Sostenidas por editores y lectores convencidos de que otra comunicación es posible, las revistas independientes crecen y se fortalecen en Argentina de la mano de un enfoque diferenciado a los grandes medios en coberturas políticas, del quehacer cultural y en la defensa de derechos diversos.
A la sombra de más de 450 revistas pertenecientes a 40 grandes consorcios editoriales, varios de ellos multimediáticos, circulan en Argentina otras 241 publicaciones dedicadas a la literatura, cine, filosofía, humor, a la discusión ideológica y partidaria, historia, música, artes visuales, artes escénicas, diseño o género.
No se trata de emprendimientos vocacionales, que avanzan en los ratos libres del editor, sino de un sector económico pujante, con un número estimado total de 1,4 millones de lectores mensuales, que brinda empleo a pequeñas imprentas de todo el país.
Publicaciones como Barcelona, THC, Alternativa Teatral, El Ojo del Músico, Haciendo cine, La Garganta Poderosa, Clítoris, El Teje y Diario de Poesía son solo una pequeña muestra de la diversidad de la oferta.
No reciben subsidios estatales o del mundo empresarial y tienen poca publicidad. Prácticamente viven de la venta de cada ejemplar, un recurso olvidado por las revistas comerciales, devenidas en catálogos publicitarios que se contentan con ser exhibidos o con solo circular entre el público lector.
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Desde 2011, la gran mayoría de estos medios están unidos en la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (Arecia) y reclaman discutir un proyecto de ley que contribuya a fortalecerlos como un sector sin fines de lucro pero sustentable.
"El propósito de la Asociación es mostrar que somos un sector económicamente activo, que ofrece condiciones dignas de empleo, que vive de la venta y paga en efectivo", dijo a IPS la periodista Claudia Acuña, presidenta de Arecia.
Acuña es editora de la revista independiente Mu, nacida al calor de la crisis económico-social de fines de 2001 en el marco de la cooperativa La Vaca, que hoy impulsa otros proyectos de comunicación alternativa.
La cooperativa brinda además cursos de capacitación en proyectos de autogestión, un servicio que no se brinda en las carreras de formación de periodista y que, según Acuña, representa un vacío en los programas de estudio.
Un censo realizado por Arecia en octubre indicó que existen en Argentina 241 revistas culturales independientes, 95 por ciento de las cuales se publican en papel y el resto solo en Internet.
El fenómeno no está acotado a Buenos Aires, tanto es así que 48 por ciento de las publicaciones surgieron en el interior del país y responden a intereses locales.
Los editores reunidos en Arecia lograron suscribir convenios con el correo postal para la distribución y resistieron múltiples intentos de las revistas comerciales por eliminarlos de los canales de distribución y de venta, fijándoles nuevos costos.
Acosta señaló particularmente al grupo empresarial Clarín y también a La Nación. Entre ambos manejan 60 por ciento del mercado de la gráfica, dijo, y son dueños de redes de distribución y de bocas de venta.
"Hay mucha concentración y las revistas comerciales ya no venden ejemplares. Viven de la pauta publicitaria oficial y privada. Son casi catálogos de avisos que ganan sólo con exhibirse, aunque no se vendan", explicó Acuña.
"Ese sector fue perdiendo credibilidad ante los lectores. Ellos mismos lo admiten. En cambio, nosotros somos un mercado sostenido por los lectores, un mercado disperso, de muchos títulos. Somos algo diferente y estamos creciendo", aseguró.
En el marco de este debate, la presidenta de Arecia cree que contar con una ley puede ayudar a fortalecer proyectos y a hacer surgir nuevos. "No queremos prebendas", remarcó, sino "igualdad de trato, sin discriminaciones", aclaró. La iniciativa, que comenzaría a discutirse en marzo, reclama beneficios impositivos, mejor acceso al financiamiento, bonificación de tasas de interés y cupo del Estado para compras que se reparten entre más de 3.000 bibliotecas públicas del país.
En sus fundamentos, el proyecto sostiene que una nueva norma serviría para saldar la deuda que tiene con el sector la Ley de Servicios Audiovisuales, sancionada en 2008 y cuya aplicación es resistida por el grupo Clarín a través de chicanas varias ante la justicia.
La norma democratiza espacios televisivos y radiales, "pero ha omitido a las publicaciones gráficas y de Internet, independientes y autogestionadas, sin las cuales esa ley no hubiese contado con canales de debate y difusión", reclaman.
El texto sostiene que fortalecer a estas revistas es un modo de "dar una batalla contra la monopolización, no solo de productos sino de contenidos" y es además una manera de "consagrar socialmente la idea de que otra comunicación s posible".
Una comunicación "que no aliente la competencia sino la convivencia de distintos modos de percibir y expresar la vida".