ARGENTINA: Pérdida de aliado sindical pone en un brete al gobierno

Con menos margen económico para atender reclamos sociales, el gobierno de Argentina afronta esta semana una huelga general de la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal central sindical del país, para presionar por la modificación de impuestos que afectan los salarios.

Juan Carlos Torre: El doctor en sociología Juan Carlos Torre, un estudioso de las relaciones entre el sindicalismo y el Partido Justicialista (peronista), cuya ala centroizquierdista lidera la presidenta Cristina Fernández, aclara que la confrontación entre supuestos aliados "no es exótica", sino que tiene antecedentes.

"No estamos ante un plan de ajuste (económico), pero hay apremios que generan conflictividad" en el frente sindical, sostuvo en entrevista con IPS este profesor emérito de la privada Universidad Torcuato Di Tella, autor de numerosos libros sobre los históricos vínculos del peronismo con los trabajadores organizados, como es el caso de la CGT.

En Argentina existe una segunda confederación de sindicatos, la Central de Trabajadores Argentinos, de tendencia centroizquierdista y ajena al peronismo, que se ha divido en dos sectores, uno opositor y otro afín a los postulados del gobierno.

Torre cree que en la actual coyuntura está en juego no sólo la demanda salarial, sino también quién sucederá a Fernández en la futura contienda electoral ante la imposibilidad constitucional de aspirar a un tercer mandato presidencial.
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El secretario general de la CGT y líder de los trabajadores camioneros, Hugo Moyano, fue aliado del gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), esposo de Fernández y fallecido en 2010. Pero desde hace algunos meses se erigió en opositor al gobierno.

El Sindicato de Choferes de Camiones, actualmente liderado por Pablo Moyano, hijo de Hugo, realizó la semana pasada a una huelga de 72 horas que bloqueó la provisión de combustibles. La crisis se resolvió con un aumento salarial de 25,5 por ciento, pero la CGT igual convocó a una paralización general de actividades en todo el país para este miércoles 27.

La huelga será acompañada de una concentración en la Plaza de Mayo, ubicada frente a la sede del gobierno, para exigir que se eleve el piso salarial a partir del cual se paga el impuesto a las ganancias.

Ese tributo comienza a regir para los ingresos superiores a los 5.800 pesos argentinos mensuales (unos 1.300 dólares) para el caso de las personas sin carga familiar y desde los 7.900 pesos (casi 1.800 dólares) para los jefes de hogar con dos hijos. En ambos casos, el porcentaje aumenta en una escala progresiva hasta 35 por ciento.

Pero Hugo Moyano, con esta acción de fuerza, también prueba su liderazgo de cara a las elecciones del 12 de julio para renovar las autoridades de la CGT, según analistas.

IPS: ¿Cómo puede gobernar un mandatario peronista con la CGT en contra?

JUAN CARLOS TORRE: No es la primera vez. Las relaciones entre gobiernos peronistas y el movimiento obrero tuvieron momentos felices y de contraste. El último tramo del mandato de Isabel Perón (María Estela Martínez, viuda de Juan Domingo Perón y presidenta entre 1974 y 1976) estuvo dominado por un fuerte enfrentamiento.

En ese momento, el ministro de Economía, Celestino Rodrigo (1915-1987), puso en marcha un plan de ajuste brutal que suscitó una reacción sindical muy fuerte.

Por lo tanto, no es algo extravagante. Si las cosas andan bien, son aliados, si no, no. Los lectores recordarán una reacción sindical similar en España, cuando gobernaba Felipe González (1982-1996), y en Gran Bretaña, con el laborista James Callaghan (1976-1979).

IPS: Pero en Argentina no hay un ajuste…

JCT: No hay un ajuste abierto, pero estamos en un momento en el que el gobierno, sin confesarlo, admite dificultades. Con apremios financieros, debe morigerar su antigua generosidad.

El gobierno cortó los subsidios al transporte, pero intenta que los salarios vayan por detrás de la inflación. Son intentos de poner fin a esa generosidad, un reacomodamiento que genera conflictos.

Un aspecto que motoriza Moyano es el del impuesto a las ganancias. Como no se aumenta el mínimo (no imponible), un trabajador con un salario de 5.800 pesos sufre la inflación y se expone además al manotazo del impuesto.

IPS: ¿Cómo sigue adelante el gobierno sin el apoyo de la CGT?

JCT: Si la CGT pasa a no colaborar, otros que están en la puja del poder sindical lo harán. Lo más probable es que un sector de la CGT decida acompañar al gobierno y aislar este perfil contestatario de Moyano, que está expuesto a la contraofensiva, porque Cristina (Fernández) ya prepara el traje de batalla para salir al ruedo y enfrentarlo.

IPS: ¿Qué cree que busca Moyano con esta ofensiva, más allá de mejoras salariales?

JCT: Posicionarse como líder contestatario. Él dice que este gobierno no es peronista. Es algo atrevido, novedoso. Busca revestir esta puja de salarios con una resonancia más ideológica. Y apunta al drama de la sucesión presidencial.

Si no hay una reforma a la Constitución, Fernández debe irse para su casa en 2015 (finaliza su segundo mandato de cuatro años). Y entonces, ¿quién la va a suceder?, ¿con quién se acompañará?, ¿con el peronismo? Este gobierno deja a muchos dirigentes en los márgenes, que encuentran razones para conversar con Moyano.

IPS: Esto diferencia al gobierno de Kirchner, que tuvo a Moyano y a la CGT de aliados, con el actual pese a ser del mismo sector político…

JCT: Cristina no es Néstor. Está reinventando el gobierno, desplazando al elenco que lo acompañó a él.

Quiere desmontar ese sistema de alianzas para volver al que intentó originalmente Néstor y no pudo que es el de la transversalidad (unidad de sectores centroizquierdistas e izquierdistas más allá del peronismo).

Kirchner dijo antes de asumir en 2003 que el peronismo estaba agotado y que había que crear un movimiento transversal. Después, en el gobierno, tuvo que abandonar esa idea y recostarse en el Partido Justicialista.

En cambio, Fernández quiere recrear la transversalidad, crear un "posperonismo", que tenga un componente más inorgánico, más de relaciones directas, integrado por los jóvenes y los pobres, el público que va a sus actos, que es lo propio de ella.

El problema es que a la hora de la verdad, las organizaciones son importantes. Con Kirchner, Moyano fue útil.

Cristina quiere moverse de ese mundo, pero todavía no se vislumbra cual es el "posperonismo" hacia el que quiere ir. Yo al menos, no lo veo.

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