Mujeres brasileñas son las más felices y optimistas

El dinero no hace la felicidad, pero ayuda a que las mujeres brasileñas se sientan las más felices y optimistas del mundo, incluso frente a sus compatriotas hombres, según un estudio que atribuye ese bienestar a políticas socioeconómicas con enfoque de género, implantadas en la última década.

Las brasileñas vienen conquistando espacios antes restringidos a los hombres. Trabajadoras de la construcción en una obra de Río de Janeiro Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS
Las brasileñas vienen conquistando espacios antes restringidos a los hombres. Trabajadoras de la construcción en una obra de Río de Janeiro Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS
El estudio del Centro de Políticas Sociales de la independiente Fundación Getulio Vargas, expone que, en una escala de uno a 10, las mujeres de Brasil se manifestaron como las más felices de una lista de 158 países.

La encuestadas de este país, que cuantificaron su "expectativa de satisfacción con la vida" hasta 2015, se ubican en un lugar promedio de 8,98.

Sus pares varones también encabezan la lista mundial, aunque se expresaron ligeramente menos felices, con una media de 8,56, indica la investigación De Volta ao Pais do Futuro: Crise Européia, Projeçôes e a Nova Classe Média (De vuelta al país del futuro: Crisis Europea, proyecciones y la nueva clase media).

La investigación publicada el miércoles 7 pretende evaluar "las perspectivas futuras de Brasil con base en dos vertientes", una objetiva, basada en la evolución de las clases económicas, y otra subjetiva, analizando las expectativas individuales de satisfacción con la vida. Y se destaca un capítulo dedicado a las mujeres.
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El estudio se dio a conocer en el marco del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este jueves 8, y cuyo foco este año es cómo neutralizar el fenómeno de la feminización de la pobreza, en particular de las mujeres rurales.

Con base en microdatos de la encuesta mundial de la firma Gallup, la investigación colocó detrás de las mujeres de Brasil a sus pares de Dinamarca y en último lugar a las de Zimbabwe. Otros países latinoamericanos en la lista son Argentina, en el puesto 23, Costa Rica, 24, Honduras, 51, Uruguay, 53, Perú, 75, y Haití, 130.

Otro tanto ocurre con la "felicidad presente" en 2011, año de la investigación. Las brasileñas fueron las más satisfechas con su vida, 6,73, comparadas a sus connacionales varones, que expresaron un promedio de 6,54.

"¿El dinero trae la felicidad?", se preguntó el coordinador del estudio, el economista Marcelo Neri, en la presentación en Río de Janeiro. "No podemos descartar ese dato", dijo en referencia a los avances económicos de Brasil en la última década.

Las mujeres encuestadas no tuvieron que explicar las causas de su felicidad, pero otros capítulos del estudio, basados en datos objetivos, demuestran esa influencia.

Desde el comienzo del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (enero de 2003 – enero de 2011) hasta el fin de 2011, primer año de gestión de su sucesora, la presidenta Dilma Rousseff, 40 millones de personas salieron de la pobreza e ingresaron a la clase media en este país de 198 millones de habitantes.

Otros 13 millones de personas recorrerán ese trayecto hasta 2014, de acuerdo a los datos y tendencias analizadas.

Asimismo, en los 12 meses transcurridos hasta enero de 2012, la pobreza cayó 7,9 por ciento, a un ritmo tres veces más rápido que el necesario para abatir a la mitad la proporción de población pobre entre 1990 y 2015, según la meta del milenio establecida por la Organización de las Naciones Unidas.

También en materia de ingresos de ricos y pobres Brasil registra un avance sostenido en los últimos 12 años, aunque sigue situado entre los países más desiguales del mundo.

En enero de 2012, el coeficiente Gini –un número entre cero, máxima igualdad de ingresos, y uno, máxima desigualdad– cayó a 0,5190, más bajo inclusive que el piso histórico de 0,5367, registrado en 1960.

El martes 6, el gobierno había reportado que el producto interno bruto creció 2,7 por ciento el año pasado. Neri consideró ese dato "no espectacular", pero sí "bueno" y atribuible al estímulo del consumo interno en medio de la crisis mundial.

En los nueve años analizados, el economista se enfocó en cuestiones estrictamente de género.

En la educación, por ejemplo, creció y se invirtió la escolaridad de la población adulta femenina y masculina. Mientras que en 1992 el promedio masculino era de 5,1 años de estudio aprobados y el femenino de 4,91 años, en 2009, las mujeres tenían un promedio de 7,4 años y los varones de 7,2.

"Si el futuro es de los educados, y las mujeres son las más educadas, el futuro es de ellas", destacó Neri.

Los parámetros de género optimistas también se confirman en la evolución de la renta. En 1992 los salarios promedio de los hombres eran 62 por ciento más elevados que los de las mujeres y en 2009 esa brecha se redujo a 42 por ciento. Hubo avance, si bien "la diferencia es grande todavía", reconoció Neri.

En un retrato tomado en seis ciudades capitales estaduales, el ingreso promedio de la mujer creció 120 por ciento entre 2003 y 2011, mientras que el del hombre aumentó 95 por ciento.

"Brasil está construyendo una política preferencial para las mujeres dentro sus políticas sociales. Tal vez por eso sean más felices", aventuró el economista.

Neri se refería a programas de transferencia de renta como la Beca Familia, que otorga un ingreso a cada hogar pobre, a cambio de requisitos de salud y educación para los hijos. Noventa y uno por ciento de quienes reciben la tarjeta del programa son mujeres.

En vísperas del Día Internacional de la Mujer, la Comisión de Derechos Humanos del Poder Legislativo aprobó un proyecto de ley que hace obligatoria la igualdad salarial de hombres y mujeres en tareas iguales.

Si la ley entra en vigor, las empresas que no cumplan serán multadas.

Organizaciones como el Centro Feminista de Estudios y Asesoría (CFEMEA) reconocen que el presupuesto federal 2012-2015 destina mayores recursos para trabajo, empleo y renta, donde son más evidentes las desigualdades étnico-raciales y de género.

Pero destacan que ese presupuesto todavía "no está consolidado desde una perspectiva de género" y "no cambia el cuadro de desigualdad" persistente.

"Mi hija está sana, y estoy trabajando, bien encaminada y activa en el mercado de trabajo, pudiendo, por eso, tomar mi cervecita y tener placer", respondió a una pregunta de IPS la periodista brasileña Sonia Toledo, que califica en 6,8 su "grado de felicidad" personal.

"¿Qué me falta?". "Recursos financieros para mejorar mi negocio, dinero para esparcimiento y cultura", contestó la chef de cocina Suzana Flores, que se colocó siete puntos en felicidad.

"Nos faltan mejores salarios, valorización de nuestros trabajos, cultura y que los hombres nos valoren", indicó Flores, que resiente también la falta de una pareja que quiera un compromiso serio.

Pero, en términos generales, la ausencia de compañía sentimental no parece ser lo que hace infelices a las brasileñas ni a sus congéneres de otros lugares.

Según el estudio, la tendencia mundial indica que las mujeres solteras presentan una "felicidad futura promedio" de 7,28 frente a 6,68 de las casadas, aunque los datos disponibles no permiten precisar las razones.

Neri dejó para el final otro dato revelador, contrario a "mi corporación", bromeó. Las brasileñas "singulares" –solteras, divorciadas, viudas o separadas– tienen una renta promedio 30 por ciento mayor que las demás.

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