Honduras apuesta por sus joyas marinas

Honduras, en el corazón de América Central, es noticia por sus crisis políticas y su violencia. Pero no todo es tragedia. Es uno de los pocos países del mundo con un santuario de tiburones y acaba de proteger un arrecife de una especie de coral que se creía extinta.

Un fotógrafo bucea cerca de un tiburón martillo gigante. Crédito: Cortesía Pew Environment Group
Un fotógrafo bucea cerca de un tiburón martillo gigante. Crédito: Cortesía Pew Environment Group
Honduras celebra este mes el primer aniversario de la declaración de Santuario Bioceánico de Tiburones sobre toda su zona económica exclusiva, que abarca 240.000 kilómetros cuadrados en el océano Pacífico y el mar Caribe.

Allí habitan varias especies de tiburones, como martillo, toro, nodriza, tigre, gris y hasta el de seis branquias, que alcanza una longitud de casi cinco metros y se encuentra en las aguas caribeñas de Roatán, una de las Islas de la Bahía.

"En el Golfo de Fonseca (sobre el Pacífico) está el tiburón martillo, una de las especies en mayor peligro debido a que sus aletas son muy codiciadas en Asia para elaborar sopas. Ahí existen muchas crías juveniles, y el golfo les sirve de protección", dijo a Tierramérica el biólogo Stephen Box, que trabajó en un diagnóstico sobre las amenazas a estos animales en el santuario bioceánico.

Una sopa de aletas de tiburón, considerada un manjar en China, puede costar hasta 750 dólares. Aunque su aporte nutricional es nulo, su tradición se remonta a la dinastía Ming y se hizo popular a partir del siglo XVIII entre los monarcas chinos, que la codiciaban por su rareza, relataron expertos a Tierramérica.
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Los tiburones son animales muy vulnerables. Si bien son longevos, no se reproducen hasta los 18 años de edad y tienen pocas crías, comentó Box, quien reside hace casi una década en Honduras y trabaja para el Centro de Ecología Marina.

Un tercio de las especies de escualo están amenazadas o en peligro de extinción en todo el mundo, apuntó Maximiliano Bello, del Pew Environment Group, una organización conservacionista con sede en Washington.

Estos grandes predadores son los controladores del ecosistema y mantienen su equilibrio, agregó Bello, coordinador en América Latina de la Campaña Global de Conservación de Tiburones de Pew. "Son como los leones del mar. Si los tiburones no están, el sistema podría colapsar", dijo Bello a Tierramérica.

Entre el 31 de mayo y el 2 de junio, Bello participó en una serie de actividades por la celebración del primer aniversario del Santuario Bioceánico de Tiburones y por la declaratoria de zona protegida de un banco de arrecifes de coral en Islas de la Bahía.

Junto al presidente de Honduras, Porfirio Lobo, Bello presenció la quema de 184 aletas de tiburón confiscadas por las autoridades a pescadores. En el área del santuario están prohibidas la caza, la venta y la exportación de estas especies.

El ministro de Recursos Naturales y Ambiente, Rigoberto Cuéllar, dijo a Tierramérica que una de las ventajas de Honduras para proteger al tiburón es que este no forma parte de la dieta nacional. Y se está trabajando en concientizar a las comunidades pesqueras sobre su importancia para el equilibrio de los ecosistemas, añadió.

Honduras está mandando un mensaje al mundo sobre la necesidad de proteger las especies que viven en los mares, dijo el ministro y anunció que la vecina Costa Rica está por sumarse a la iniciativa del santuario. "Nos gustaría que fuera toda Centroamérica, porque los tiburones son el termómetro de los océanos y los ecosistemas costeros".

Junto con Bahamas, Maldivas, Islas Marshall, Palau y Tokelau, Honduras es de los pocos países del mundo con un santuario para la protección del tiburón.

También en la isla de Roatán, las autoridades declararon sitio de importancia para la vida silvestre el arrecife Banco Cordelia.

La protección del arrecife de 17 kilómetros cuadrados obedece a que es el sitio de mayor cobertura y extensión en el Caribe del coral cuerno de venado (Acropora cervicornis), en peligro crítico de extinción, explicó a Tierramérica la bióloga marina Calina Zepeda, de The Nature Conservancy.

Excepto este arrecife recién hallado en Honduras, la especie casi se agotó en el Caribe por una enfermedad rara que la afectó entre 1983 y 2000.

Además, es un sitio muy importante para el desove de peces, entre ellos el mero de Nassau (Epinephelus striatus), en peligro de extinción, y tiene una población considerable de tiburones de arrecife del Caribe (Carcharhinus perezi), uno de los atractivos turísticos de la zona, donde se practica el buceo con escualos.

A este descubrimiento se suma el hallazgo, en julio de 2011, de otros siete arrecifes en la norteña Bahía de Tela, sobre el Atlántico.

Seis de ellos forman la barrera del Banco Capiro, situada ocho kilómetros mar adentro desde la ciudad de Tela; y el séptimo, similar a Cordelia, se halla en la cercana Punta Sal. Las autoridades nacionales y locales decidieron crear una zona protegida que los abarque.

Para Zepeda, este país puede constituir una suerte de banco genético de corales para el Corredor Biológico Mesoamericano, una iniciativa de ocho estados –Belize, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Panamᖠpara conservar y proteger la conectividad ecológica del istmo.

Honduras es una "nación rica ante el mundo por las joyas marinas que posee y la variedad de sus sistemas", dijo la bióloga.

* Este artículo fue publicado originalmente el 9 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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