La polémica persigue al Papa en México

La creciente violencia, el reclamo de justicia para las víctimas de paidofilia en la Iglesia Católica y la ordenación sacerdotal de mujeres son temas que, a juicio de expertos y activistas, el papa Benedicto XVI no debería eludir en su inminente visita a México.

El Papa "no tiene una política especializada hacia distintos grupos sociales, como intentó hacer (su antecesor) Juan Pablo II, quien tenía un discurso específico para los jóvenes, los intelectuales y los indígenas, por ejemplo", explicó Elio Masferrer, experto de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

Masferrer indicó a IPS que en esta visita eso no aparece, lo cual muestra el abandono de una estrategia para la base social del mundo católico y, en cambio, se busca llegar solo a las élites.

"Ahí se percibe una gran debilidad. La Iglesia está en una situación de parálisis. Los feligreses no asumen lo que la jerarquía le marca y, de ese modo, esta ha perdido su capacidad de influir en la vida cotidiana de los católicos", sostuvo.

"En ese contexto, la Iglesia queda en una situación sumamente precaria", analizó.
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Entronizado como Papa en abril de 2005, el alemán Joseph Ratzinger emprende su segundo viaje a América Latina, con una primera escala en México desde este viernes 23 hasta el lunes 26, cuando se dirigirá a Cuba.

Su visita a México se centrará en el central estado de Guanajuato, donde los católicos son amplia mayoría, y entre sus principales actividades se encuentran oficiar una misa multitudinaria y reunirse con el presidente Felipe Calderón, del conservador Partido Acción Nacional.

Ratzinger, de 84 años, llega a México pocos días antes del comienzo oficial de la campaña para las elecciones presidenciales de julio, en medio de una violencia creciente derivada de la lucha de las fuerzas del Estado contra los carteles del narcotráfico y con una Iglesia Católica local en crisis.

La cruzada gubernamental contra las mafias de las drogas, lanzada por Calderón apenas asumir su cargo en diciembre de 2006, dejó ya más de 47.000 muertos, según los últimos datos oficiales. Por eso, familiares de las víctimas quieren que el Papa los escuche y se pronuncie sobre la situación.

"Queremos llevar el mensaje de las víctimas. Nos interesa mostrar nuestra radiografía, hemos recorrido el país y hemos abrazado a las víctimas", dijo a IPS el poeta Javier Sicilia, de fe católica y fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Su hijo, Juan Francisco, fue asesinado junto a otras seis personas el 28 de marzo de 2011.

A título individual, un grupo de afectados por la violencia buscó sin éxito una audiencia con el jefe del Vaticano. Por ello, Sicilia y otros cuatro activistas están en Roma para reunirse este jueves 22 con el obispo italiano Mario Toso, secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, para entregarle una carta y exponer la coyuntura mexicana.

México y América Central son "un cuerpo, como el de Nuestro Señor, sobre el que ha caído toda la fuerza de la delincuencia, de las omisiones y graves corrupciones del Estado y de sus gobiernos", de la penalización de las drogas en Estados Unidos, del tráfico ilegal de armas, el lavado de dinero y "una Iglesia jerárquica que guarda un silencio cómplice", cita la misiva de dos páginas de extensión.

Uno de los objetivos del Papa es apuntalar al catolicismo, frente al debilitamiento de ese credo en esta nación latinoamericana, donde 83,9 millones de sus 112 millones de habitantes se declaran católicos, mientras que 10,9 millones profesan el protestantismo, el evangelismo y otras denominaciones religiosas, según el censo nacional de 2010.

El Anuario Estadístico de la Iglesia Católica muestra una caída en bautizos y matrimonios religiosos entre 1980 y 2008.

En el capítulo mexicano, se refiere al abuso sexual de seminaristas por parte de sacerdotes y a la impunidad de los victimarios, asunto que le toca directamente a Benedicto XVI por su paso anterior al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe,

Como prefecto de ese órgano entre 1981 y 2005, Ratzinger conoció casos de paidofilia en los Legionarios de Cristo, fundados por el sacerdote mexicano Marcial Maciel (1920-2008), sin haber tomado medidas al respecto.

Maciel, superior general de los Legionarios hasta 2005, mantuvo relaciones de pareja con dos mujeres, tuvo al menos seis hijos entre 1941 y 1970 y abusó sexualmente de varios seminaristas, según denuncias y testimonios.

Benedicto XVI ordenó a Maciel en 2006 que se dedicara al retiro y la penitencia, aunque no adoptó medidas más estrictas en su contra ni de los Legionarios. El Vaticano, empero, lo censuró, al calificar su conducta de criminal, "grave y objetivamente inmoral" y lo acusó de haber vivido sin escrúpulos.

"El tema es impresentable. Todo esto coloca al Papa y a la Conferencia del Episcopado Mexicano en una posición muy delicada, porque, por un lado le dicen que no toque ciertos temas, pero simultáneamente no cambian nada", cuestionó Masferrer.

El no gubernamental Departamento de Investigaciones de Abusos Religiosos de México asegura que 30 por ciento de los más de 14.000 sacerdotes activos en el país han cometido algún tipo de abuso sexual contra sus feligreses.

Un grupo de víctimas ha tratado de convenir un encuentro con Benedicto XVI, sin que hasta ahora se haya materializado esa intención.

Por otra parte, grupos de católicas pidieron al Vaticano que cambie su visión hacia las mujeres en cuestiones de salud sexual y militancia religiosa.

"Queremos una Iglesia comprometida con la justicia social y los derechos humanos, una Iglesia amorosa, incluyente y respetuosa de las diferencias y las libertades individuales, que reconozca el daño moral que sus integrantes han hecho a las víctimas de abuso sexual", resaltó a IPS la directora de la no gubernamental Católicas por el Derecho a Decidir, María Consuelo Mejía.

Esa organización lleva adelante la campaña "Catolicadas", que aborda temas como la discriminación de género, el aborto, diversidad sexual y uso de anticonceptivos.

"Si tuviera la posibilidad, me gustaría ordenarme sacerdote", dijo a IPS la monja María Castillo, de la Congregación de las Hijas del Espíritu Santo, quien escribe un libro sobre el alcoholismo en el clero, tema que le ha valido desavenencias con la dirigencia de esa agrupación.

"Hay algunas hermanas que luchan desde abajo, pero no siempre es así. Que la jerarquía baje al nivel de los más pobres", pidió la religiosa.

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