Cacao mexicano busca recuperar el aroma perdido

Nuevas plantas, semillas mejoradas, el fomento de prácticas agroecológicas y un financiamiento adecuado componen el menú de medidas en pos de rescatar el cacao mexicano -del requerido tipo «fino y de aroma»- de la languidez padecida por la falta de apoyo oficial y el ataque de enfermedades.

"El producto está resurgiendo por varios factores. Hay un sector de la sociedad que lo demanda y renace el interés por el ‘cacao de aroma’, en el cual el país es líder", explicó a IPS el tesorero del no gubernamental Centro de Agroecología San Francisco de Asís (Casfa), Adrián Caballero.

El Casfa, fundado en 1986 y asentado en la ciudad de Tapachula, en el sureño estado de Chiapas, acoge a 300 productores certificados de cacao orgánico que lo exportan a Estados Unidos y Europa. El grupo produce unas 500 toneladas anuales sobre una superficie de 600 hectáreas.

Unos 35.000 productores cultivan cacao (Theobroma cacao L) en México, el undécimo proveedor mundial, sobre 61.000 hectáreas en los sureños estados de Tabasco, Oaxaca, Guerrero y Chiapas, con una cosecha anual que en 2011 llegó a 21.387 toneladas, según datos de la Secretaría (ministerio) de Agricultura.

El rendimiento se ubicó en 0,35 toneladas por hectárea el año pasado, añade el informe producido por el Sistema Producto Cacao, de esa cartera. También en 2011, las exportaciones de cacao y sus derivados totalizaron 631 millones de dólares.
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Proveniente originalmente de la Amazonia y de América Central, el cacao llegó unos 1.500 años atrás al sur del territorio que ahora ocupa México, donde los pueblos indígenas usaron su semilla como moneda de cambio y la bebida extraída de esta como elixir ritual que ofrecer a sus dioses antes del arribo de los españoles a la zona.

En la actualidad es el llamado "cacao básico" el que prevalece en el mundo, al ocupar 90 por ciento del total comercializado, en su mayoría de Brasil y África occidental, mientras que el "fino y de aroma", utilizado para fabricar chocolate, solo ocupa el cinco por ciento de la producción total del orbe.

Una de las mayores preocupaciones de los productores es el azote de la moniliasis, provocada por el hongo Moniliophthora roreri, que llegó a Chiapas en 2005 proveniente de Guatemala. Esta enfermedad, que pudre la mazorca del fruto, está detrás de la disminución del cacao, especialmente en Tabasco y Chiapas.

La plaga, originada en realidad en América del Sur, llegó a Panamá en 1956 y a Costa Rica en 1979, devastando la mayoría de los plantíos. A pesar de la campaña de información aplicada por el gobierno mexicano, el estrago no ha podido impedirse.

"El manejo es el control cultural, con base en la eliminación de frutos enfermos. Hay que identificar bien aquellos con síntomas", sostuvo Procopio López, coordinador de la Red de Investigación e Innovación de Industriales Perennes del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap).

"Hay gente que ya hace control de la enfermedad, pero otros no", dijo López a IPS.

"No es difícil de hacer, pero cuesta trabajo. Aumentan los costos de producción", expresó el experto, quien participa en el Proyecto de Mejoramiento Genético para la Resistencia a la Moniliasis en el municipio de Huimanguillo, en el estado de Tabasco.

Sus investigaciones han derivado en un programa de manejo, que incluye la inspección de las siembras para descubrir frutos contaminados, su retiro semanal y el uso de un fungicida. Mediante esta técnica se han obtenido rendimientos de casi una tonelada de cacao por hectárea en granjas en Tabasco.

Además, han fructificado en 11 semillas híbridas, a partir de ejemplares importados de Costa Rica, Trinidad y Tobago y Perú, que están en fase de experimentación en parcelas demostrativas en Tabasco y Chiapas.

En esa zona hay intentos de promover ese cultivo y mejorar la productividad y los ingresos de los sembradores.

En 2011, el Programa del Trópico Húmedo, del Sagarpa, invirtió unos 2,7 millones de dólares en el fomento a esa actividad, cuya meta de producción para este año es de 36.000 toneladas, para un consumo nacional de 52.000 toneladas.

Además, la firma transnacional estadounidense Hershey’s Food y la mexicana Agroindustrias Unidas de Cacao lanzaron este año el Proyecto Cacao, que consiste en la entrega de árboles tolerantes a la moniliasis a los agricultores y capacitación en la renovación de las plantas y buenas prácticas agrícolas.

El programa, trazado a 10 años de duración, implica la inversión de 2,8 millones de dólares en las zonas cacaoteras mexicanas.

"Los resultados se verán a mediano y largo plazo, cuando las plantas nuevas empiecen a producir", indicó a IPS el director general del no gubernamental Centro de Estudios, Investigación e Innovación Tecnológica de la Valuación para América Latina (Ceiitval), Carlos Sandoval.

"Eso también significa un cambio cultural del gobierno para integrar a los productores a la cadena de valor en vez de regalar subsidios, y de los productores, para manejar las parcelas", añadió.

El experto calcula que una hectárea puede soportar 1.000 árboles de cacao y 120 de pimienta. Para superficies de 10 hectáreas, se requieren montos por 11.000 dólares.

Un déficit de los productores es la incorporación de valor agregado en el sector, pues esencialmente venden materia prima a las grandes empresas. De aplicarse procesos como la fermentación del grano o la fabricación de pasta de cacao, los cosechadores podrían ganar entre 85 y 92 por ciento de la producción, según proyecciones del Ceiitval.

"El financiamiento es insuficiente. El cacao se va desplazando por la ilusión de otros cultivos que son más rentables. Una parcela es muy diversificada, pero hay que hacer cadenas de valor. Hemos trabajado en dar valor agregado", aseguró Caballero.

Los socios de Casfa venden cacao seco. Además, los agricultores seleccionan sus mejores variedades del grano e intercambian información con otros grupos de productores.

Las empresas transnacionales estadounidenses Cargill, Archer Daniels Midland, Blommer Chocolate Company y World’s Finest Chocolate manejan la comercialización del fruto, mientras que la suiza Nestlé y las también estadounidenses Mars y Hershey’s controlan la oferta de chocolate y cocoa en polvo.

"Hay que capacitar más al productor, a volverlo más eficiente. En la fermentación se obtienen los sabores y olores del chocolate. Eso da más valor agregado, lo ideal sería que ellos lo fermenten, lo sequen y obtengan la pasta de cacao. La rentabilidad está en ese valor agregado", resaltó López.

El Inifap, que posee un banco de germoplasma con 60 variedades en Tabasco, adelanta que en tres o cuatro años podría empezar a repartir las simientes mejoradas.

"Hay que integrar la cadena de valor con los productores y los empresarios. Hay que renovar plantaciones, buscar esquemas novedosos de comercialización y mercados diferenciados", sugirió Sandoval.

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