Los uigures luchan contra el control del gobierno central de China desde hace décadas, y muchos de sus activistas están en el exilio o en la cárcel.
Otro informe de HRW publicado el 13 de este mes reveló las restricciones de viaje internacional que el gobierno chino impone a las minorías religiosas, incluidos los uigures –que son mayoritariamente musulmanes-, con motivos de «estudio religioso y de peregrinación”.
Un sistema de solicitud de pasaporte que se aplica desde hace 12 años excluye a los uigures y otras minorías, según el informe.
«Las autoridades chinas deben actuar con rapidez para desmantelar este sistema de pasaporte descaradamente discriminatorio», exhortó Sophie Richardson, de HRW, en la declaración del 10 de julio.
«Las restricciones también violan la libertad de cultos al negar o limitar la capacidad de las minorías religiosas para participar en peregrinaciones fuera de China», agregó.
El Ministerio de Relaciones Exteriores turco difundió un comunicado de prensa el día 9 condenando a Tailandia por la repatriación de los uigures a China. Las deportaciones generaron protestas frente a la embajada china y el consulado honorario de Tailandia en Turquía.
La región autónoma Uigur de Sinkiang se encuentra en el oeste de China, a más de 3.000 km de Beijing. También conocida como Turquestán Oriental, la zona es el hogar de grupos étnicos con ascendencia e idioma turcos.
Según la Asociación Uigur Estadounidense, hay más de 15 millones de uigures en esa región.
Alim Seytoff, presidente de la asociación con sede en Washington, señaló en una declaración que la deportación de los refugiados uigures constituyó una violación de su seguridad.
«La comunidad internacional debe adoptar una posición firme para garantizar los derechos de los refugiados uigures», destacó.
«A medida que más uigures huyan de la represión de mano dura… en Turkestán Oriental, y que Beijing continúe presionando por su regreso, los gobiernos interesados y los organismos multilaterales no deben permitir que China ignore las normas internacionales de derechos humanos”, exhortó.
Además de las restricciones impuestas a los viajes con fines de peregrinación, también se asegura que los uigures en China tienen prohibido realizar el ayuno religioso durante el Ramadán, el mes sagrado para la fe islámica.
Según el Congreso Mundial Uigur y varios portales de noticias, departamentos locales del gobierno chino publicaron comunicados en páginas de Internet advirtiendo a estudiantes, funcionarios y miembros del partido comunista que no podían ayunar, asistir a actividades religiosas o entrar a mezquitas.
La legislatura de Sinkiang aprobó un reglamento en enero que prohibió el uso del burka, la prenda de vestir tradicional de algunas mujeres musulmanas.
«Esto no es una restricción nueva… han sido cada vez más estrictas en los últimos dos años”, afirmó Greg Fay, del Proyecto de Derechos Humanos Uigur, con sede en Washington.
Los uigures mantienen relaciones tensas con Beijing desde la fundación de la República Popular de China en 1949.
Una serie de ataques violentos en 2014 llevaron al gobierno a declarar el “combate al separatismo, el extremismo religioso y el terrorismo», en una represión que duró un año. Las detenciones se duplicaron desde el anuncio oficial, con un total de 27.164 arrestos.[related_articles]
En marzo de 2014, un ataque con cuchillos en Kunming, a 2.677 kilómetros de Beijing, causó 30 muertes. Dos meses más tarde, una bomba explotó en Urumqi, la capital de Sinkiang, y mató a 31 personas. En julio de ese año, un atentado contra estaciones de policía, oficinas públicas y vehículos en esa ciudad dejó al menos 50 muertos.
Las autoridades responsabilizaron a los separatistas de Sinkiang por la violencia. A principios de 2009, disturbios en Urumqi causaron aproximadamente 140 muertes, tras lo cual el gobierno bloqueó el acceso a Internet en la provincia durante meses.
«Creo que muchos funcionarios de nivel local identifican al Islam con el extremismo», opinó Sean Roberts, profesor de la Universidad George Washington, en entrevista con IPS.
En un artículo de opinión publicado en el canal de noticias Al Jazeera, en junio de 2014, Seytoff comentó que, aunque los uigures ocupan una región autónoma, muchos de los funcionarios de la etnia han, la mayoritaria en China, todavía mantienen el poder político y económico en la región.
«China suprimió sin piedad toda señal de descontento uigur y transfirió a millones de fieles colonos chinos a Turkestán Oriental, proporcionándoles empleo, vivienda, préstamos bancarios y oportunidades económicas que se les niegan a los uigures», explicó.
«La población uigur en Turkestán Oriental, que era casi 90 por ciento (del total en la zona) en 1949, ahora solo llega a 45 por ciento, mientras que la población china creció mucho debido a los asentamientos apoyados por el Estado, de seis por ciento en 1953 al actual 40 por ciento», añadió.
Muchos uigures intentan huir de la persecución al territorio turco y los países asiáticos vecinos. Turquía recibió más de 1.000 refugiados desde 1949, pero Camboya y Tailandia deportaron a muchos uigures a China.
Un artículo del diario The New York Times informó en diciembre de 2009 que Camboya había deportado a 20 uigures que solicitaron asilo en ese país, y que dos días después el gobierno camboyano firmó un acuerdo de cooperación económica con China.
Beijing niega que los uigures estén oprimidos e insiste en que el acto de repatriación de Camboya fue legal.
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga