Desconforme con quien fue su empleador durante cinco años, la japonesa Chikako Harada, de 34, renunció hace tres meses y acaba de empezar un nuevo trabajo en una gran empresa de ventas por Internet.
"Saber inglés me resultó una ventaja en el difícil mercado laboral de Japón", explicó.
Harada puede no ser la norma entre las mujeres que trabajan, pero según expertos refleja la nueva determinación de las jóvenes japonesas de abrirse camino con flexibilidad en un mercado complejo.
"Las mujeres de 20 y 30 años están redefiniendo el viejo modelo laboral que rendía culto al empleo de por vida en un mundo corporativo dominado por hombres", dijo Midori Ito, director del Centro de Acción para las Mujeres que Trabajan.
"Al poder manejar diferentes empleos, las mujeres están insuflando nuevas ideas a un débil mercado laboral", dijo Ito. Mientras Japón afronta un creciente desempleo, con empresas que prefieren contratos a tiempo parcial para combatir la recesión económica, las mujeres emergen como modelos importantes, según expertos en asuntos laborales.
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Fumio Ohtake, quien investiga estos temas en la Universidad de Osaka, explicó a IPS que la crisis del empleo ha centrado la atención en los perfiles convencionales del trabajo femenino, marcados por la clase de flexibilidad que puede combatir la reducción de oportunidades laborales.
"En el mundo corporativo dominado por los hombres, las trabajadoras comúnmente fueron relegadas a puestos marginales. Es tiempo de evaluar la vieja imagen y aprender una lección a partir de cómo las mujeres adaptan sus carreras para sobrevivir", dijo Ohtake.
La ley de igualdad de oportunidades de Japón, que data de 1985, raramente se invoca, y las empresas continúan aplicando prácticas discriminatorias con impunidad. A consecuencia, Japón es clasificado como el más desigual de los países ricos en materia de género, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
El sistema de empleo de por vida, visto como la pieza clave del milagro económico de la posguerra en Japón, favoreció a los hombres en base a su rol tradicional de jefes de hogar.
Pero mientras las empresas se ven obligadas a hacer recortes en medio de una prolongada recesión, el mercado laboral tradicional es reemplazado por empleos a tiempo parcial o por contratos a término, donde las mujeres pueden tener mejores posibilidades.
De hecho, las nuevas oportunidades laborales surgidas en los últimos años han sido, en su mayoría, de tiempo parcial, y los empleos por contratos ahora absorben a casi 34 por ciento de los 63 millones de personas que integran la fuerza laboral de Japón.
Las mujeres constituyen 70 por ciento de los empleados de tiempo parcial, principalmente como trabajadoras domésticas y en restaurantes donde se paga por hora y los beneficios son escasos.
Consciente de la creciente ansiedad pública en torno al empleo, el gobierno se comprometió en agosto a examinar la situación de quienes trabajan a tiempo parcial y de modo irregular, con la mira puesta en hacer que las empresas ofrezcan empleo de tiempo completo para quienes integran su plantilla desde hace más de cinco años.
En octubre, Japón también elevará el salario mínimo a siete dólares por hora, en un intento por mejorar los ingresos de los trabajadores de tiempo parcial.
Pero los expertos critican las nuevas medidas, por considerar que son poco sistemáticas y que no apoyan cambios a largo plazo en el mercado laboral.
Durante mucho tiempo, Ito hizo campaña a favor del "trabajo decente", un concepto internacional que exige que el empleo respete los derechos de los trabajadores. Ito cree que la crisis del empleo puede convertirse en un catalizador para que tanto trabajadores como trabajadoras lleven vidas estables y estén conformes.
"Mujeres más jóvenes, como Harada, con su determinación de encontrar nuevos trabajos, reflejan el deseo de las mujeres solteras -y ahora de cada vez más hombres jóvenes- de afrontar el riesgo del desempleo desarrollando una nueva ética y estándares laborales", dijo a IPS.
Yoshiko Otsu, directora de la Sociedad de Mujeres Trabajadoras, una organización que brinda apoyo a mujeres que se emplean a tiempo parcial, admitió la necesidad de que se concreten esos cambios para hacer frente a las dificultades, que cada vez son más.
"La situación actual es difícil para las trabajadoras, las vuelve vulnerables. El gobierno debe apoyar a las mujeres que quieren liberarse de las cadenas tradicionales, pero las nuevas leyes que prometen obligar a las empresas a darles trabajos de tiempo completo no son realistas", dijo a IPS.
La organización de Otsu investiga cada día cientos de casos de empleadas contratadas que se quejan de salarios impagos y de acoso sexual y abusos de poder por parte de sus jefes.
Otsu criticó las nuevas regulaciones gubernamentales, según las cuales las empresas pueden fácilmente poner fin a los servicios de sus trabajadoras antes de completar cinco años, lo que volvería aún más insegura la situación de las mujeres en el mercado laboral.
Aunque no se han registrado estadísticas concretas sobre las mujeres, los datos existentes que aportan investigadores señalan que ellas están empezando a liderar el nicho de oportunidades en el trabajo comunitario.
Esto cree Miki Hara, dueña de Drop, una empresa sin fines de lucro con sede en Yokohama, que ofrece servicios a madres con hijos pequeños.
"Mi propia experiencia muestra que es posible ser económicamente independiente siendo innovadora", explicó a IPS.
"La idea de iniciar una compañía que brindara espacio a quienes acababan de ser madres y a sus hijos para hacer cosas juntos se me ocurrió luego de que el aumento de la deuda pública derivó en nuevas políticas oficiales que reconocieron que los burócratas solos no podían solucionar los problemas comunitarios", dijo.
"Hemos aprendido a mantenernos a nosotras mismas", agregó.
Actualmente, Drop emplea a cinco trabajadoras de tiempo completo y a más de 30 a tiempo parcial. Y aunque las cosas no son fáciles, según Hara su empresa desempeña un rol pionero en el trabajo comunitario.