BRASIL: Clase media según el cristal con que se mire

Según la definición del gobierno, muchos habitantes de favelas como el Complexo do Alemão son de clase media Crédito: Fabíola Ortiz/IPS
Según la definición del gobierno, muchos habitantes de favelas como el Complexo do Alemão son de clase media Crédito: Fabíola Ortiz/IPS

La cantidad de personas que habrían saltado de la clase baja a la media en la última década en Brasil es puesta en duda por economistas, si bien destacan el ascenso social registrado. Los críticos de ese indicador piden contemplar otros factores además del ingreso familiar.

La discusión sobre la "clase media", que puede ser hasta "filosófica", según comentó a IPS el economista Adhemar Mineiro, estalló a partir de la divulgación de un informe de la Secretaría de Asuntos Estratégicos (SAE) de la Presidencia de Brasil.

El estudio asegura que 35 millones de personas ascendieron en los últimos 10 años a la clase media, que pasó de representar a 38 por ciento de la población, en 2002, a 53 por ciento, en 2012. Este país tiene 192 millones de habitantes.

En caso de mantenerse la tendencia a la reduccion de la pobreza, los estratos medios llegarán a incrementarse hasta alcanzar a 57 por ciento de los brasileños en 2022, agrega la SAE, encargada de planificar las estrategias socioeconómicas y políticas del país a largo plazo.

El problema, marcado por los analistas que cuestionan estos datos publicados a fines de septiembre, es el parámetro utilizado por los técnicos gubernamentales, pues considera como de clase media a una familia cuyos integrantes tengan un ingreso individual promedio de entre 145 y 510 dólares por mes.
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"La franja de renta utilizada para la definición de la clase media en Brasil me parece muy amplia", dijo a IPS el profesor João Sabóia, del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Según el experto, el criterio incluye a personas con ingresos y hábitos de consumo muy distintos y de él se desprende que 53 por ciento de la población sea considerada en esa clase social.

El salario mínimo en Brasil equivale a 311 dólares, mayor que la renta individual mínima utilizada.

Sabóia considera que la clase media debería definirse a partir de otros factores, como consumo, y no renta.

Este país tiene un estudio de presupuesto familiar, realizado por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, que cada cinco a siete años recoge datos de hábitos de consumo de la población. Con ese parámetro podría definirse la clase media en base a un patrón de consumo y obtener la proporción a partir de ese dato, lo que constituiría "un grupo más homogéneo", opinó.

Sabóia no cuestiona, en cambio, la importancia económica y social de lo ocurrido en los últimos tiempos en el país. "No hay duda de que hubo un fuerte ascenso social en Brasil", que en los últimos 10 años está atravesando un proceso de reducción de la pobreza y una mejora muy grande en la distribución de la renta.

"El hecho es, en sí mismo, mucho más importante que estar discutiendo si la clase media en Brasil representa 30 o 50 por ciento de la población", subrayó.

Eduardo Fagnani, del Instituto de Economía de la estatal Universidad de Campinas (Unicamp), precisó a IPS que la discusión sobre clase media abarca varias corrientes de pensamiento. Mencionó el marxismo, que establece ese patrón en base a la estructura productiva y sus relaciones, es decir "quién detenta y quién no los medios de producción".

En el otro extremo, otras definiciones extraídas del "sueño americano" o de la economía de posguerra europea, que incluyen conceptos como la inserción profesional, la mejora de la escolaridad y los hábitos culturales y de consumo diferenciados, añadió.

Por eso, para el profesor de la Unicamp, el criterio utilizado por el gobierno es "arbitrario", porque "da la impresión de que Brasil redujo la pobreza y que esos pobres pasaron a la clase media".

Sin dejar de aclarar que "no hay cómo negar que en Brasil hubo progresos en los últimos años", el economista cuestionó si salir de la pobreza significó necesariamente lograr un "bienestar".

"Hay un cierto triunfalismo del gobierno al decir que salieron de la pobreza y llegaron a la clase media. ¿Pero quien gana un salario mínimo no es pobre? La persona que vive en un barrio sin saneamiento o utiliza la red pública de salud, ¿es clase media?", se preguntó.

Fagnani sostuvo que es necesario incluir otros criterios. "La clase media puede tener casa en buenas condiciones y confort, cursos de música, de inglés, viajes internacionales, planes médicos privados", ejemplificó.

Pero solo desde el punto de vista de la vivienda, Brasil "tiene un déficit enorme". Alrededor de 80 por ciento de la escasez perjudica a personas con ingresos de hasta tres salarios mínimos, comparó.

El economista Mineiro, del Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socioeconómicos (Dieese), apuntó que el nuevo ascenso social ha tenido impactos importantes desde el punto de vista de la ciudadanía, independientemente de los parámetros establecidos, con los cuales también difiere y que atribuye al "neoliberalismo".

Por eso prefiere hablar de la "incorporación de desempleados y de nuevos trabajadores, pero fundamentalmente de una formalización de la economía", que incluye a quienes tenían un empleo irregular.

Este ascenso social incluye básicamente a trabajadores que ingresaron al mercado formal en sectores como la construcción civil, el comercio y el trabajo doméstico, es decir áreas donde los salarios y niveles de educación son bajos y se verifica un escaso acceso a bienes culturales.

Se trata de "una masa laboral que ahora reivindica derechos, servicios públicos, que se organiza, apuesta a la educación de los hijos e hijas y actúa políticamente", indicó Mineiro.

A la vez, esos nuevos trabajadores formales "comienzan a impulsar la economía a través del consumo y de esa demanda de servicios públicos que, en el área de infraestructura, representa nuevas inversiones en obras públicas y por lo tanto más inversiones" en general, agregó.

Mineiro consideró, además, que el combate a la pobreza constituye una novedad histórica para Brasil y reivindicó las políticas implementadas para ello, como los sucesivos aumentos del salario mínimo, los programas de complementación de la renta familiar como Beca Familia y la formalización de la economía y, con ella, el acceso al crédito.

El economista prefirió evitar términos de un debate que "hoy está velozmente ultrapasado por la propaganda política y por una noción de matriz liberal de que el principal elemento de ciudadanía es la posibilidad de acceso a la renta, con la cual el individuo pueda definir con su racionalidad cómo gastar y así se convierte en un ciudadano con posibilidad de consumo".

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