Ante la sequía que amenaza a México, la potabilización del agua marina aparece como una opción viable, aunque expertos cuestionan sus efectos ambientales. Uno de los métodos es la filtración a través de membranas semipermeables para retener las sales.
«Esta y otras tecnologías buscan resolver problemas que hay en ciertas zonas con baja disponibilidad del recurso y para ello solo se necesita acceso al mar o a zonas de agua salobre», explicó a Tierramérica * el investigador Rodrigo González.
«Representan una oportunidad para zonas costeras con características áridas o semiáridas», recalcó este experto del Departamento de Ciencias del Agua y Medio Ambiente del estatal Instituto Tecnológico de Sonora (Itson).
Para experimentar con ese método y atender las necesidades hídricas del noroccidental estado de Sonora, el Itson y la local Comisión Estatal del Agua crearon el Centro Regional de Investigación y Desarrollo del Agua y la Energía, cuya función es armar e instalar plantas desalinizadoras.
México padeció en 2012 una dura y persistente sequía que afectó especialmente una vasta zona entre el centro y el norte del país, con fuerte impacto sobre la agricultura, la ganadería y el bienestar de docenas de comunidades. El pronóstico para este año no es muy diferente, con especial perjuicio para el norte.
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La disponibilidad de agua en este país, hoy con casi 117 millones de habitantes, era en 2010 de 4.250 metros cúbicos por persona, que se reducirá a 3.936 en 2020 y hasta 3.822 en 2025, un nivel considerado entre medio y muy bajo, según proyecciones de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Las estadísticas de 2010 indican que 77 por ciento del agua entubada se destinaba a usos agrícolas.
La desalinización o desalación «es una opción viable, pero debe ser la última luego de que se hayan agotado otras diversas», señaló a Tierramérica el director de la Oficina Noroeste del no gubernamental Centro Mexicano de Derecho Ambiental, Agustín Bravo.
«El problema de abasto de agua en zonas desérticas o semidesérticas tiene que ver con la falta de una política hídrica integral y ecosistémica que atienda y privilegie las necesidades humanas sobre otras», criticó.
El recurso potable
Existen diversos métodos de desalinización, como la destilación, la cristalización o congelación, y la absorción o cambio iónico, que requieren el uso de energí¬a, mientras que la ósmosis inversa o filtración y la electrodiálisis o filtración selectiva se realizan pasando el agua a través de membranas mediante presión mecánica.
Las aguas salobres contienen entre 1.000 y 10.000 partes por millón (ppm) de sales, las llamadas salinas de 10.000 a 30.000 ppm y las de mar de esta cantidad a 50.000, mientras que la potable presenta menos de 1.000 ppm.
El agua marina contiene principalmente cloruro, sodio, sulfato, magnesio, calcio y potasio.
En el mundo hay 15.988 plantas de desalinización, que poseen una capacidad instalada superior a los 66 millones de metros cúbicos diarios y atienden a más de 300 millones de personas, según los últimos datos de la Asociación Internacional de Desalación.
El estatal Instituto Mexicano de Tecnología del Agua enlista 435 plantas en operación, la mayor de las cuales funciona en el noroccidental estado de Baja California Sur con una capacidad de 200 litros por segundo. La mayoría de esas instalaciones trabajan para el sector turístico.
Pero ese método de potabilización del agua no cuenta en este país con un marco regulatorio que aborde los procesos y el vertido de los residuos líquidos. De hecho, la única norma de calidad estipula un nivel máximo de sólidos disueltos totales de 1.000 ppm.
«Persiste un limbo jurídico. No está claro exactamente cómo habrán de regularse todos los pasos para desalinizar. Se tiene que ver la competencia de las autoridades nacionales, de los estados y de los municipios, y luego los posibles efectos negativos sobre el ambiente», dijo a Tierramérica el académico César Nava, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México.
Los riesgos del beneficio
La desalinización implica beneficios como la reducción del consumo de agua dulce, el cese de la merma de los acuíferos y la posibilidad de recargarlos. Pero los expertos insisten en los posibles daños ecológicos de esta tecnología, cuyo costo por metro cúbico equivale a unos 50 centavos de dólar.
En el proceso «se genera una salmuera, más concentrada que el mar, que se tiene que disponer de una manera segura y, además, separar sal requiere de un consumo de energía importante», advirtió González, quien construyó con su equipo modelos de ósmosis inversa, electrodiálisis y termosolar.
El grupo científico instaló este mes una planta desalinizadora en un sembradío de mango, sorgo y remolacha en el Valle del Yaqui, la zona agrícola del sur de Sonora. La meta es contar en un plazo de dos años con un centro de producción y ensamblaje de plantas, cuyo costo es de unos ocho millones de dólares.
La mezcla se deposita en lagunas de secado, donde el agua se evapora y la sal queda confinada o bien se vierte en el océano. Pero esta opción puede dañar bancos de coral, pastos y especies marinas.
«Las aguas de rechazo no se diluyen en el mar, su comportamiento hidrodinámico es como un fluido, va emigrando y sus daños no han sido debidamente estudiados ni valorados», aseguró Bravo.
El gobierno de Enrique Peña Nieto planea presentar este año al parlamento un proyecto de nueva ley de Aguas Nacionales, que incluirá el abordaje de este método y delimitará situaciones como la propiedad del recurso desalinizado cuando se concesiona el servicio a particulares.
«Mi miedo es que se atienda a cuestiones políticas, porque entonces los gobiernos locales de zonas costeras con escasez de agua serán quienes tengan la decisión última. Si la ley no contempla candados, van a prevalecer favoritismos y amiguismos y así puede tener una orientación que no va a salvaguardar el interés público», alertó Nava.
Desde 2010, está lista para aprobación una regulación al respecto, en la cual participó González, pero el gobierno aún no le ha dado luz verde.
*Publicado originalmente el 11 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.