La masacre de 10 periodistas y dos policías en el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo acaparó los titulares de todo el mundo desde que dos hombres abrieron fuego en la oficina de la revista en París el 7 de enero.
Millones de personas marcharon por las calles contra lo que se considera un ataque a la libertad de expresión, y la obra de los dibujantes del semanario adquirió una popularidad viral en las redes sociales.[pullquote]3[/pullquote]
Pero varios miles de kilómetros al este de la capital de Francia, en Sri Lanka, un tipo distinto de ataque a la libertad de expresión no recibió ni siquiera una pizca de la atención prestada a Charlie Hebdo. Tal vez porque, en esta tragedia específica, el protagonista no fue asesinado, sino que desapareció sin dejar rastro.
La última vez que se supo de Prageeth Eknaligoda fue el 24 de enero de 2010. Poco después de las 10 de la noche llamó para informarle a su esposa, Sandhya, que salía del trabajo para su casa. Pero nunca llegó.
Sandhya buscó respuestas sobre su paradero por doquier, desde las comisarías locales hasta la oficina de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Ginebra, pero no encontró ninguna.
Grupos de derechos humanos como Amnistía Internacional creen que las autoridades tuvieron que ver con su desaparición. Sus vecinos informaron que vieron una camioneta blanca sin identificación estacionada frente a su vivienda ese día, un vehículo al que habitualmente se lo vincula con las desapariciones forzadas en Sri Lanka.
Caricaturista y columnista en Lanka eNews, Eknaligoda solía utilizar su pluma para llamar la atención sobre la corrupción, las violaciones de los derechos humanos y el deterioro de la democracia en este país de 20 millones de habitantes del sur de Asia.
En una de sus imágenes más compartidas se ve a una mujer semidesnuda frente a un grupo de hombres riéndose. Una leyenda en la pared detrás de ella dice “la preferencia de la mayoría es la democracia», que algunos comentaristas interpretaron como una referencia a la falta de poder de las minorías en este país de mayoría cingalesa-budista.
Eknaligoda también aplicó su talento inquisitivo a la educación, revelando el impacto que un sistema escolar débil tiene en la juventud. Uno de sus dibujos representa el trágico suicidio de una alumna en una destacada escuela para niñas en Colombo.
Sri Lanka ocupa el cuarto lugar, tras Iraq, Somalia y Filipinas, en el Índice de Impunidad elaborado por la organización independiente Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).
Dado que no hay pruebas que demuestren que Eknaligoda sufrió el mismo destino que los 19 periodistas asesinados desde 1992 en este país, el caricaturista no está incluido en las estadísticas de quienes pagaron con sus vidas por su labor periodística.
Nunca se encontró su cuerpo y no hay una tumba donde llorar su muerte. De hecho, el otrora fiscal general Mohan Peiris aseguró ante el Comité de las Naciones Unidas contra la Tortura en 2011 que Eknaligoda seguía con vida en un país extranjero, una declaración de la que luego se retractó.
Para los familiares, la desaparición es un destino peor que la muerte. “No saber dónde está el ser querido, eso es tortura mental. Y es peor que la tortura física, ya que al menos el mundo puede ver las marcas de tu sufrimiento», explicó Sandhya, la esposa del dibujante, en una entrevista con IPS en 2012.
Nuevo gobierno, nuevas esperanzas
El 7 de enero, cuando los mandatarios del mundo entero vieron las noticias sobre la masacre de Charlie Hebdo, el entonces presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa, ofreció de inmediato sus condolencias a las familias de las víctimas.
Quienes siguen de cerca el caso de Eknaligoda consideraron hipócrita ese gesto, dada la presunta indiferencia del gobierno a la libertad de prensa en Sri Lanka.
Así que cuando Rajapaksa perdió en las elecciones presidenciales del 8 de enero y un día después el gobierno fue asumido por el exministro y exsecretario del hasta ahora partido gobernante, Maithripala Sirisena, expertos y activistas comenzaron, tímidamente, a albergar una esperanza de justicia.
«La asombrosa victoria de Maithripala Sirisena es una oportunidad para que Sri Lanka mejore el clima de la libertad de prensa», comentó Sumit Galhotra, investigador del CPJ.
«Como se comprometió a erradicar la corrupción y garantizar una mayor transparencia, vigilaremos atentamente para ver si acompaña esos compromisos verbales con medidas concretas”, añadió en diálogo con IPS.
«Una forma segura de revertir la peligrosa trayectoria que tomó Sri Lanka en la última década es atender seriamente las súplicas de aquellos como Sandhya Eknaligoda, cuyo esposo Prageeth está desaparecido desde hace cinco años, e iniciar la lucha contra la cultura de impunidad que floreció en el país cuando se trata de la violencia contra la prensa», subrayó.[related_articles]
En la larga lista de atrocidades que sufrió la comunidad periodística en Sri Lanka destaca el asesinato de Lasantha Wickrematunge, a plena luz del día, el 8 de enero de 2009. Fundador y redactor del importante semanario en inglés Sunday Leader, el periodista denunciaba abiertamente todo tipo de abusos de poder y violaciones a los derechos humanos.
Ante unas 50 personas reunidas en su tumba en la mañana de las elecciones presidenciales el 8 de enero, exactamente seis años después de la muerte de Lasantha, su hermano Lal Wickrematunge llamó la atención sobre la falta de avance de los «numerosos escuadrones asignados para manejar las investigaciones sobre el asesinato”.
La justicia recibirá un nuevo impulso ahora que Sirisena asumió el poder, afirman algunos activistas.
Y aunque todavía es pronto, ya se dieron algunos pasos positivos.
«Algunos de las páginas web que estaban bloqueados, como TamilNet y Lanka eNews, son accesibles ahora, y esas son buenas señales», afirmó Ruki Fernando, un destacado activista.
«Pero hay varios casos, como el de Prageeth, Lasantha y muchos, muchos más, incluidos numerosos casos contra Uthayan”, un diario en lengua tamil con sede en la ciudad de Jaffna, “que deben acelerarse”, exhortó.
«Eso no quiere decir que Lal o Sandhya estén pidiendo favores políticos. Lo único que piden es que la justicia siga su curso normal, que estaba obstruido hasta el momento, para proceder de una manera independiente y sin interferencias políticas”, explicó.
«Esas son las cosas que esperamos del nuevo régimen en sus primeros 100 días. Hasta que se implementen, no tengo mucha confianza. Solo tengo esperanza”, advirtió Fernando.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga