Las niñas y las mujeres pueden ser poderosas agentes de cambio, pero sufren en forma desproporcionada los desastres climáticos debido a los tradicionales roles de género, la discriminación y la pobreza.
IPS conversó al respecto con la activista filipina Josephine Castillo, de la red de organizaciones no gubernamentales Dampa, Haydee Rodríguez, presidenta de la Unión de Cooperativas de Mujeres Las Brumas, en la localidad nicaragüense de Jinotega, y Violet Shivutse, fundadora de la Comunidad de Trabajadoras de la Salud Shibuye, en Kenia.
El Día Internacional para la Reducción de Desastres, celebrado el sábado 13, se concentró en "Mujeres y Niñas, la fuerza (in)visible de la resiliencia".
IPS: Las tres tienen historias diferentes y proceden de distintos contextos. ¿Podrían explicar cuáles son los principales desafíos que afrontan a la hora de crear mecanismos de resiliencia en sus comunidades?
JOSEPHINE CASTILLO: Soy una de las directoras de mi asociación de propietarias, que tiene 421 integrantes, todas dueñas de sus tierras desde 1995, algo que logramos gracias a un programa exitoso que realizamos con el gobierno nacional, que ofreció hipotecas para que las mujeres compraran sus casas.
Tenemos programas que agrupan a nuestra comunidad en caso de desastre. Formamos equipos de respuesta rápida en colaboración con el gobierno local, y nuestros proyectos de resiliencia trabajan con Huairou Comission y GROOTS International.
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En agosto, las personas afectadas por las inundaciones de Manila fueron trasladadas hasta nuestros sitios de reubicación, que rescatan familias afectadas por inundaciones y terremotos. Los desastres naturales ocurren más a menudo debido al cambio climático, y necesitamos tener programas de adaptación climática, mitigación de desastres y resiliencia.
HAYDEE RODRIGUEZ: Presido la Unión de Cooperativas de Mujeres Las Brumas, en Jinotega, Nicaragua. Creamos 20 cooperativas de mujeres con unas 1.200 integrantes y otras 960 vinculadas de forma indirecta.
Nuestra comunidad tiene numerosas dificultades con el cambio climático y la distribución de tierras. Mediante el trabajo de resiliencia creamos programas para cultivar alimentos y plantas medicinales, y otros que apuntan a mejorar el diálogo con el gobierno.
También logramos que las mujeres participaran en organizaciones partidarias. En las próximas elecciones, el 4 de noviembre, habrá 14 activistas comunitarias.
VIOLET SHIVUTSE: Cuando trabajaba en una oficina que registraba agricultores conocí a muchas mujeres embarazadas que sufrían problemas en el parto. Muchas murieron, otras tuvieron partos complicados tras los cuales el bebé murió o ellas quedaron con secuelas durante mucho tiempo.
El principal problema era ayudarlas y garantizarles el traslado a un hospital, pues la distancia y el alto costo del servicio no las impulsa a hacerlo. Luego comencé a pensar cómo ayudar a estas mujeres tan importantes para la comunidad. Así fue cómo me involucré en el trabajo comunitario y en cuestiones de salud femenina.
Los mayores problemas en la comunidad incluyen encontrar fondos contra el VIH/sida, la seguridad alimentaria, los periodos de sequía y las inundaciones. El agua, el saneamiento y la higiene también son grandes problemas para niños y niñas en las escuelas.
Cuando me di cuenta de que los problemas aumentaban reuní a muchas mujeres para comenzar a trabajar en el desarrollo de nuestra comunidad. Creamos una organización llamada Comunidad de Trabajadoras de la Salud Shibuye, que hoy cuenta con 2.036 activistas dedicadas al tema.
IPS: ¿Por qué es importante concentrarse en las mujeres y las niñas en materia de reducción de desastres?
JC: Porque son las más perjudicadas en casos de desastres. Deben estar preparadas y entrenadas. No nos gusta decir que somos vulnerables, pero lo somos.
Cuando hablamos de resiliencia no nos referimos solo a desastres naturales. La falta de educación también significa desastre. No pueden encontrar trabajo si no tienen formación. Por eso debemos participar en conferencias internacionales, para mostrar nuestras necesidades y luchar por nuestros derechos.
HR: Trabajar en la resiliencia de mujeres es importante porque necesitamos cuidar nuestras vidas y las de la comunidad. Si no nos ocupamos del agua, por ejemplo, no habrá cultivo, y sin producción, hay hambre.
VS: Creemos que la resiliencia comienza con las mujeres, ya que son ellas las que se encargan de las comunidades rurales porque los hombres emigran a las ciudades en busca de trabajo. Por eso, el impacto de los desastres para las mujeres y las niñas es grande. Las alentamos a trabajar en grupos para que puedan comprender cómo resistir.
Resiliencia es tener comida en sus casas, resiliencia quiere decir almacenar alimentos, resiliencia quiere decir identificar recursos naturales y protegerlos.
También creemos que es importante que las niñas aprendan la importancia de la resiliencia para que, cuando sean adultas y madres, ayuden a sus comunidades.
IPS: ¿Cómo crean proyectos eficaces en materia de resiliencia femenina?
JC: Es importante colaborar y asociarse con autoridades locales, instituciones y organizaciones en todo el mundo. También es importante el diálogo entre actores local.
Las organizaciones deben concentrarse en muchas cuestiones porque si trabajan en una sola se pueden agotar, y si ese asunto se resuelve no tendrán nada más en qué trabajar. Nuestros programas surgen de la gente, no de los contribuyentes.
HR: Tenemos que impulsar a las mujeres a participar en los procesos de decisión y a ocupar cargos de liderazgo. Las organizaciones deben ayudarlas y alentar la innovación femenina ofreciéndoles recursos. Además, las protagonistas deben compartir su trabajo y proyectos con otras comunidades para ayudar a que propagar la resiliencia.
VS: Primero, tenemos que educarlas, porque de lo contrario no podrán participar en trabajos comunitarios. Segundo asunto, fortalecerlas desde el punto de vista político y económico. Darles más valor y equidad en el ambiente de trabajo.