Las tendencias en buena parte «del mundo capitalista occidental tienden a destruir la ciudad, a disolverla», lo que atenta contra la democracia, «porque la ciudad es el lugar donde han nacido las libertades públicas», dijo el destacado urbanista Jordi Borja en entrevista con Tierramérica.
El modelo urbano actual confina a los habitantes a sitios donde el transporte urbano no llegará y deja espacios públicos abandonados, abundó Borja, politólogo, sociólogo, geógrafo y director del Área de Gestión de la Ciudad y Urbanismo en la estatal Universitat Oberta de Catalunya.
Borja (Barcelona, 1941) vivió exiliado en Francia entre 1961 y 1968, asesoró la remodelación de urbes como Buenos Aires, Río de Janeiro, Santiago y Bogotá, y es autor de libros como "La ciudad conquistada".
Tierramérica dialogó con el español en el marco del Foro Internacional sobre el Derecho a la Movilidad, celebrado este mes en la capital mexicana, que lo tuvo como uno de sus ponentes.
Justamente sobre la megalópolis que es la Ciudad de México, Borja recomendó un gobierno metropolitano regional para regir asuntos como el manejo del agua en una urbe que se ha derramado del Distrito Federal a estados vecinos.
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TIERRAMÉRICA: ¿Cuáles son sus críticas al modelo urbano actual?
JORDI BORJA: Las tendencias imperantes en muchos países del mundo capitalista occidental tienden a destruir la ciudad, a disolverla, y esto es un atentado a la convivencia, a la democracia, al progreso, porque la ciudad es el lugar donde han nacido las libertades públicas. Es donde gente distinta puede convivir, donde surgen la innovación y el progreso, por la diversidad de personas que se encuentran en el mismo lugar.
Es la negación de la ciudad una zona donde solamente se va a dormir, o que haya ciudades cerradas, tan de moda entre las clases medias y altas.
TIERRAMÉRICA: Si el futuro es urbano, ¿cómo tener ciudades sostenibles?
JB: El futuro puede ser urbano o puede ser considerado urbano con ciudades débiles. Hay un texto escrito hace 20 años que hablaba del reino de lo urbano y la muerte de la ciudad, un poco apocalíptico. Pero no hay tendencias fatales.
En México tienen una operación interesante, positiva, que es la regeneración del centro histórico. Lo que están haciendo está muy bien, pero atención a los efectos perversos de las cosas buenas, porque están revalorizando mucho y si no prevén que después el mercado tenderá a echar las viviendas de más bajos ingresos, a los jóvenes -porque habrá más comercio de calidad, más oficinas-, entonces se perderá la esencia del centro histórico, que es la convivencia entre gentes distintas y la multipolaridad.
Puedes hacer una operación muy exitosa para una población del sector popular en el barrio del centro y después el mercado la puede expulsar gradualmente y acabarás con un centro muy segmentado, únicamente comercial o únicamente turístico.
El suelo no puede ser objeto de lucro. Se le puede aplicar un impuesto de cierta tasa sobre su valor como terreno rústico, por ejemplo.
TIERRAMÉRICA: ¿Cómo administrar una ciudad como la de México, con casi nueve millones de habitantes, con problemas de agua y tráfico excesivo?
JB: Bueno, la ciudad tiene un gobierno, algo hace. Que haya un gobierno democrático es importante. Cuando hay un aglomerado, tiene que haber un gobierno para ese conjunto, que tiene que ver con la descentralización, porque después la aplicación de las políticas concretas se vincula con centenares de habitantes, no con millones.
Esta pirámide puede funcionar, pero tendría que haber un redimensionamiento de los estados y crear un estado que unifique al gobierno de la ciudad, al del estado de México (limítrofe de la capital mexicana) y de los estados vecinos, un gobierno regional metropolitano para grandes proyectos y grandes temas, como el agua.
Y después, responsabilidades municipales y una autoridad específica para el Distrito Federal. Pero tiene que haber una estratificación en la que haya un gobierno que decida grandes proyectos y orientaciones y, a medida que se tienen que concretar las cosas, el gobierno vaya para abajo.
TIERRAMÉRICA: ¿Cómo concibe el derecho a la ciudad?
JB: Que los ciudadanos necesitan un conjunto de derechos a la vez. Por tanto, el derecho a la ciudad viene a sustituir el plantearse el derecho a la movilidad, a la vivienda o a la educación, por separado.
TIERRAMÉRICA: ¿Ve usted la tugurización del mundo, como plantea el estadounidense Mike Davis en su libro "Planeta de ciudades miseria"?
JD: Es un libro muy exagerado. Otra cosa son las periferias, las áreas periurbanas. En las ciudades hay autoconstrucción, como una primera fase en la creación de barrios. En sí misma no está mal. Pero suena mucho más lógico que haya un apoyo y una regulación de esto y después llevar los mínimos.
El mejoramiento de barrios en la Ciudad de México ha ido en esa dirección, aquí hay que mejorar el espacio público y la vivienda, se ha hecho un plan que, con la ayuda de los habitantes, regula estos barrios.
Creo que tampoco podemos favorecer un crecimiento ilimitado de cada zona. En el caso de México tiene un sistema de ciudades suficientemente potente como para redistribuir ese crecimiento. Ha habido durante años un fraccionamiento excesivo (de "colonias" o barrios). Hay que reorientar los flujos migratorios hacia un sistema de ciudades.
* Este artículo fue publicado originalmente el 18 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.