Japón también quiere la riqueza africana

Instalaciones petroleras en Bentiu, Sudán del Sur. Crédito: Charlton Doki/IPS

Japón, la tercera economía mundial, procura fortalecer sus relaciones económicas y comerciales con África, para entre otras cosas hacer contrapeso a la fuerte presencia de China en ese continente rico en recursos naturales.

Los participantes en una conferencia de donantes de alto nivel para sus países, organizada por Japón en los tres primeros días de este mes, subrayaron la necesidad de un acercamiento, ya no a través de los tradicionales préstamos y la asistencia, que hasta ahora definieron las relaciones, sino mediante el comercio y las inversiones.

“El crecimiento anual que registra África es de más de seis por ciento, y el continente representa población en expansión y un importante mercado regional”, destacó Mokoto Ito, portavoz de la cancillería japonesa, durante la quinta Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (TICAD, por sus siglas en inglés), que concluyó el lunes 3 en Yokohama.

“Japón puede jugar un activo papel invirtiendo en infraestructura y proveyendo tecnología industrial para impulsar los bienes manufacturados, además de fomentar las capacidades”, añadió Mokoto.

Sus palabras claramente reflejan el interés de Tokio en los recursos naturales africanos, vitales para sus necesidades energéticas. Este país asiático es fuertemente dependiente de las importaciones de gas y petróleo.[related_articles]

También denotan un deseo de competencia con su rival regional: China, cuyo intercambio comercial con África sumó 138.600 millones de dólares el año pasado, según el Fondo Monetario Internacional, muy por encima del comercio de Tokio con ese continente, que totalizó 30.000 millones de dólares.

La TICAD, un foro con dos décadas de historia, procura fomentar el diálogo y las sociedades entre las economías africanas y asiáticas. Goza del apoyo de actores clave como el Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Unión Africana.

Al hablar ante líderes de unos 40 países participantes en el foro, el primer ministro japonés Shinzo Abe anunció que, además de su asistencia oficial al desarrollo, de 14.000 millones de dólares, Tokio también ofrecerá “32.000 millones de dólares en inversiones públicas y privadas para apoyar al crecimiento económico africano”.

Abe aseguró que su país no se remitiría a “excavar y explotar recursos simplemente para traerlos a Japón”. “Apoyaremos a África para que sus recursos naturales permitan su crecimiento”, señaló.

Expertos interpretaron esto como un cuestionamiento a la polémica estrategia de China en África. Las inversiones chinas por 127.000 millones de dólares en proyectos extractivos e industriales en territorio africano han sido criticadas como un “acaparamiento de recursos” y de no contemplar consideraciones de desarrollo humano.

Abe también instó a una mayor transparencia en las transacciones comerciales, y prometió hacer más para proteger los derechos y la seguridad de unos 30.000 africanos que viven y trabajan en Japón.

A pesar de estas expresiones de buena voluntad, algunos analistas están decepcionados por el hecho de que los participantes no hayan abordado las relaciones desde una perspectiva humana.

Akio Shibata, director del Instituto de Investigación de Recursos Naturales, centro de estudios japonés enfocado en desarrollo agrícola, sostuvo que el énfasis de la TICAD en las inversiones privadas y el comercio es peligroso para las vastas poblaciones rurales en el continente africano, que siguen viviendo en abyecta pobreza.

Según el Banco Mundial, 48,8 por ciento de los habitantes de África subsahariana todavía viven por debajo de la línea de pobreza.

“Me desilusioné porque la TICAD ignoró temas clave como las altas tasas de mortalidad materna, la protección del ambiente y la justa distribución de la riqueza, que también son fundamentales para el desarrollo sostenible”, dijo Shibata a IPS.

El analista alertó que las promesas de Tokio de aportar su experiencia tecnológica y de apoyar las reformas estructurales en África podrían preparar el camino para una explotación minera y agrícola a gran escala.

Eso afectaría a los pequeños productores, que representan más de 70 por ciento de la población en la mayoría de los países del continente.

“Enfocarse en proyectos agrícolas de gran escala es un peligro para los pequeños agricultores, que afrontan el riesgo de que las grandes compañías los dejen sin tierras ni trabajo”, indicó.

El experto habló en una sesión de la conferencia de la que también participaron campesinos de la provincia mozambiqueña de Tete, que protestan contra el Programa de Cooperación Triangular para el Desarrollo Agrícola de las Sabanas Tropicales, también conocido como “ProSabana”.

Ese proyecto procura convertir grandes franjas de la sabana mozambiqueña en una zona agrícola comercial que producirá soja para exportación.[pullquote]3[/pullquote]

Mozambique actualmente registra tasas de crecimiento de siete por ciento, pero se ubica entre los tres países africanos con peores índices en materia de desarrollo humano.

Augusto Mafigo, agricultor y sindicalista de Mozambique, dijo que los campesinos redoblaron sus protestas contra ProSabana porque temen que les haga perder sus pequeñas porciones de tierra cultivable cuando las compañías extranjeras se instalen.

Ese escenario tendría graves consecuencias para Mozambique, considerando que 80 por ciento de la fuerza laboral de ese país de 23 millones de habitantes está constituida por pequeños productores.

No obstante, líderes africanos en la conferencia celebraron la idea de una mayor presencia japonesa en el continente. “Japón traerá tecnología de calidad, y puede jugar un importante papel como contrapeso a China”, dijo a IPS Tseliso Nteso, del Ministerio de Finanzas de Lesotho.

Otros funcionarios expresaron su esperanza de que el mensaje de la TICAD de una mayor asociación pública-privada marque el comienzo de un nuevo paradigma de desarrollo, que sea “más amable” con las poblaciones marginadas del continente, en especial las subsaharianas.

La economista Zuzana Brixiova, del Banco Africano de Desarrollo, sostuvo que un acercamiento entre Japón y África también podría servir para afrontar otros temas globales como el agotamiento de los recursos naturales, el cambio climático y la creciente desigualdad, siempre que se concentren en un desarrollo sostenible.

Brixiova dijo a IPS que, para eso, es crucial fijar “estándares de desarrollo que puedan garantizar reformas inclusivas y estructurales” en el continente africano.

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